Se habla de León

Bueno, pues no ha podido ser, y la iniciativa de UPL para una consulta sobre la autonomía para la “Región Leonesa” no ha pasado de la mesa de las Cortes.
Entre PP y Vox se han conjurado para que la propuesta no avance en su natural proceso, librando incluso al PSOE de “retratarse”. Los socialistas se han abstenido, bien es verdad que haciendo ver que la cosa no iba con ellos. La razón esgrimida por la derecha es que no se ha desarrollado el reglamento de consultas, aunque están reconocidas en el Estatuto de Autonomía de Castilla y León.
Esto me hace pensar que tenemos un aparato legislativo bastante incapaz… para lo que conviene. Que nos sacamos un Reglamento para Montes en un plis plas, a finales de este mes de agosto, con la provincia todavía humeante y aún en llamas. Soberbio.
Lo de Mañueco y Vox era bastante previsible ante la jugada de la UPL. Tildada por algunos de inteligente, a una gran parte del leonesismo nos ha parecido sólo ruido, incluso dentro de la propia formación de Gallego y Santos. Si en la derecha hubiera algo más que una neurona en modo salvapantallas, y ante la manifiesta, por lo que parece, imposibilidad reglamentaria de realizar la consulta, Mañueco, muy solemne y prosopopéyico, debería haber dicho que delegaba dicha consulta en las diputaciones provinciales, en las tres.
Esto tampoco va a ninguna parte, que es ficción, pero sí es ruido mediático. Y seguramente también habría puesto en solfa las carencias y el apoyo popular del leonesismo más allá de la provincia de León. Como la propia celebración del referéndum.
Que León no entiende a El Bierzo y viceversa es un hecho aceptado, incontrovertible, asumido con un fatalismo que no entiendo… aquí me pierde mi condición de inmigrante mestizo
Me sigue dando la sensación de que se nos va la fuerza por la boca. Tras esas manifestaciones de autonomía a toda costa, que comparto por supuesto, por un sentimiento identitario, de justicia y agravio sostenido, hay, a cambio, poco proyecto político. O poco proyecto que cale. Y es uno de los pecados del leonesismo: vivir en la reivindicación, la matraca, el pendón, el desconsuelo y el “llorando y suspirando”. Pocas veces, o ninguna, oigo hablar de desarrollo de estatuto, de “gobierno en la sombra”, de liderazgo claro.
Es probable que haya proyecto en alguna cabeza, pero les aseguro que esa idea no está en la calle. Otro pecadillo del leonesismo: mirarse permanentemente al ombligo, a ser posible el propio, retroalimentarse de doctrina y no ver más allá de las narices. Como que lo lógico es ser leonesista y no cabe más raciocinio, cuando la realidad es bastante tozuda a este respecto. Y a las pruebas electorales me remito.
Y hablando de no ver, más problemas. Ojalá la relación León-Bierzo-León fuera problema de presbicia, que por lo menos sería que nos estamos viendo de cerca, pero es una miopía con astigmatismo de calamar gigante, de los ojos más grandes del Reino Animal. Que León no entiende a El Bierzo y viceversa es un hecho aceptado, incontrovertible, asumido con un fatalismo que no entiendo… aquí me pierde mi condición de inmigrante mestizo.
Vengo de leer un artículo que tacha al bercianismo de invento, con autoría clara por parte de Tarsicio Carballo, recientemente fallecido. No comparto casi ningún postulado de esa columna. Pero es que, aun compartiéndolos, me daría igual.
Si hay gente en El Bierzo que se siente bercianista, no entiendo por qué no pueden llegar a tener un marco administrativo autonómico que les satisfaga, diferenciación identitaria aparte, y que entre todos nos demos. Yo creo que los leoneses, bercianos incluidos, tienen un sentido muy marcado del terruño y un gran apego a sus raíces, al punto de que se suele definir rasgo de carácter por la procedencia. Si tan es así, otorguémonos un marco legal que nos ayude a todos, en contra de una Junta de “Castiga a León”, que es la que a todos nos “joroba” por igual.
Y a ver si nos olvidamos por fin del “León no da” y “El Bierzo pide”, que León no da porque no es su competencia y no tiene ni para él, y El Bierzo no pide sino lo que en justicia le toca. Pero mientras disputamos en la desgraciada muga de El Manzanal, Mañueco y secuaces se mondan.
Gente que desde la Historia ha puesto el acento en León como origen de los regímenes democráticos. Otra gente que ha hecho suya la labor de destacar nuestro patrimonio natural, agrícola, ganadero y etnográfico con un reconocimiento internacional
Para oír hablar de la Provincia de León en serio, yo me acercaría este próximo martes 7 de octubre a las 19:00 horas al Auditorio de la Ciudad de León. Allí gente que siente y lucha por León nos va a hablar de cosas importantes. Gente que ha estado al pie del cañón en los incendios, gente que tiene claro que para León sólo queda expolio y abandono si no nos levantamos. Gente que desde la Historia ha puesto el acento en León como origen de los regímenes democráticos. Otra gente que ha hecho suya la labor de destacar nuestro patrimonio natural, agrícola, ganadero y etnográfico con un reconocimiento internacional. Gente de la industria comprometida con el medio natural y la auténtica sostenibilidad. Hasta vendrá “de fuera” un antiguo presidente autonómico a glosar su aventura autonomista, a transmitirnos su pesar por lo que en esta fallida comunidad nos está pasando, pero también a regalarnos esperanza.
Caben en el auditorio unas setecientas personas. Pensar que deberíamos ser a estas alturas en la Provincia de León unas setecientas mil, me parece simbólico. Sí, ese sería el número de habitantes que en una proyección realista deberíamos ser hoy en León. Y lo podríamos haber sido de ser capaces de un desarrollo autonómico uniprovincial que se cercenó. Venimos de ser, en 1983, 523.000 habitantes, un 1,38% de la población española en ese momento.
Si aplicamos ese porcentaje a la población española actual, 49,3 millones de habitantes, arroja esos casi 700.000. Sin embargo, las proyecciones para 2050 nos ponen en 300000. Y en tres generaciones, les digo que prácticamente extintos.
Igual era momento ya de ponernos de acuerdo, ver más allá del bocarón de la propia cuadra, trabajar un poquillo en positivo y tratar de salvar los muebles. Soy de los que cree que no todo está perdido.
Repito el ofrecimiento: acérquense por el Auditorio de León este martes. El acceso es libre aunque requiere retirar una entrada previa en el mismo recinto.
Merecerá la pena escuchar a José Antonio Díez, Sara Mateos, Elena de la Puente, Juan Prieto, Rogelio Blanco, José Luis Prada y Miguel Ángel Revilla.
Y, tras escuchar, lo mismo nos toca actuar. Que ya huele.