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Flores y memoria para Abel y Jaime en el lugar donde cayeron luchando contra el fuego

Familiares y vecinos de La Bañeza y Quintanilla de Flórez recuerdan a los dos primos que fallecieron cuando combatían el fuego de Nogajeras con un emotivo gesto en la zona del siniestro
Ramos de flores en el lugar en el que ambos voluntarios perdieron la vida.
Ramos de flores en el lugar en el que ambos voluntarios perdieron la vida.

El recuerdo de Abel Ramos, de 35 años, y Jaime Aparicio, de 37, permanece vivo en los pueblos de la comarca leonesa de La Bañeza. Ambos fallecieron la pasada semana mientras intentaban frenar el avance de las llamas en el incendio de Nogajeras, y ahora familiares, amigos y vecinos han querido rendirles un homenaje íntimo y simbólico: la colocación de dos coronas y un ramo de flores ante la maquinaria en la que trabajaban cuando perdieron la vida.

Dos pueblos unidos por el dolor

La tragedia golpeó de lleno a La Bañeza, donde Abel era un joven empresario muy querido, vicepresidente del Motoclub local y conocido por su pasión por las motocicletas, y a Quintanilla de Flórez, el pequeño pueblo de apenas 20 habitantes donde Jaime regentaba el bar del municipio. Ambos habían combatido juntos las llamas que saltaron desde Zamora hasta León.

Funerales multitudinarios

El jueves, más de 2.000 personas abarrotaron la plaza Mayor de La Bañeza para dar el último adiós a Abel. Su féretro, recibido con aplausos, fue despedido en la iglesia de Santa María en un funeral marcado por la emoción y la noticia de la muerte de su primo Jaime.

Un día después, el viernes, el dolor se sintió en Quintanilla de Flórez, donde se despidió entre lágrimas y aplausos a Jaime. Decenas de personas tuvieron que seguir la ceremonia desde la calle por la falta de espacio en el templo del pequeño municipio.

El fuego que marcó una comarca

Los dos primos fallecieron mientras manejaban maquinaria pesada en un intento desesperado por frenar el fuego que había alcanzado la zona de Nogajeras. Una lucha que les costó la vida y que deja una huella imborrable en la provincia.

El gesto de las flores sobre la maquinaria se ha convertido en el símbolo del sacrificio de Abel y Jaime, y en el testimonio de una comarca que no olvida el precio humano que dejan los incendios.