Será si interesa

Ya está uno curado de espantos. O eso cree hasta que llega el siguiente, que no deja de escandalizar y preocupar, y mira que la veteranía es un grado y estamos en unos tiempos donde la ola de lo que parece que estamos dispuestos a asumir no deja de crecer. Lo he dicho más veces, que me repito más que ajo de Santa Marina: la ventana de Overton, hecha añicos.
El caso es que en sede del Parlamento Europeo iba a votarse este martes 14 un reglamento por el que se establecen normas para combatir y prevenir el abuso sexual de menores. Por si han oído hablar de él: Chat Control. La cosa es que se ha suspendido la votación y estamos a la espera de nueva fecha. A priori y desde nuestra mejor intención, todo lo que contribuya a la protección de la infancia y a desterrar la execrable práctica de la pornografía infantil, abusos y vejaciones en el plano sexual de menores, es bien recibido. Más claro, agua del cántaro.
Pero últimamente parece que no hay norma por aprobar que no se reserve un “pero”, y la de ésta es de los gordos. En la práctica y por su redacción, esta normativa puede suponer el final de la privacidad en la mensajería instantánea, léase whatsapp por ejemplo, y también en el correo electrónico de todo pichichi que asiente sus reales en la Unión Europea. Y es que el reglamento permite monitorizar todas las comunicaciones de mensajería cifrada y correos electrónicos en envíos dentro de la UE. Un “Pegasus” general, que viene a considerar que todos somos pedófilos mientras no se demuestre lo contrario. Esto ya entra dentro del campo de la distopía, cada vez más pegada a la siniestra realidad… recuerden que ya se nos consideraba terroristas por denunciar el genocidio de Gaza. Sin haber roto un plato, tengo más “presuntos antecedentes” que “El Lute”.
Y me dirán ustedes, no sin cierta razón, que por qué me preocupo si no tengo nada que ocultar. Efectivamente, es verdad que poco tengo que esconder, que las mayores burradas que se me pasan por la cabeza
Una legislación semejante ya está funcionando en Reino Unido, y supone en realidad un escaneo permanente en servidores y proveedores de contenido, del tipo Google, Microsoft o Amazon, escudriñando rincón por rincón entre comunicaciones y archivos almacenados, “nubes” incluidas. Es una iniciativa reactivada por la presidencia danesa, pero es que, de momento, sólo Austria, Bélgica, Finlandia, Estonia, República Checa y Países Bajos han dicho que no tragan. Nosotros, que lo sepan ustedes, estamos pero que muy a favor. Y, la verdad, no oigo demasiadas voces en contra de lo que supone hacer tabla rasa de libertades y de presunción de inocencia… que no les cuenten milongas, que no hace falta ni orden judicial. Acceso en vivo y ya.
Y me dirán ustedes, no sin cierta razón, que por qué me preocupo si no tengo nada que ocultar. Efectivamente, es verdad que poco tengo que esconder, que las mayores burradas que se me pasan por la cabeza, y por las que me intereso, me las leen ustedes aquí. Pero no me negarán que la sensación de “desnudez” e indefensión, aparte el riesgo a la posible exposición pública, que ya sabemos cómo funcionan aquí las cosas de filtraciones e intenciones, es un tanto inquietante y, sobre todo, para mí lo más grave, marca una tendencia insoportable de intervencionismo “parapolicial”. A este respecto choca la oposición del gobierno finlandés, que maneja uno de los aparatos administrativos más transparentes. En Finlandia, por ejemplo, a través de una aplicación puedes enterarte de los ingresos de tu vecino sabiendo sólo el número de matrícula del coche que conduce… bien es verdad que en ese mismo momento tu vecino se entera de tu curiosidad. Sin embargo, insisten en mantener la privacidad de comunicaciones, base de la libertad de expresión y, por ende, de la democracia más básica.
Pero, para ponerles en situación, Estados Unidos sufre un “cierre de gobierno” porque no ha habido acuerdo en los presupuestos entre republicanos y demócratas. Y la solución aplicada es simple...
Por quitar hierro a esto y haciendo un chiste, cómo me extraña que nuestra clase política esté a favor de esta medida, ellos que, en general, sí tienen bastante que ocultar, incluso con juez de por medio. Será que se manejan con tal sensación de impunidad, que piensan que no va con ellos. A lo mejor hasta es verdad.
No obstante, alguien me dirá que me quejo de vicio, que donde de verdad está en juego la democracia es en el país referente de esos valores, que para muchos sigue siendo Estados Unidos. Una nación, Dios salve a América, que sufre estos días un “cierre de gobierno” y la ocupación de algunas de sus capitales más importantes (con alcalde demócrata todas ellas, por cierto) por parte de la Guardia Nacional. Podría hacer un paralelismo barato y comparar esta situación con lo que aquí sería la aplicación del artículo 155 desde el Gobierno Central para la suspensión de competencias de una comunidad autónoma, pero el asunto es mucho más complejo. En Estados Unidos las competencias en seguridad y vigilancia están en manos de los ayuntamientos y las implicaciones son radicalmente distintas. En España la seguridad es cuestión de Estado, un mecanismo bastante más natural y no tan sujeto a jurisdicciones territoriales.
Pero, para ponerles en situación, Estados Unidos sufre un “cierre de gobierno” porque no ha habido acuerdo en los presupuestos entre republicanos y demócratas. Y la solución aplicada es simple: si no sabemos cómo gastarlo, no gastemos. Y ya van tres semanas de salarios sin abonar, cerca de un millón de funcionarios a la calle (sí, sí están leyendo bien) y ahora una patata bien caliente, que también se ha decidido dejar de pagar a los militares. Sí, también a esos reservistas de la Guardia Nacional que patrullan por las calles de Chicago, Washington, Memphis o Los Ángeles, que en Portland se han encontrado una jueza que ha andado algo lista y ha conseguido parar el despliegue. Porque no se dan las condiciones para el mismo, que en ninguna ciudad está comprometida la seguridad nacional, o, al menos, en ninguna de las ocupadas más que en otras… que hablar de Estados Unidos y de seguridad es como hablarle de gallinas al zorro.
Es por eso, y al ver esos modos tan absolutamente dictatoriales en el Presidente Trump, que no me creo nada de lo que está promoviendo, a pesar de que en Europa le estamos “haciendo la ola”. El verlo en Sharm el Sheij, escenificando la paz en Gaza, me hace más bien pensar en un decorado, un permítaseme el juego de palabras, “trumpantojo” para huir hacia adelante en un proceso de paz, imprescindible y que quizá pueda servir momentáneamente, pero que creo que tiene muy poco en cuenta a los gazatíes, que en su mayor parte difícilmente podrán volver a sus hogares destrozados porque su territorio va a ser puesto en manos de un protectorado que dudo mucho que en efecto les proteja. De entrada, además, surgen serios inconvenientes: Hamás dice no disolverse y rechaza la presencia de Blair como “virrey”, por otro lado, Israel sigue bombardeando Líbano. Y diez mil muertos sepultados bajo las ruinas de la Franja esperan sepultura. No sé, demasiadas variables para un ingeniero, Trump, poco dado a escalas de grises.
Trump también se está dejando el patio trasero hecho un primor. No pudiendo con el hueso cubano, ahora fija el objetivo en Venezuela. Que no seré yo el que diga que no necesita reforma, y mucha, y democrática, y de calidad...
Pero todo es conveniencia del momento. El otro día directamente aluciné con el trato dispensado al nuevo presidente sirio, otro que tal. Al-Golani, por simplificar, es presidente de Siria desde enero, pero antes encabezaba el grupo terrorista HTS, y lo de terrorista no lo digo yo, que lo calificó así el Departamento de Estado de EEUU y ofreció por alguna pista por su captura hasta diez millones de dólares. Trump dice ahora que es un joven valor del mundo árabe y un tipo con el que comparte intereses. No sé, será porque desde que está en el poder ya van más de diez mil muertos en la no acabada guerra civil y donde la represión gubernamental se ceba indiscriminadamente contra civiles en poblaciones supuestamente partidarias del depuesto El Assad. Uno que, o está en San Petersburgo tomándose un vodka, o muerto, si es verdad que el avión en que huía se estrelló como muchos afirman… rumor que también corre para que lo dejen tranquilo, o no, o qué.
Y, no sé para qué queremos más días de fiesta, Trump también se está dejando el patio trasero hecho un primor. No pudiendo con el hueso cubano, ahora fija el objetivo en Venezuela. Que no seré yo el que diga que no necesita reforma, y mucha, y democrática, y de calidad, pero no parece lo más adecuado planear o amenazar con una intervención militar. Que no reconozcamos la idoneidad o hasta la legitimidad de los gobiernos de nuestros vecinos, no nos da derecho a intervenir, y menos violentamente, dentro de sus fronteras. Pero eso es algo que a Trump le da igual. Recordemos la famosa frase: “podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos”. Ni que decir tiene que volar por los aires a Maduro se considera en Estados Unidos casi un deber, quizá demócratas incluidos. La cosa es también para poner a quién, que candidata debidamente promocionada por la cuchufleta, esta sí que lo es, del Premio Nobel de la Paz ya hay.
Moraleja y acabo, que hoy cabe poco leonesismo, y viendo el paño y los enemigos reales y poderosos, no tengo duda de que, si le tiene que llegar la hora, será porque a algún actor de la escena política nacional, y con auténtico poder, le interese. Me queda claro que no somos dueños de nuestro propio destino, sino sólo un pequeño factor, a lo mejor un voto a favor o en contra. Pongámonos a engordar. Tenemos que pesar más.