La Cultural firma una remontada de gran prestigio ante el Éibar
Tiene un punto de grandeza la Cultural que, por momentos, sorprende e ilusiona a partes iguales. Ante el Éibar, un martillo, el equipo de Ziganda hizo lo que tenía que hacer: tirar de oficio y llevarse los tres puntos. Todo, en un campo como Ipurúa, tan complicado, tan comprometido, tan cargado de leyendas.
La victoria del equipo de Ziganda tiene mucho calado por el escenario y la secuencia. Remontó de nuevo un 1-0 adverso y por momentos tuvo un compromiso arrollador.
El equipo supo responder con acierto a todo lo que le planteó el rival. Manu Justo se reivindicó, de nuevo, desde el punto de penalti, Ribeiro sigue haciendo magia, esta vez Ojeda puso el balón en la red con un cañonazo, y por encima, Badia fue un cerrojo perfecto.
Toda la Cultural tuvo un comportamiento coral, mejorable en todo caso, pero muy solvente a la hora de hacerse con una victoria de calado.
Un comienzo valiente en Ipurúa
El partido arrancó con la Cultural dominando la iniciativa. Chacón probó fortuna desde la frontal, aunque su disparo se marchó alto en el primer minuto. Ojeda, muy activo, buscó profundidad por la izquierda mientras la afición leonesa, desplazada en masa, respondía animando con caretas de Lucas Ribeiro.
En esos primeros compases, el juego se concentró en la medular, con ambos equipos buscando hacerse con el control. Guruzeta probó desde fuera del área y Badia atajó sin problemas (minuto 17). Aun así, el equipo leonés estaba bien plantado, serio y atrevido.
Golpe del Éibar y respuesta inmediata
En el minuto 23 llegó el primer mazazo: una buena combinación entre Adu Ares y Bautista acabó con Arbilla empujando a placer el 1-0. La Cultural acusó el golpe y, aunque dominaba, no encontraba el camino hacia el empate.
Pero la reacción no tardó. En el minuto 37 el equipo pidió penalti por derribo a Manu Justo, acción que revisó el VAR. Un minuto después, el colegiado señaló la pena máxima. Y Manu Justo no falló: 1-1 y partido nuevo.
El tramo final de la primera parte fue culturalista. Ojeda estuvo a punto de marcar desde fuera del área pero el Eibar siempre fue peligroso en sus llegadas.
Las claves del partido
La Cultural golpea al inicio del segundo tiempo
La segunda parte no pudo empezar mejor. A los dos minutos, Lucas Ribeiro avisó en una acción individual (minuto 47). Y en el 48’, llegó el golazo de la tarde: Thiago Ojeda enganchó un zapatazo ajustado al palo largo que silenció Ipurúa. 1-2 y remontada consumada.
El Éibar intentó responder con insistentes ataques (minuto 52), pero la Cultural mantenía el orden, incluso generando contragolpes peligrosos. Manu Justo tuvo el tercero en el minuto 57, pero su disparo se marchó alto.
Los cambios y el empuje armero aprietan el marcador
El carrusel de sustituciones comenzó a cambiar el ritmo del encuentro. El Éibar introdujo piezas frescas (minutos 57 y 70) y Ziganda respondió con modificaciones para reforzar el bloque (minutos 67 y 86). Hubo incluso un momento surrealista: el propio Ziganda recibió un balonazo en la cara y cayó del banquillo (minuto 70), lo que arrancó murmullos en la grada.
Ipurúa apretaba. El Éibar buscaba el empate con todo y la presencia en la grada de Nico Williams animaba al público local (minuto 68). La Cultural, mientras tanto, buscaba la sentencia a balón parado: en el 65’, Ribeiro rozó el tercero en un córner.
El tramo final, un ejercicio de resistencia
El arreón eibarrés se hizo más intenso a partir del minuto 72. Bautista, Guruzeta y Martón aparecían por todos lados, pero la defensa leonesa —con Yayo, Pibe y Bicho ya sobre el césped— se multiplicó para despejar cada balón. Badia, inmenso, detuvo una acción peligrosa de Guruzeta en el minuto 88.
En el descuento, el corazón se paró por un segundo: Javi Martón rozó el 2-2 con un cabezazo que salió pegado al poste. La Cultural resistió hasta el último suspiro y, tras cinco minutos de prolongación, el árbitro señaló el final.
Un triunfo que pesa como el hierro de Ipurúa
El 1-2 en Ipurúa es una declaración de intenciones. La Cultural demostró oficio, carácter, contundencia y un crecimiento competitivo que invita a creer.
Remontada, trabajo coral, solidez atrás y pegada arriba. Una victoria de las que construyen equipos. De las que dejan huella.


