El León del futuro, el sueño de Valeriano

Valeriano Campesino Puertas, nacido en Zamora en 1906, encontró en León mucho más que un lugar donde vivir: una tierra fértil para cultivar sus ideas, tanto en sentido literal como metafórico. Instalado en la ciudad en 1935, tras trasladar su herboristería, Campesino eligió León “por ser una de las provincias más ricas en plantas medicinales”.
Así comenzaba una historia de vinculación profunda con su entorno, que lo convertiría en uno de los impulsores del cultivo de lúpulo en la provincia y, más tarde, en referente de una visión de ciudad adelantada a su tiempo.
El que fuera conocido como “el señor del lúpulo” no se conformó con hacer crecer plantas; también sembró ideas, muchas de ellas tan ambiciosas como utópicas.
Un pionero del lúpulo y la innovación
En los años 40 y 50, Valeriano impulsó el cultivo de menta piperita y especialmente del lúpulo, convirtiendo a León en una provincia clave para la industria cervecera española. En 1950 escribió personalmente a todos los fabricantes de cerveza del país, elogiando las cualidades del cultivo leonés. Su labor culminó con el reconocimiento de la Sociedad Anónima Española de Fomento del Lúpulo, que situó a León en un lugar destacado en la producción nacional.
Pero su espíritu inquieto no se detenía en el campo. Fundó su propia editorial —Editorial Campesino— y desde su taller tipográfico en la avenida de Palencia, publicó obras como Flora Española Medicinal y Aromática en 1944. Su creatividad también se tradujo en patentes e inventos: fue galardonado con medallas de plata en Bruselas (1960) y Bilbao (1960) por utensilios para la preparación de infusiones y cafeteras innovadoras, y con una de bronce en Ginebra (1973) por su batidor de infusiones.
El León que no llegó a ser, pero que inspiró
Quizá su faceta menos conocida —y a la vez más fascinante— fue la de urbanista autodidacta. En los años 60, Valeriano Campesino diseñó ambiciosos proyectos para una ciudad que aún no estaba lista para ellos. Propuso la eliminación del paso a nivel de El Crucero, la prolongación de la calle Ordoño II hasta Trobajo del Camino y, como colofón, la creación de un "Mirador de León": una torre de 150 metros de altura con restaurante giratorio, ascensores panorámicos y emisoras de radio.
Aunque la Cámara de Comercio de León premió su visión, ninguna de estas ideas se concretó. Su propuesta para una estación de autobuses con conexión directa a la de tren —concebida ya en 1947— sí anticipó el modelo de intercambiador que décadas después se pondría en marcha.
Un hall urbano sobre el río
Uno de sus proyectos más osados fue planteado en 1966: el “hall de León”, una plataforma construida sobre el cauce del río para albergar un aparcamiento de mil vehículos, áreas comerciales, cafeterías, carril bici, escalinatas al río y un embarcadero con barcas de alquiler. Este espacio multifuncional también serviría como escenario para ferias o actividades artísticas.
Aunque el proyecto nunca se materializó, dejó su huella en futuras propuestas urbanísticas, como las ideas iniciales para la estación del AVE, que en su día contemplaron un puente con usos comerciales y hoteleros desde la calle Lancia. Ninguna de esas ideas prosperó del todo, pero sus trazas recuerdan al sueño del 'León del futuro' que Valeriano imaginó.
Un legado invisible, pero duradero
Valeriano Campesino falleció en León el 28 de noviembre de 1975. No vio cumplidos muchos de sus proyectos, pero dejó una semilla de modernidad, innovación y respeto por el entorno que hoy sigue resonando. Fue herborista, inventor, impresor, agricultor y, sobre todo, un soñador que entendió León no solo como una ciudad, sino como una posibilidad.
Su visión, aunque nunca del todo reconocida, fue precursora de una forma de pensar que hoy vuelve a estar en el centro del urbanismo y la sostenibilidad: integrar ciudad, naturaleza y tecnología con una mirada humanista. En eso, Valeriano Campesino fue, sin duda, un adelantado a su tiempo.