Psicosis por almacenar agua, conservas y fruta: los supermercados de León, arrasados
El apagón eléctrico que este mediodía ha sacudido a todo el país también ha dejado su huella en León, donde los supermercados se vieron rápidamente superados por una avalancha de clientes en busca de provisiones básicas. La incertidumbre por la duración del corte de suministro ha generado escenas de gran nerviosismo y compras compulsivas en distintos puntos de la ciudad.
En grandes superficies como Mercadona, Carrefour y Alimerka, las botellas de agua, los alimentos enlatados y los productos de larga duración desaparecían a gran velocidad de las estanterías. "Entraban carros vacíos y salían repletos de garrafas, conservas y paquetes de arroz o pasta", relata Miguel, responsable de una tienda de alimentación en el barrio de El Crucero.
Nervios
Muchos empleados, sorprendidos por la rapidez con la que se extendió la situación, trataban de mantener el orden en pasillos atestados de gente. "Hubo momentos en los que la tensión fue palpable", explica Marta, trabajadora de un supermercado en la zona de Eras de Renueva. "Intentábamos calmar a los clientes asegurándoles que había stock en los almacenes, pero el miedo pudo más".
En varias tiendas, el corte eléctrico obligó a suspender temporalmente la venta de productos frescos. Las cámaras frigoríficas fueron cubiertas para evitar pérdidas de frío y, en algunos casos, la cadena de frío dejó de estar garantizada, como informaban desde los propios establecimientos. "No podemos vender fiambres ni congelados por seguridad alimentaria", se leía en carteles improvisados en algunas secciones.
Formas de pago
La situación obligó a improvisar en la forma de pago. Aunque en ciertos locales se mantenía el uso de tarjetas físicas, la caída de la conexión de datos complicó las operaciones, especialmente los pagos a través de móviles. Otros negocios pequeños optaron directamente por vender únicamente pan y productos de necesidad inmediata, con cobro exclusivamente en efectivo.
La reacción ciudadana recuerda a la vivida durante las primeras jornadas de la pandemia de Covid-19, cuando el miedo al desabastecimiento llevó a una carrera por llenar las despensas. "Parecía que estábamos retrocediendo cinco años en el tiempo", comenta José Antonio, cliente habitual de un supermercado en La Chantría. "Todo el mundo quería agua, pilas y alimentos que no necesitasen frigorífico ni cocina eléctrica".
Las pérdidas de producto
La falta de información certera sobre la duración del apagón agravó el clima de ansiedad. Aunque algunos supermercados contaban con generadores de emergencia, la posibilidad de un corte prolongado inquietaba tanto a clientes como a responsables de tienda. "Nuestros sistemas de refrigeración solo aguantan unas horas con el generador; si no vuelve la luz pronto, habrá pérdidas importantes", lamentaban en un supermercado de la avenida de San Mamés.
No solo los supermercados sufrieron las consecuencias: varias gasolineras de León también cerraron al quedarse sin capacidad para suministrar combustible. Filas de coches esperaban frente a surtidores apagados mientras los responsables informaban a los conductores de la situación.
Recuperar la normalidad
A media tarde, algunos barrios comenzaron a recuperar el suministro, lo que trajo algo de calma. No obstante, en muchos supermercados de León las estanterías aún mostraban los estragos de unas horas de compras inusuales, mientras el personal trabajaba a contrarreloj para reorganizar los productos disponibles y reponer el stock.