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La memoria minera, en la puerta

Carteles con los nombres de los cinco mineros muertos en Cerredo reaparecen repetidamente en la puerta de las oficinas de la empresa explotadora de la mina, situada en el centro de León capital
 

En la puerta principal del edificio que alberga las oficinas de Blue Solving, en pleno centro de León, han comenzado a aparecer carteles con un fuerte contenido simbólico: los nombres de Jorge, David, Rubén, Iván y Amadeo y un lazo negro. Son los cinco trabajadores que perdieron la vida el pasado 31 de marzo en la mina de Cerredo, en el municipio asturiano de Degaña.

Aunque los carteles han sido retirados en varias ocasiones, estos han vuelto a colocarse en días sucesivos. No se trata de una acción organizada, sino de una manifestación espontánea y reiterada de duelo y denuncia. Para quienes pasan por allí, los nombres en el papel recuerdan que la tragedia no ha terminado en el interior de la mina, sino que persiste en forma de preguntas sin respuesta.

La escena refleja el malestar que ha dejado la tragedia. No es una pancarta ni una concentración: es una constancia persistente de que los fallecidos siguen presentes, justo en la misma puerta donde se sitúa la empresa titular de la explotación minera.

Avanza la investigación sobre un accidente evitable

Mientras tanto, la investigación judicial sobre lo ocurrido ha comenzado a ofrecer sus primeras conclusiones preliminares. La Guardia Civil, tras una primera inspección en el interior de la mina, ha detectado indicios de que se realizaba una extracción ilegal de carbón. También se ha señalado una notable falta de medidas de seguridad.

Uno de los datos más alarmantes es que, de los cinco fallecidos, solo uno portaba un detector de gases —el vigilante del grupo—, y que dicho dispositivo se encontraba apagado. Las sospechas apuntan a que el oxímetro pudo ser silenciado de forma deliberada para evitar las alertas sonoras en un entorno que acumulaba riesgos evidentes.

Carbón a medio cargar y condiciones "inaceptables"

Los agentes encontraron además cuatro vagonetas con carbón a medio cargar en la zona donde se produjo la explosión, lo que refuerza la hipótesis de que en el momento del accidente se realizaban labores extractivas pese a las aparentes restricciones. 

La exconsejera de Transición Ecológica del Principado, Belarmina Díaz, ha señalado como prueba irrefutable la existencia de dos huecos posteados de 18,2 y 24,6 metros de largo, con apenas 80 centímetros de anchura. Una configuración que obligaba a los trabajadores a operar en condiciones que la propia Díaz comparó con “el peor de los chamizos”.

Meses sin inspecciones y una actividad conocida

Según han confirmado los supervivientes a la Guardia Civil, la extracción de carbón se venía realizando de forma irregular desde hacía meses. En este tiempo, no se habrían realizado inspecciones oficiales en la explotación, lo que, de confirmarse, podría implicar una grave omisión de control por parte de las autoridades competentes.

El Juzgado de Cangas del Narcea, encargado del caso, ha decretado el secreto de sumario. Se espera que en los próximos días la Guardia Civil remita su primer informe técnico con los hallazgos de la inspección realizada sobre el terreno.