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El Fuero y las Cortes: dos pilares para "levantar un reino hundido"

El historiador leonés Vicente Álvarez Palenzuela recordó cómo Alfonso V y Alfonso IX sentaron las bases jurídicas y políticas del Reino de León en los años más difíciles de su historia
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El catedrático leonés Vicente Álvarez Palenzuela, Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia.

El catedrático leonés Vicente Álvarez Palenzuela, Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia, ofreció una conferencia bajo el título “Fuero y Cortes o cómo levantar un reino hundido”, en la que analizó los dos grandes hitos que marcaron el resurgir del Reino de León: el Fuero de 1017, promulgado por Alfonso V, y las Cortes de 1188, convocadas por Alfonso IX.

Ambos monarcas, explicó el medievalista, “utilizaron instrumentos diferentes para reconstruir un territorio devastado y dividido”, pero con un mismo objetivo: levantar el reino.

La conferencia, presentada por la profesora de la Universidad de León y también medievalista Margarita Torres Sevilla, reunió a un numeroso público en la Sala Región, donde Álvarez Palenzuela reivindicó el papel de León como cuna de la legalidad y del parlamentarismo europeo.

El Fuero de León, “una constitución para el reino”

El historiador recordó que Alfonso V otorgó el Fuero a la ciudad de León en 1017, apenas dos años después de acceder al trono, “tras encontrar un reino arrasado por las incursiones de Almanzor”.

El documento, explicó, “fue toda una constitución para el reino, porque reguló la justicia y la sociedad”, al tiempo que “atraía población y garantizaba el abastecimiento de alimentos y mercancías”.

“Se trata de las primeras leyes de este tipo en Europa y tienen un carácter constitucional o constructivo, porque delinean un armazón jurídico para todo el reino, para León y su alfoz”, señaló Álvarez Palenzuela.

El catedrático leonés Vicente Álvarez Palenzuela, Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia.
El catedrático leonés Vicente Álvarez Palenzuela, Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia.

El Fuero regulaba aspectos sociales y económicos novedosos para su tiempo, como las condiciones de los campesinos para abandonar las tierras, la recuperación de esclavos y siervos, y la protección de los oficios cualificados. Además, establecía sanciones severas contra el falso testimonio —“con una pena muy grande para el falsario”— y fijaba normas fiscales para el comercio.

Las Cortes de 1188: el nacimiento del parlamentarismo

Casi dos siglos después, Alfonso IX heredó un reino políticamente dividido y con graves problemas económicos. Para afrontarlos, convocó en 1188 una asamblea en San Isidoro de León, conocida como las primeras Cortes de la historia, y reconocida por la UNESCO como cuna del parlamentarismo mundial.

En esa reunión, precisó el ponente, “no hubo una elección democrática de los representantes, pero sí una estructura inédita en Europa”, al reunir en el mismo espacio a nobleza, clero y pueblo llano, este último representado por quienes podían contribuir económicamente a la Corona.

El monarca y sus súbditos definieron entonces los derechos y obligaciones de los ciudadanos, otorgando seguridad jurídica a sus relaciones. Entre los acuerdos más destacados, Álvarez Palenzuela destacó el compromiso de que “el rey no devalúe la moneda”, manteniendo el contenido de metal noble en cada pieza.

“Cada siete años se reunirá la asamblea para resarcir al rey por mantener el valor de la divisa”, explicó el historiador, subrayando que este sistema evitó la inflación y fortaleció la confianza económica del reino.

León, un referente en la historia política de Europa

Con esta revisión histórica, Álvarez Palenzuela reivindicó el papel del Reino de León en la construcción de los primeros modelos de gobierno basados en la ley y el consenso.

“El Fuero y las Cortes no fueron solo documentos jurídicos, sino instrumentos para levantar un reino hundido”, concluyó el catedrático, recordando que ambos textos reflejan “una visión avanzada y pragmática del poder, en la que la justicia y el bien común se ponen por encima del interés personal del monarca”.