Medicina, síndrome bipolar

En los primeros tiempos del mapa universitario autonómico existió el deseo, nunca cumplido, de especializar por ramas del conocimiento a las provincias de Castilla y León. La idea era sencilla: si León ya destacaba en Veterinaria o Salamanca en Medicina, lo lógico era reforzar esas fortalezas para ir completando la oferta universitaria, pública y privada, de manera equilibrada. Sin embargo, aquel primer proyecto político se diluyó con el tiempo.
El Consejo Interuniversitario, entonces y ahora, ha sido un espacio de poder y decisión donde se perfilan los destinos del saber. Con los años, la expansión universitaria se ha traducido en un sinfín de peticiones, tensiones y equilibrios, intentando siempre conjugar el sentido común con los inevitables intereses provinciales. La política ha buscado paliar la falta de profesionales y, al mismo tiempo, atraer alumnado para fortalecer a Castilla y León. Pero el problema de fondo sigue siendo la fuga de titulados hacia comunidades más prósperas —y con mar, salvo Madrid—.
La capital berciana, Ponferrada, se siente relegada, como la “hermana fea” en un baile donde siempre se prioriza a la capital provincial
La reciente apertura de nuevos centros de Medicina en León y Burgos responde a una vieja aspiración, especialmente en la ciudad castellana, que reclamaba un hospital verdaderamente universitario y no solo de nombre. A priori, podría parecer que todos ganan. ¿O no?
La realidad es que, una vez más, León muestra una dualidad económica y social difícil de obviar. La capital berciana, Ponferrada, se siente relegada, como la “hermana fea” en un baile donde siempre se prioriza a la capital provincial. León, ciudad digna y con peso histórico, parece olvidar en ocasiones la complejidad territorial y social de la provincia. En el caso de los nuevos estudios de Medicina, el relato se ha distorsionado interesadamente, alimentando la sensación de aislamiento en casi un tercio del territorio.
No hay marcha atrás: el diseño ya está trazado. Ahora bien, ¿por qué resignarse a que Ponferrada quede sin más opciones de estudios superiores?
Los documentos aprobados por el Consejo de Rectores, el Consejo Interuniversitario y el propio Plan de Medicina de la Universidad de León son claros: en el Campus de Ponferrada, en el mejor de los casos, habrá estudiantes en prácticas durante los últimos cursos. Es cierto que esta medida contribuirá a paliar, aunque sea en parte, la escasez de médicos en el Hospital del Bierzo. Un paso adelante, sí, pero modesto.
Reclamar en bloque otra facultad de Medicina en Ponferrada es desconocer la realidad —o manipularla con intereses localistas—. No hay marcha atrás: el diseño ya está trazado. Ahora bien, ¿por qué resignarse a que Ponferrada quede sin más opciones de estudios superiores? Con voluntad negociadora, aún se podría compensar con titulaciones que respondan a necesidades reales: profesiones sanitarias, ingeniería industrial y metalúrgica, o incluso una Escuela de Restauración y Hostelería que impulse la profesionalización de un sector estratégico para la comarca.
Lo importante no es avivar el enfrentamiento, sino recordar que insistir en la idea inicial de una Medicina “biprovincial” solo contribuye a manipular a la opinión pública y ahondar en la división. León y el Bierzo necesitan proyectos comunes, mejores comunicaciones por carretera y ferrocarril, y un horizonte compartido también en lo institucional. Solo así podrá superarse esa bipolaridad que tanto frena el desarrollo provincial.