El fuego obliga a desalojar a 6.690 personas en la provincia de León
El avance del incendio originado en Molezuelas de la Carballeda y propagado a la provincia de León además del fuego declarado en la zona oeste provincial mantiene a 6.690 personas desalojadas de sus residencias.
Entre las poblaciones más afectadas destacan Jiménez de Jamuz, con 1.200 vecinos desalojados; Alija del Infantado, con 600; Villanueva de Jamuz, con 300; y Torneros de Jamuz, con otros 300. También se vieron obligados a abandonar sus casas los habitantes de Quintanilla de Flórez (100), Palacios de Jamuz (60), Quintana y Congosto (100), Herreros de Jamuz (140), Genestacio (100), Nora del Río (60), Quintana del Marco (180), Santa Elena de Jamuz (150), San Juan de Torres (80), Destriana (100), Robledo de la Valduerna (50), Villalís de la Valduerna (60), Villamontán de la Valduerna (200), Posada de la Valduerna (130), Miñambres (200), Robledino de la Valduerna (50), Redelga de la Valduerna (50), Ribas de la Valduerna (120) y Tabuyuelo de Jamuz (15).
Realojados en La Bañeza y Astorga
Los evacuados han sido alojados provisionalmente en albergues gestionados por Cruz Roja en La Bañeza —cuatro espacios municipales habilitados por el Ayuntamiento— y en Astorga —tres dispositivos en el Seminario, el pabellón municipal y el cuartel militar—. En ellos reciben agua, alimentos y suministros básicos.
La carretera LE-125 ha permanecido cortada en ambos sentidos desde el kilómetro 2,5, en La Bañeza, hasta el kilómetro 35, en Torneros de la Valdería, debido al humo y al polvo generados por el incendio.
Más incendios en la provincia
Además de este fuego, en León siguen activos otros focos de importancia. El incendio declarado en Yeres, en la comarca del Bierzo, que afecta al entorno de Las Médulas, obligó al desalojo de Peñalba de Santiago y mantiene evacuadas las localidades de Montes de Valdueza, Santalavilla, Llamas de Cabrera y Ferradillo.
También se registran incendios en Paradiña, Anllares del Sil, Orallo, Fasgar, Laballos, Castrocalbón y Villavieja.
Las condiciones meteorológicas —con vientos cambiantes, altas temperaturas e inversión térmica— han complicado las tareas de extinción, generando una gran nube de humo y caída de ceniza sobre la capital leonesa.