Casa de León: Amable Liñán, sabio de la aeronáutica y leonés de corazón
La Casa de León en Madrid ha despedido con gran pesar a Amable Liñán Martínez, cuyo fallecimiento tuvo lugar el pasado sábado 8 de noviembre, una noticia que “sacudió con tristeza a muchos leoneses y, muy especialmente, a nuestra Casa”. Liñán era “uno de los socios más antiguos y un destacado miembro de nuestro Consejo Superior”, recordaron desde la institución.
Natural de Noceda de Cabrera (León), donde nació el 27 de noviembre de 1934, Liñán cursó sus primeros estudios en Astorga, en el colegio La Salle, y se licenció en la Escuela Superior de Ingenieros Aeronáuticos de Madrid, donde también obtuvo el doctorado.
Una vida dedicada a la docencia y la investigación
“Doctor en Ingeniería Aeronáutica, fue catedrático de Mecánica de Fluidos en la Escuela Superior donde había estudiado”, destaca la nota de la Casa de León. A lo largo de su extensa carrera formó “a varios miles de estudiantes”, convirtiéndose en un referente para generaciones de especialistas. Entre ellos se encuentra el también leonés y socio de la Casa, César Dopazo, con quien mantuvo “una estrecha relación profesional y personal hasta el último día”.
Su labor docente e investigadora se extendió también a varios países, lo que le valió reconocimiento internacional como una de las mayores autoridades mundiales en ingeniería aeronáutica, especialmente en el campo de la combustión.
Durante su dilatada trayectoria fue galardonado con numerosos premios y distinciones, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica (1993), el título de Leonés del Año (1993) y varios Doctorados Honoris Causa por universidades españolas y extranjeras.
El recuerdo del sabio humilde
En su despedida, la Casa de León subraya que a Amable Liñán se le recordará “con respeto y cariño por su valía personal y profesional, pero sobre todo, por la elegancia de su llaneza, su bonhomía y la humildad del sabio”.
“A veces, dicen, solo la muerte es capaz de iluminar una vida; en el caso de nuestro amigo, eso no es necesario, pues él se ocupó de tenerla iluminada durante toda su vida”, añade el emotivo texto.
La institución leonesa acompañó en su dolor a su esposa, Rosita, “también muy querida por nosotros”, y a sus hijos, en una despedida que une la admiración científica con el afecto humano hacia uno de los leoneses más ilustres de su tiempo.