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Los seis de la Vasco: cuando el dolor y la pena se hacen eternas

Familiares de los seis mineros muertos en el Pozo Emilio se manifiestan ante los juzgados de León. Foto: Peio García.
Familiares de los seis mineros muertos en el Pozo Emilio se manifiestan ante los juzgados de León. Foto: Peio García.
Familiares de los seis mineros muertos en el Pozo Emilio se manifiestan ante los juzgados de León. Foto: Peio García.
Familiares de los seis mineros muertos en el Pozo Emilio se manifiestan ante los juzgados de León. Foto: Peio García.
Familiares de los seis mineros muertos en el Pozo Emilio se manifiestan ante los juzgados de León. Foto: Peio García.
Familiares de los seis mineros muertos en el Pozo Emilio se manifiestan ante los juzgados de León. Foto: Peio García.
Las familias de los mineros fallecidos en 2013 viven la absolución de los 16 acusados como un golpe insoportable tras doce años de espera y una lucha marcada por la frustración

La sentencia que absuelve a los 16 acusados por el accidente del pozo Emilio del Valle ha caído sobre las familias como una losa imposible de mover. Tras más de una década aguardando respuestas, el pronunciamiento de la Audiencia Provincial de León —más de 500 páginas sin responsabilidades penales ni civiles— ha dejado a los allegados de José Antonio Blanco, Juan Carlos Pérez, Roberto Álvarez, Orlando González, José Luis Arias y Manuel Moure en un estado de desconsuelo absoluto.

El trágico suceso del 28 de octubre de 2013, provocado por un derrabe que liberó una masa letal de grisú, segó la vida de los seis mineros en cuestión de segundos. Nadie imaginó entonces que, además del duelo, llegaría una interminable travesía judicial.

Una década de lucha sin el cierre esperado

El proceso penal arrancó cuatro años después del accidente, cuando el Juzgado de Instrucción nº4 de León observó indicios de imprudencia grave. Durante la instrucción y el juicio —ocho semanas de vista oral que concluyeron en marzo de 2023—, las acusaciones sostuvieron que se trabajaba con niveles elevados de metano y sin medidas de seguridad adecuadas. El fiscal defendió que la tragedia podía haberse evitado.

Las defensas alegaron lo contrario: que el derrabe fue un hecho inevitable. La sentencia ha inclinado la balanza hacia esa tesis y ha eximido de toda responsabilidad a la dirección, ingenieros, vigilantes de seguridad y a la propia Hullera Vasco Leonesa.

Familias al límite: “No queda fe en nada”

El impacto emocional del fallo ha sido demoledor. Para padres, hijos y parejas, la resolución no solo no cierra heridas, sino que las abre aún más. Entre ellos, Manuel Moure, padre de uno de los fallecidos, asegura que la decisión judicial ha terminado por quebrar cualquier confianza que pudiera tener en el sistema. Su testimonio refleja el sentir general: incredulidad, rabia y una profunda sensación de abandono.

Tras doce años de reclamaciones, manifestaciones y un juicio que tardó más de dos años y medio en recibir sentencia, los familiares esperaban al menos una mínima asunción de responsabilidad. No ha llegado. Todos preparan ya un recurso, más por necesidad moral que por convicción.

Un duelo que la justicia no consigue aliviar

Para los allegados, la sentencia deja una realidad insoportable: nadie es responsable de lo que ocurrió en una galería donde se sabía que el metano era un riesgo constante. Y esa conclusión —afirman— es casi tan difícil de aceptar como la pérdida de sus seres queridos.

Hoy, los seis de la Vasco no son solo los mineros fallecidos; también lo son unas familias agotadas, heridas y, sobre todo, desamparadas. Un colectivo que siente que la mina les arrebató a sus hijos, maridos y padres, y que la justicia les ha arrancado la esperanza de cerrar ese capítulo.