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Reportaje

Ocurrió hace un siglo: María Sánchez Miñambres, primera concejala del Ayuntamiento de León (1925-1930)

La llegada de María Sánchez Miñambres al Consistorio en 1925 convirtió a esta escritora y activista leonesa en la primera mujer con asiento en el Ayuntamiento, en pleno impulso reformista

A finales de 1925 la ciudad de León podía tener, a todo tirar, unos veintiocho mil habitantes. El crecimiento de la población durante la década había sido moderado y paulatino, aunque el techo de los treinta mil se resistiría hasta los años 30. Era una ciudad pequeña y angosta que buscaba aires nuevos en el Ensanche, donde la burguesía, esa nueva clase social que todo lo cambia, había ido construyendo -y seguiría haciéndolo- sus nuevas residencias Pero el León que quizás hay que imaginar, y no precisamente por romanticismo, es el de siempre, aquel constreñido por las murallas y las cercas, el que vivía apretado aún en los barrios de Santa Marina o en San Martín, en rúas estrechas poco saneadas y menos iluminadas, en arrabales donde el barro era una realidad cotidiana.

'La Democracia'
Recorte de 'La Democracia'.

En León, el año 1925 probablemente no fue muy distinto al anterior o al posterior. Si acaso diferente porque ocurrió algo novedoso: María Sánchez Miñambres (1889-1977) era nombrada el 17 de noviembre concejala del Ayuntamiento de León. No fue un caso único: ahí está el de Felipa Piñero que desde hacía exactamente medio año era concejala del Ayuntamiento de Villablino. A ella le cupo el honor de ser no solo la primera concejala de su ayuntamiento sino, que sepamos, de toda la provincia. 

Durante el siglo XIX se habían producido tímidos e infructuosos intentos de conceder el derecho al voto a la mujer. Se trataba en cualquier caso de un derecho a voto extraordinariamente restringido que durante la Dictadura de Primo de Rivera se materializa en el Estatuto Municipal publicado en la ‘Gaceta de Madrid’ de 9 de marzo de 1924 y que se confirma en las instrucciones para la realización del censo: la mujer resultaba electora y elegible pero solamente en determinadas condiciones. Afectaba solamente a “las mujeres mayores de veintitrés años que sean vecinas y no estén sujetas a patria potestad, autoridad marital ni tutela, cualesquiera que sean las personas con quienes, en su caso, vivan”.

Como no se llegaron a celebrar elecciones, todas las mujeres que accedieron a cargos municipales (mayoritariamente concejalas, aunque hubo también alguna alcaldesa) lo fueron por designación gubernamental delegada en los gobernadores civiles. Esa circunstancia explica, sin duda, la presencia de María Sánchez en el Ayuntamiento, fruto de un nombramiento directo del José del Río Jorge, dispuesto a seguir al pie de la letra el espíritu de la dictadura que propugnaba la incorporación de la mujer en las instituciones locales. María Sánchez Miñambres, soltera e instruida, cumplía a la perfección con todas las cualidades exigidas por la norma pero también, con toda seguridad, con algunas otras que resultaron no menos importantes. 

Se trataba de una mujer muy bien posicionada socialmente, de buena familia, adinerada, culta e independiente. Pero también vinculada o afecta al régimen. De hecho, es una evidencia la gran amistad que durante los años precedentes la une con Miguel Díez Gutiérrez Canseco, hasta el mes de abril de ese año presidente de la Diputación de León, y hombre cercano a Primo de Rivera.

LA TOMA DE POSESIÓN

El 17 de noviembre María recibió la credencial del cargo de concejala que el alcalde Francisco Roa de la Vega le remitió firmada por el Gobernador Civil. Fue un día antes del pleno del Ayuntamiento leonés que se reunió en sesión extraordinaria el 18 de noviembre de 1925. Tal día como hoy hace exactamente un siglo.

El acta de la sesión recogió la aceptación por parte del gobernador civil de las dimisiones de Martín Escudero y Velasco nombrando para sustituirlos a Don Urbano Fernández Álvarez y a la señorita María Sánchez Miñambres. La retórica de la elogiosa recepción se plasma así en el acta del pleno: “El Sr. Presidente saluda a los Sres. nuevos concejales y dice que hoy se cumple en esta casa un anhelo general que es el de dar representación a la mujer en los trabajos del municipio y que todos deben felicitarse en la persona en quien esta representación recae pues la Srta. Sánchez Miñambres es mujer de excepcionales dotes de cultura, sensibilidad y talento y que siempre ha puesto su pluma al servicio de las más nobles causas y que en el seno de la corporación acreditará una vez más sus bellas cualidades especialmente en los servicios de Instrucción y Beneficencia”.

Dicho y hecho. Debía estar pensado con antelación en qué comisiones trabajaría María quien de esa misma sesión sale formando parte de aquellas para las que tenía “bellas cualidades”: Instrucción Pública y Beneficencia. A comienzos del año 1926, en el pleno en que Julio del Campo recibirá de manos del Gobernador Civil la Cruz de la Beneficencia, se la elegirá sustituta del 2º teniente de alcalde. Fue el cargo más importante que la corte de los varones que la acompañaban tuvo a bien concederla. 

La prensa recogió con desigual interés el nombramiento. Así, ‘La Crónica de León’, periódico semanal que se publicaba los sábados, se limitó a insertar el día 21 de noviembre de 1925 un párrafo lacónico sin valorar la excepcionalidad de que fuese una mujer quien por vez primera vez ocupase ese cargo. 

La noticia fue recogida en la primera página de ‘El Diario de León’ (19/11/1925), periódico monárquico católico y conservador, de manera bien diferente y más completa: “El Sr. Roa de la Vega dice que los nombramientos traen una novedad al haber recaído uno de ellos en una mujer, lo cual responde a los anhelos de todos de verla intervenir en los negocios públicos concediéndola todos los derechos civiles. En este caso dice que debemos felicitarnos doblemente por la persona en quien ha recaído el nombramiento ya que la nueva concejal posee una vasta cultura y ha viajado por España y fuera de ella recogiendo enseñanzas que hoy pueden ser muy útiles. Dedica a la Srta. Miñambres unas frases poniendo de manifiesto su abolengo leonés y su labor literaria. Finalmente la felicita en nombre de la Corporación a la que puede ser sumamente útil porque en muchas ocasiones hace más falta espíritu que corazón, como cuando se trata de cuestiones que afectan a la infancia y a la caridad”.

'Diario de León'
Recorte de 'Diario de León'

Por su parte, ‘La Democracia’ (19/11/1925), periódico de corte republicano y progresista, dedicó un larguísimo y pormenorizado espacio a la reunión municipal firmado por Martín Gala que tituló “La sesión del Pleno de ayer resultó muy divertida”. La noticia, más completa y extensa, recogía entre otros asuntos la toma de posesión en la que se produjeron algunos momentos de humor. Por ejemplo el momento en que el señor Moliner afirmó tener en común con María el celibato. La cuestión podía ser graciosa pero, sin embargo, nadie llamaba señorito a Moliner mientras que María siempre llevaba delante su inevitable señorita. Martín Gala si acertó con la importancia del momento: “El Sr. Roa habla del nombramiento que juzga acertadísimo, y en uno de esos líricos discursos suyos, lleno de los inevitables toques sentimentales y periodos brillantes, canta un himno a la mujer, personificada en ese instante por la Srta. Sánchez Miñambres, cuya designación para el cargo de concejal viene a poner –este es juicio nuestro- la nota de verdadera novedad al Ayuntamiento que nos disfrutamos. El Sr. Roa dice que dicha señorita será el guía espiritual de los ediles y que ella tan conocedora de todo, realizará una obra que ha de dejar recuerdos imperecederos. 

Seguidamente confiesa que es un alma viajera, lo que le da gran fortaleza para conseguir que León entre en el modernismo y no envidie mucho de lo que ella ha visto en Francia, Bélgica y otros países. También dice que es una humilde labradora de alma bohemia, que pasa gran parte del tiempo en Torneros y Grulleros, cuyas calles pueblerinas encuentra tanto o más transitables que las de la capital, por cuyo rápido y pronto arreglo aboga”. 

El nombramiento de María como miembro de la corporación municipal no tuvo nada de inesperado. Debía venirse fraguando desde el momento en que se publicó el Estatuto Municipal pues Carmelo Hernández, conocido por su apodo “Lamparilla”, escribe a María en 2 de abril de 1924: “Como ve, le preparo el camino, por si quiere ser concejala. Más no se puede pedir”.
Tampoco ese nombramiento fue indeseado para ella. Había conseguido hacerse un pequeño hueco en la prensa del momento (fue la única mujer que escribió de manera continuada en ‘Vida Leonesa’) y alcanzaba un cargo envidiable del que además habían disfrutado su bisabuelo, su abuelo, su padre, dos tíos y un primo. Pero la diferencia era notable: ella era mujer y estaba soltera.

LA DEFENSA DE LA INSTRUCCIÓN

La época en la que María Sánchez Miñambres forma parte del Ayuntamiento es un periodo interesante en el que la ciudad aborda cambios que apuntan una modernización incipiente. Algunos de los retos más importantes que se reflejan en las actas de los plenos son las obras relativas a la construcción del mercado de abastos y almacenes, la pavimentación de las calles, la traída de aguas, el alcantarillado, el nuevo cementerio, el matadero, los incendios y la iluminación pública. 

También el establecimiento de líneas de autobuses, la repoblación de Parque y la zona comprendida hasta la unión de los ríos, la construcción de la escuela Normal de Maestros, la reorganización del servicio de Guardia Municipal, el fomento de casas baratas, el proyecto de construcción de la iglesia de Las Ventas, agentes recaudadores, el problema de las presas que se desbordan. Y el importe de las tasas, muchas tasas (porque poco hemos cambiado): del cementerio municipal, por conducción de cadáveres, por asistencia y estancias en sanatorios municipales tratándose de personas pudientes, por colocación de anuncios artísticos en instalaciones propiedad del municipio… 

La amplitud de miras y la rigurosidad con que María Sánchez Miñambres y José Salgado trabajaron al unísono en la comisión de Instrucción Pública es increíble. Visitaron escuelas, estudiaron estadísticas, consultaron pareceres, hicieron gestiones, plantearon y justificaron propuestas. Sus resultados se evidenciaron en dos plenos de finales del año 1929 cuando, aunque sus protagonistas no podían saberlo, estaba ya próximo el fin de su actividad política. 

Defendieron con ahínco que la escuela municipal del Barrio de La Vega se mantuviese y continuase siendo mixta (porque el censo escolar recogía más niñas que niños), que se construyese un nuevo grupo en Las Ventas de Nava de niñas de 6 grados, y otro grupo de dos en Puente Castro, que se incluyese partida para la calefacción en la Escuela Normal de Maestras aunque no hubiese obligación, que se aumentasen los sueldos de la maestra auxiliar y de la vigilante de la Escuela de Párvulos de La Serna, que se crease una plaza de maestra auxiliar en la calle de Fernández Cadórniga para tener un grado más y solucionar un problema de escolarización urgente.

LA REPRESENTACIÓN PÚBLICA

En otro orden de cosas, se da la circunstancia de que en el periodo en el que MSM es concejala (1925-1930) se producen algunos acontecimientos interesantes que son recogidos por la prensa. A finales del mes de junio de 1926 se produce la visita de Miguel Primo de Rivera que llega a León a las 17:30 del día 27. Allí es recibido calurosamente, recoge el ABC, por las fuerzas vivas del lugar: “En la estación, una compañía de Infantería rendía honores. Allí estaban el obispo, comisiones y numeroso público que ovacionó clamorosamente al marqués de Estella. Este, después de revisar las tropas, ocupó un automóvil con el alcalde, siendo aclamado a su paso por las calles. Un grupo de señoritas, vestidas con trajes típicos, ofreció flores al presidente. Llegada la comitiva a la catedral, se cantó un Tedéum. 

[…] A las 10 de la noche fue obsequiado con un banquete al que asistieron cien comensales, ofrecido por el Ayuntamiento. El alcalde, en elocuente brindis, expresó su adhesión al marqués de Estella. La concejal, señorita Miñambres, leyó unas cuartillas en elogio también de la obra del presidente del Consejo”.

El programa de la visita es denso y, como no podía ser de otra manera, el periódico ‘La Nación’, claro órgano del régimen, lo recoge pormenorizadamente. Incluso publicó íntegramente (28/6/1926) las palabras que María Sánchez, “una bellísima muchacha”, pronunció en ese banquete recibiendo una calurosa y larga ovación. 

En septiembre de 1927 se produce la visita de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia a la ciudad, acontecimiento que ‘El Diario de León’ cubre con un suplemento de ocho páginas. Los monarcas, que provenían de Astorga, realizan una corta estancia en León durante la que María es la encargada de ofrecerle unas flores a la Reina en San Marcos. 

En mayo de 1928 se da la bienvenida al nuevo Gobernador Civil: Generoso Martín Toledano. Y en el pleno de 1 de julio de 1929 se da cuenta de la muerte trágica de Fernando Villarino Merino, acordándose concederle la medalla de la ciudad así como sufragar los gastos de su funeral. Unos días más tarde se produce el relevo en la alcaldía eligiéndose a José Eguiegaray en sustitución de Francisco Roa de la Vega, que había presentado su dimisión por incompatibilidad legal el día 17 de junio.
¿Cómo explicaba María Sánchez las posibilidades que se abrían para las mujeres en el Ayuntamiento? Conservamos un testimonio publicado el 16 de abril de 1927 en ‘La Nación’ que lo ilustra:  “¿Qué hacen las mujeres en el Ayuntamiento? Poco, muy poco… ¿Qué pueden hacer? Mucho, muchísimo…

[…] Es preciso que el tiempo pase, que aumente el número de representantes femeninos, que el arado de los años ahonde el surco y prepare bien el terreno, y que el actual “caso raro” se esfume y se diluya en la futura y densa ola de mujeres que, interviniendo como nos corresponde, haga llegar a todos los sectores de la vida las hasta ahora inescuchadas voces de la clase. Digo “clase” y no “sexo” pensando en la realidad de nuestros días y poniendo mi vista en el mañana… Porque, aunque hayamos de agradecerlo -y yo por mi parte lo agradezco-, creo que es equivocado en injusto el modo como hasta ahora se nos enjuicia y se nos observa, e injusta y equivocada la especial manera que se tienen de considerarnos, invocando siempre lo galante, lo sentimental… el eterno femenino.

[…] Esperemos nosotras, las mujeres que actuamos en política, a que seamos más en número y a que, por serlo, desaparezca ese ambiente espectacular que tanto nos perjudica y nos estorba”.

Ya hacía tiempo que María debía haberse dado cuenta de que en los actos públicos (procesiones, recepciones, banquetes…) era requerida inevitablemente por su mera condición femenina pero ella, inteligente y capaz, trató de aprovechar esa circunstancia inevitable que, al fin, era imposible de obviar. Pero ya no quedaba mucho tiempo. El 21 de diciembre de 1929 tuvo lugar el último pleno del Ayuntamiento leonés del que formó parte María Sánchez Miñambres. A finales de enero de 1930 Primo de Rivera dimitió. Las mujeres hicieron “mutis por el foro”. No volverían al Consistorio leonés hasta el 3 de abril de 1979 cuando, en las primeras elecciones municipales de la democracia, fueron elegidas Esther Santás (PSOE) y María Dolores Otero (UCD).