El tiempo

El largo y cálido verano

Cada verano de cuando éramos niños y adolescentes, años ochenta y principio de los noventa, las familias emigraban temporalmente al pueblo y las ciudades se quedaban vacías casi por completo. En aquella época se daba una cierta cercanía entre las generaciones de las urbes y las del pueblo ya que los abuelos de la gente de mi edad todavía vivían en esos remansos de paz veraniegos. Esos abuelos han ido desapareciendo y muchas veces lo que nos unía con esos lugares ha perecido con ellos. La gente ya no acude con tanta frecuencia a esas entrañables aldeas y el estado de deterioro de muchas de ellas es algo preocupante. Ahora empieza a haber, con la llegada a esos lugares de ciertas infraestructuras de comunicación, una vuelta al pueblo de la generación de los niños que pasaron esos veranos en la casa de los abuelos, y vuelven a cobrar algo de vida de nuevo. Pero es "Un regreso al pueblo patrocinado por Netflix" que no soluciona el abandono real de estos espacios ya que nadie se ocupa del cuidado del campo y de los caminos como antes hacían nuestros mayores. Este descuido popular e institucional, unido a la fatalidad, posibilita lo que está sucediendo ahora con los incendios del Bierzo y otras zonas del país.