El tiempo

El eclipse

Se anuncia para estas fechas del próximo año un eclipse total de Sol, coincidiendo en León uno de los mejores observatorios para el mismo, con porcentajes de entre el 75% y el 79%...

Se anuncia para estas fechas del próximo año un eclipse total de Sol, coincidiendo en León uno de los mejores observatorios para el mismo, con porcentajes de entre el 75% y el 79%. Notable el fenómeno, ver ocultarse al Astro Rey sin razón aparente, observar la inquietud en la fauna por lo irregular de la falta de luz y vivir esa penumbra sabiendo que en breve retornará, constituyen una experiencia conmovedora y especial. Acogeremos con nuestra connatural hospitalidad a la comunidad científica que decida acudir a León. Una vez más nuestra provincia en el mapa. Y para bien, menos mal.

Porque en León a esto de la tiniebla estamos muy acostumbrados. Fácil sería decir que en especial esta última quincena prácticamente hemos estado en eclipse total y permanente, y sin tener muy claro que la luz volvería a brillar. Esa nube negra de incompetencia, abandono y agravio que se cernía sobre nosotros, con ese olor a destrucción y muerte. Esos incendios pavorosos, a duras penas atajados por brigadistas exangües y vecinos desesperados por la falta de medios y la atención de unas autoridades en permanente excusa y huida de sus obligaciones. Nube de confusionismo y acusaciones cruzadas. Eclipse total, elipsis de un pueblo y fundido a negro, todo uno.

Lo peor es que nos hemos dejado. Fuerzas muy potentes están empeñadas en arrebatarnos territorio y riqueza natural, espacio y recursos, paisaje y agua…

Pero no es de ahora. Nadie me quita de la cabeza que éste no es sino un paso más hacia la eliminación, programada y calculada, de los leoneses. Desde hace más de cuarenta años hay un esfuerzo especial por desdibujar, por eclipsar nuestra identidad, nuestras raíces y todo lo que nos ha identificado como pueblo. Lo peor es que nos hemos dejado. Fuerzas muy potentes están empeñadas en arrebatarnos territorio y riqueza natural, espacio y recursos, paisaje y agua… la batalla del agua, capítulo aparte. Y esa situación tiene que cambiar.

Llevo ya algún párrafo escrito y verán que permanentemente me incluyo entre los leoneses. Algunos de ustedes saben que no lo soy de nacimiento, aunque sí ahora por elección, adopción y convicción. Llevo entre ustedes veinticinco años y todavía recuerdo emocionado el recibimiento, porque siendo tratado como uno más, se me acogió como al mejor, con esa mezcla de cariño, calor y autenticidad que destilan todos los leoneses en la cercanía, lejos de esa adustez y esa imagen taciturna del primer golpe de vista. Para mí, y lo digo sin ambages, nada más auténtico que lo leonés y los leoneses.

Y es por eso que les pido que despierten, que se dejen de cantos de sirena de los politiquillos de turno, espabilen y retomen sus esencias. Necesitamos, y vuelvo a incluirme, la vuelta a la identidad y a adquirir conciencia de pueblo, de colectivo. La noción de lo común como la propiedad mancomunada de nuestro entorno, nuestro paisaje, la montaña, los ríos… Todo sea de todos, pero, ojo, también de cada uno. Y ahí la responsabilidad individual, que cada rincón de León sea como tu casa, ese hogar que cuidas y mimas, que no ensucias, que colaboras con los tuyos a que “esté como el jaspe”. Y hasta aquí un poco de épica. Vamos a lo práctico.

Ha llegado la hora de que nos replanteemos el modelo productivo y de preservación del patrimonio natural de la provincia. Si todavía alguien no tiene claro que el futuro de los leoneses está en el sector primario y la industria transformadora, es que está más miope que Feijóo. Precisamente los grandes lobbies están tratando de arrebatarnos el territorio para la producción agrícola donde es posible, y donde no, nuestros montes, la producción energética.

Y el ataque de estos días, los incendios, nos lo deja negro (¡ay! y tan negro) sobre blanco. Una reforma de la Ley de Montes promovida por el PP de “M. Rajoy” en el año 2015 permite “por razones imperiosas de interés público de primer orden” el cambio de uso de suelo de zonas quemadas, cargándose de un plumazo la anterior norma de los treinta años de moratoria tras el siniestro para el cambio de uso, lo que garantizaba en buena medida el buen fin del uso forestal.

Si miramos el mapa de los siniestros, veremos que coincide lamentablemente con los últimos proyectos desestimados. Y les gloso brevemente para no aburrir.

Incendio en Anllares y Cabañas de Donillas con el proyecto “Alto bierzo-Sil” de Repsol y Green Capital.
Incendio en Llamas de Cabrera con los proyectos de Green Capital “Lardeiras”, “Ralea”, “Eco”, “Umbrío” y el de “Bierzo Wind I”.
Incendio en Yeres y Las Médulas, coincidente con proyecto “Bierzo Wind I”.
Incendio de Paradiña, con los proyectos de “Oencia” o “Busmayor”.
Incendios de Castropodame, Congosto y Brañuelas, coincidente con el de Sierra de Gistredo.

A este respecto queda claro que deberemos estar particularmente atentos y vigilantes. Ninguna de esas zonas, salvo Las Médulas, está protegida por figura alguna que ampare su integridad y modificación de uso. Las empresas interesadas en la explotación energética no van a cejar en su empeño. Tienen, y nunca mejor dicho, “la luz pagada” y despachos de abogados y consultoras a disposición.

Y sigo con lo del modelo productivo. 

El otro día nos visitó Pedro Sánchez y aprovechó la ocasión para proponer un Pacto de Estado para mitigar los efectos del cambio climático y afrontar esa emergencia. No lo voy a tachar de oportunidad política, porque todo acuerdo es bueno, pero documento parecido ya fue firmado en septiembre de 2024 en sede del Congreso de los Diputados por todos los grupos parlamentarios. Archivado parece, o quizá olvidado. Principalmente por la oposición, que ahora habla de oportunismo. La memoria de pez. 

Excluido de esa firma en el Congreso: Vox, que juega a esa cosa de ser antisistema dentro del sistema y aprovecharse de él. Ha hecho este grupo político bandera de ser bestia negra de la Agenda 2030 sin matices, aprovechando un sentir general de olvido e inasistencia por parte del Estado de grupos como agricultores, cazadores, pescadores… gente bastante pegada al terreno y que se encuentra con una “pared” en la Administración. Por lo demás, ese grupo político, atajo de oportunistas, populistas e indocumentados. La vena hinchada y la voz en cuello, dirigidos por sospechosos habituales.

El otro día nos visitó Pedro Sánchez y aprovechó la ocasión para proponer un Pacto de Estado para mitigar los efectos del cambio climático y afrontar esa emergencia. No lo voy a tachar de oportunidad política

Y no les doy más espacio, pero sí aprovecho para emitir una advertencia a la Administración, sobre todo a la autonómica, esa sorda. Y es que lleva años siendo aparente y quizá real, como ahora con los incendios se ha visto, obstáculo para el desarrollo de lo rural, quintaesencia de lo que debe ser nuestra sociedad. El modelo productivo agrícola y ganadero sostenible que conviene a León también tiene un enemigo en la Junta de Castilla y León, o al menos así es percibido por agricultores y ganaderos. Es ejemplo palmario, y así lo experimento en el cada día de mis vecinos, de gobierno-obstáculo. La retahíla de trámites administrativos que estos trabajadores tienen que afrontar diariamente, encima en un mercado que no ayuda en lo económico, se constituye en traba para su desarrollo, hace que desistan del empeño y, por supuesto, impide la renovación generacional. Esto de que nadie quiere trabajar es una verdad muy a medias si no incluye las condiciones, que normalmente son muy adversas.

Toca resumen, que la columna me ha quedado gótica flamígera, tanta llama y tanto “input” que se dice ahora. En León toca:

Asumir nuestra idea de colectivo, de pueblo, de reconocimiento de lo común. Deberíamos todos y cada uno asumir nuestra interdependencia, hasta qué punto nuestra vida depende de la de nuestro vecino. Aquí también sería muy deseable una mayor identificación de lo urbano con lo rural, que el pueblo no sea “ese sitio del verano” o la tumba de los abuelos.

Vuelta en los pueblos a la tradición concejil, la “hacendera”, pero no ya pensada como trabajo común, sino abrir el concepto a “bien común”. Comarcalizar el territorio e intentar irnos sacudiendo la dependencia, influencia y autoridad de un gobierno autonómico que no vela por nuestros intereses. Embrión de autonomía si conseguimos sentir esa cohesión.
Vigilar el uso de nuestros recursos y denunciar el generalizado abuso por parte de los de siempre.

Estar con los que en esta guerra, que lo ha sido, han perdido vida y hacienda, que siendo la vida en sí misma fundamental, el modo de vida es inherente a la propia existencia. Hoy, por desgracia, no hay vida que no dependa de un medio económico.

Y aprender de lo vivido, no olvidar y, al verse ante una urna, votar consecuentemente.

Y a España y a los españoles todos algo les recuerdo. Sin León no hubiera España. Que no nos parezca a los leoneses que, con España, León es imposible.