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Riaño: la eterna lucha de un pueblo

Hijos y nietos de quienes resistieron a la inundación de los años ochenta se enfrentan ahora al fuego que amenaza el corazón de la Montaña Oriental Leonesa  | Unidos luchan por realizar cortafuegos
Hijos y nietos de quienes resistieron a la inundación de los años ochenta se enfrentan ahora al fuego que amenaza el corazón de la Montaña Oriental Leonesa

Hace casi cuatro décadas, Riaño fue símbolo de resistencia frente a la construcción del embalse que anegó el viejo pueblo y obligó a cientos de familias a empezar de nuevo. Hoy, los descendientes de aquellos vecinos han tenido que librar otra lucha, esta vez contra un enemigo muy distinto: el fuego que avanza desde el monte de Hormas, uno de los espacios naturales más emblemáticos de la Montaña de Riaño y Mampodre.

La hacendera, tradición contra el fuego

Lejos de quedarse de brazos cruzados, los habitantes de Riaño recurrieron a la hacendera, la ancestral práctica comunal de limpiar el monte. En grupos organizados, hombres y mujeres desbrozaron laderas enteras para frenar el avance de las llamas y levantar defensas improvisadas. “No los multarán, ¿verdad?”, se preguntaba con ironía un vecino, aludiendo a las restricciones que durante años han limitado el uso tradicional del monte.

El monte de Hormas, un “refugio del alma”

El incendio, que ha arrasado ya zonas de Barniedo, Portilla, Espejos y Villafrea, avanza hacia Valverde de la Sierra tras consumir parte del monte de Hormas, declarado Zona de Reserva del Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre. Para muchos lugareños, Hormas no es solo un bosque, sino un símbolo de identidad y arraigo. “Es el fin de una era en la montaña. Esto se acabó, amigos riañeses”, escribió un habitante en redes sociales al ver las imágenes del fuego iluminando el valle.

La voz del alcalde: “Estamos jodidos”

El propio alcalde de Riaño, Senén Presa, no oculta la gravedad de la situación: “El tema está jodido. Estamos jodidos. El fuego ha entrado en el valle y tememos que llegue al pueblo”. Presa confirma que se está levantando un cortafuegos de 50 metros para intentar contener el avance de las llamas antes de que puedan alcanzar las casas.

El descenso de las temperaturas en las últimas horas ha ralentizado el incendio, lo que permite la entrada de medios aéreos que hasta ahora no habían podido operar por el viento y la intensidad de las llamas. Los vecinos miran al cielo esperando que los helicópteros y aviones de extinción refuercen el esfuerzo que desde tierra llevan días sosteniendo, con el mismo espíritu colectivo que antaño defendió al pueblo de la inundación.