"Angustia en Valdeón": la voz de una testigo de los incendios que arrasaron durante días Picos de Europa

Los incendios que golpean con dureza la provincia de León han dejado escenas de auténtico desamparo en el valle de Valdeón, puerta leonesa del Parque Nacional de los Picos de Europa. Entre los testimonios recogidos estos días destaca el de Mercedes Oblanca, residente en Madrid pero vecina estival de la zona, que ha vivido en primera persona el avance de las llamas en localidades como Caín, Cordiñanes y Portilla de la Reina.
"Angustia y llanto en el pueblo"
Oblanca llegó al valle el 12 de agosto con la idea de pasar unos días de descanso junto a su familia, como hace desde hace años, pero pronto comprobó que la tranquilidad de la montaña se había convertido en incertidumbre. “Ya había un incendio en Caín. Algunos vecinos decían que lo dejarían quemar porque estaba muy alto y no se podía hacer nada. Eso ya nos dejó preocupados”, asegura.
El paso de los días empeoró la situación: “El día 15 el de Portilla apareció más virulento, con mucho humo y ceniza que caía sobre las casas. El aire estaba irrespirable y la Guardia Civil nos advirtió en Cordiñanes de que arriba el humo hacía que la situación fuese impracticable. El sábado ya era insoportable: el fuego estaba desbocado y decidimos marcharnos a León por miedo a quedar atrapados”.
La imagen que más le duele es la de los vecinos recogiendo sus pertenencias apresuradamente. “Vi a gente mayor llorando, con la angustia de no saber si cuando regresaran quedaría algo de su casa o de su pueblo. Fue un adiós forzado, todos marchándose con las lágrimas contenidas”, comenta.
La madrugada más larga
Mercedes relata cómo a continuación y ante la situación que se avecinaba decidió entonces salir hacia la capital leonesa junto a su familia: “Marchamos con tristeza, con rabia, pero pensando que era lo más seguro. Al mirar atrás era como abandonar un trozo de tu vida”.
La desesperanza comenzó a ceder el lunes 19 de agosto, cuando brigadas forestales y medios aéreos lograron estabilizar el fuego. “El de Caín parece que está apagado y el de Portilla controlado para que no se expanda”, relata. La llegada de helicópteros y de cuadrillas supuso un alivio: “Por primera vez en varios días respiramos un poco de esperanza. Aunque todos sabemos que el daño ya está hecho”.
“El monte no se cuida solo”
Para Oblanca, como para muchos vecinos, la raíz del problema está en la gestión de los montes. “Todos pensamos que la política de mantenimiento forestal no ha sido la adecuada. El Parque Nacional de los Picos de Europa no puede vivir estas situaciones. El monte no se cuida solo, y si no se hace nada, al final ocurre lo que estamos viendo: incendios imparables”.
Insiste en que es hora de abrir un debate serio: “Aquí hay que cambiar las cosas. No se puede dejar todo en manos de la suerte de que llueva o de que el viento sople a favor. El fuego avanza más rápido de lo que nadie puede imaginar y se lleva por delante el trabajo, la historia y hasta el alma de estos pueblos”.