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'Las manos de los sueños': territorio de los mitos

Alfonso García firma esta pequeña obra que recorre el territorio mítico de la ciudad tomando como punto de partida la escultura de Juan Carlos Uriarte situada en la plaza de la catedral leonesa
Portada Las manos de los sueños 2
Fragmento de la portada 'Las manos de los sueños'.

A veces se producen, como en esta ocasión, conjunciones felices. La de Gregorio Fernández Castañón, siempre provisto de una lista de proyectos para cuando llegue el momento oportuno, y la de Alfonso García (Santa Lucía de Gordón, 1946), siempre con lápiz y libreta para esas notas recogidas aquí y allá, lejos o cerca, que terminan encontrando el momento oportuno para plasmarse en un texto. Así entiendo yo que ha sido el modo en que se ha hecho realidad la última publicación de Alfonso García, director y mantenedor durante muchos años del suplemento ‘Filandón’, uno de los proyectos culturales más completos e interesantes de León en los últimos años. 

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Portada Las manos de los sueños.

Su título, ‘Las manos de los sueños’, pone en antecedentes al lector del territorio por el que discurrirán las palabras (los sueños), pero solamente se hallará la explicación para el resto si se abre el libro. Las manos son la otra referencia clave, que remite a una de las esculturas más exitosas de la ciudad aunque muchos desconozcan cuestiones básicas sobre ella que Alfonso nos proporciona: ‘Homenaje a los constructores de catedrales’, obra del escultor leonés Juan Carlos Uriarte, erigida en la plaza de Regla, junto a la catedral, en 1997. En fin, la escultura de las manos. Que es como casi todos la conocemos. Probablemente la mayoría nos hayamos fijado en que, desde su instalación, es casi imposible verla solitaria: a su alrededor siempre hay gentes (mayores, de mediana edad, adolescentes, niños, extranjeros…) tratando de encontrar “su mano”, ese espacio en la escultura que coincida con la suya. 

Alfonso García ha ido mucho más allá: ha observado con atención, escuchado subrepticiamente y anotado esas sensaciones y comentarios que dejan en el aire quienes se han sentido atraídos por la escultura. Después ha hecho lo que sabe hacer estupendamente: escribir recopilando leyendas y mitos con los que se ha ido tropezando en sus paseos por la ciudad y el mundo. Porque, al fin, los territorios fantásticos son universales. De su mano ( de la de Alfonso, digo) podremos recorrer esas historias que la ciudad nos ofrece más o menos escondidas. La mayoría de las veces claramente a la vista, solo que hay que tener los ojos bien abiertos y, sobre todo, memoria para recordar lo oído en alguna ocasión: el caño Vadillo o el de San Martín, el pozo del Palacio de los Guzmanes, el Cristo de los Vaderas de San Marcelo, la fuente de la Plaza del Grano, el barco colgado como exvoto en el atrio de la iglesia del Mercado, otras esculturas…

Tengo la sensación de que este opúsculo (uso la palabra en su más pura acepción latina) es quizá ejemplo de cómo han ido surgiendo, modificándose y completándose las leyendas a lo largo del tiempo. Alfonso García ha plasmado en ‘Las manos de los sueños’ muchos de sus contenidos (el amor, la prosperidad, la suerte, la salud, la fertilidad, el viaje…), recordándonos dónde hemos de poner las manos para formular nuestros deseos. Y recordándonos, sobre todo, que la riqueza legendaria y mítica de la ciudad de León no ha dejado de crecer y corre imparable de la mano de la modernidad.

Las manos de los sueños
Alfonso García
La Armonía de las Letras, 2025
63 páginas