Cuando los políticos se creen técnicos

¿Ha visto alguna vez a un político intentando apagar un incendio?
No me refiero metafóricamente.
Me refiero literalmente.
Con mangueras. Cámaras. Y una sonrisa que grita "¡Mírenme!"
Permítame explicarle lo que está pasando. Vivimos la era dorada del casting político. Los papeles se reparten por lealtad. No por competencia.
¿Ve la diferencia?
Es como ver "El Aprendiz", pero las consecuencias son reales. Millones de personas reales.
Tome nota: contratar a alguien competente que casualmente tiene perfil público vs. nombrar a tu cuñado porque "entiende el mensaje."
¿Sabe cuál es la diferencia?
La misma que existe entre un cirujano y alguien que ha visto "Anatomía de Grey."
Ambos conocen la jerga médica.
Solo uno debería operar su corazón.
La Era del Spin Eterno
Los funcionarios públicos han decidido algo curioso. Su trabajo principal no es gestionar.
Es actuar como influencers gubernamentales.
¿Inquietante?
Debería serlo.
Es el síndrome de la "narrativa total." Todo debe servir al relato. Incluso cuando la realidad se empeña en contradecir el guion.
Imagínelo por un momento.
Los responsables de protección civil convertidos en presentadores de reality show. Cada comparecencia no informa sobre riesgos reales.
Hace campaña encubierta.
¿Conoce la historia del Titanic?
El capitán gastó sus últimos minutos organizando la evacuación. Nuestros capitanes gastarían esos minutos explicando por qué el iceberg era culpa de la oposición.
¿Ve el problema?
La obsesión por "ganar el relato" ha alcanzado niveles de fanatismo. Los guionistas de Hollywood se sonrojarían.
Cuando el fiscal general se comporta más como spin doctor que como garante de justicia, algo va mal.
No es un problema de comunicación.
Es una crisis de identidad institucional.
El Síndrome del Superhéroe
¿Sabe qué fantasía han desarrollado los políticos?
Convertirse en superhéroes de la gestión técnica.
Quieren ser Batman luchando contra el fuego. Superman gestionando emergencias. Wonder Woman coordinando protocolos sanitarios.
¿El problema?
Batman tenía a Alfred.
Superman contaba con tecnología kryptoniana.
Wonder Woman tenía entrenamiento amazónico.
¿Nuestros políticos-superhéroes?
Sus poderes vienen de un curso de fin de semana en "Liderazgo para Dummies".
Cuando vemos dirigentes protagonizando la gestión directa de emergencias, deberíamos preguntarnos algo simple:
¿Dónde están los verdaderos expertos?
¿Se evaporaron como el agua en los pantanos?
¿O fueron relegados a extras en esta película de desastres?
Es particularmente inquietante cuando la respuesta a "¿quién gestiona esta crisis?" es "el político de turno".
Debería ser "el equipo técnico especializado dirigido por fulano, con 20 años de experiencia".
¿Ve la diferencia?
El Arte de Legislar desde el Sofá
Permítame presentarle uno de los deportes políticos más fascinantes.
Crear leyes desde las alturas sin bajar jamás al terreno.
Es como diseñar un videojuego sin jugarlo nunca.
Pequeña diferencia: cuando el juego falla, las vidas perdidas son reales.
Los legisladores han perfeccionado una técnica. "Dispara primero, apunta después".
Promulgan normativas que vacían el campo de habitantes.
Convierten cada acción rural en un laberinto kafkiano.
Luego se quedan perplejos cuando el monte se convierte en bomba de relojería.
¿La obra maestra del absurdo?
Estos mismos genios exigen a los ayuntamientos que cumplan planes de seguridad. Planes que requieren recursos que nunca les dieron. Conocimientos que nunca financiaron.
Es como pedirle a alguien que construya un rascacielos con un martillo de juguete.
Y luego arrestarlo por no tener ascensor.
El Juego de la Patata Caliente
Cuando todo explota—literalmente—comienza el espectáculo más emocionante.
"¿A quién le echamos la culpa?"
El gobierno, con sus batallones de asesores y presupuestos millonarios, se vuelve maestro del escapismo.
Las diputaciones practican el arte de hacerse invisibles.
¿Pero los alcaldes de pueblos de 500 habitantes?
Esos que gestionan con cuatro duros y un concejal a tiempo parcial.
Esos van derechitos al banquillo.
Es David contra Goliat, pero al revés.
El gigante con honda láser acusa al pastorcillo de no tener suficientes piedras.
Los alcaldes que perdieron la mitad de su término en llamas van a descubrir algo.
Encima van a ser investigados.
Por no tener planes de emergencia que nadie les enseñó a hacer. Que nadie les dio dinero para ejecutar.
Mientras tanto, los responsables legislativos que diseñaron este sistema demencial siguen dando ruedas de prensa.
¿Explicando qué?
Por qué la culpa es siempre de otros.
Del cambio climático. De la sequía. Del viento. De la fase lunar.
De todo menos de sus propias decisiones que convirtieron el territorio en yesca gigante.
El Club de la Hipocresía Selectiva
Mi espectáculo favorito: el Club de la Protesta Conveniente.
Estos actores versátiles pueden interpretar dos papeles. El indignado ciudadano y el político responsable.
A menudo en la misma semana.
Son como fanáticos del deporte. Celebran cuando su equipo gana con jugada polémica. Protestan cuando la misma jugada beneficia al rival.
Hoy marchan contra los incendios que devastan la provincia.
Ayer aplaudían las leyes que convirtieron el campo en yesca gigante.
¿Conoce el fenómeno?
"Yo no fui, yo no estuve, y si estuve dormía."
Amnesia política selectiva.
Permite criticar las consecuencias mientras se olvidan las causas que uno mismo creó.
¿Curioso, verdad?
La Receta del Desastre
La fórmula es simple pero letal:
• Mezcle política y gestión técnica hasta que nadie sepa quién hace qué.
• Añada obsesión narrativa hasta que el relato importe más que la realidad.
• Condimente con protagonismo político mal entendido.
• Sirva con amnesia selectiva.
¿El resultado?
Un cóctel tóxico.
La administración pública convertida en circo mediático. Los malabaristas políticos intentan hacer malabares con pelotas de fuego.
Fuego real.
Manual de Supervivencia
La solución no requiere un doctorado en Harvard.
Es tan simple como recordar algo básico:
Los hospitales los dirigen médicos. No presentadores de televisión. Los incendios los apagan bomberos. No asesores de comunicación.
Las emergencias las gestionan expertos en emergencias. No expertos en trending topics.
¿Ve el patrón?
Necesitamos una administración que funcione como un hospital de élite. Competencia técnica. Protocolos claros.
Y políticos que entiendan algo simple: su trabajo es tomar decisiones estratégicas.
No jugar a ser doctores.
El Final (Si es que lo hay)
La ciudadanía merece algo mejor que este espectáculo de variedades disfrazado de gestión pública.
Merecemos funcionarios que sepan la diferencia.
Entre gobernar y actuar.
Entre informar y hacer propaganda.
Entre gestionar crisis y crear drama.
¿Por qué?
Porque cuando su casa se está quemando, prefiere que lleguen los bomberos.
No los community managers del departamento de extinción.
¿Suena demasiado simple para nuestros tiempos complejos?
Tal vez el problema no sea la simplicidad de la solución.
Tal vez sea la complejidad innecesaria que hemos creado alrededor de algo tan básico como hacer bien el trabajo.
Después de todo, la competencia nunca pasa de moda.
Ni siquiera en política.