¿Por León?

Me dice un buen amigo que en esto mío del leonesismo hay un marcado carácter masoquista. En principio no se lo niego, pero me deja un poso de duda sobre mi verdadero carácter. No soy de recrearme en el dolor y procuro albergar siempre pensamientos positivos, afrontando la adversidad con decisión. Tampoco soy de preocuparme, sino de ocuparme. Difícilmente gozo con el dolor, si acaso el de algún masaje terapéutico, más pensando en el resultado que en el momento.
No. En mi leonesismo, y creo que en el de todos los que me acompañan en ese sentimiento o en esas razones, hay fuertes convicciones y la seguridad de la necesidad de una autonomía para la provincia de León. Pienso que nadie se recrea en el dolor de vernos agraviados, insultados y menospreciados. Así que masoquistas no. Ahora, sádicos en el gobierno autonómico, diría que sí. De perversiones va hoy la cosa.
El masoquismo es un invento reciente, que aquí en el Viejo Continente ha pesado siempre mucho la educación judeocristiana, y no ha estado el horno para perversiones, parafilias, filias, fobias y ahondar en el alma humana. Ayudó mucho el realismo literario, la descripción cruda de una sociedad de desigualdades, miseria humana… Stendhal, Flaubert, Tolstoi, Balzac, Dickens, Chéjov, pléyade de autores, y autoras como Pardo Bazán, Concepción Arenal, Jane Austen… sobradamente conocidos todos y bien glosados.
Su nombre era Leopold von Sacher-Masoch, un tipo de clase noble, alta cuna y que contó con el beneplácito y buena crítica de las mejores plumas internacionales de la época con las que se codeaba
Pero miren por dónde a esta perversión, cuya primera acepción en el diccionario de la RAE apela más bien a índole carnal y sexual y sólo secundariamente a su más extendido uso antes citado, le ha dado nombre un escritor al que no muchos conocen, dedicado al costumbrismo y a las descripciones del día a día de su tierra, situada en el entonces Imperio Austrohúngaro (aquí tres hurras por don Luis García Berlanga). Hablamos de mediados del siglo XIX en adelante. Su nombre era Leopold von Sacher-Masoch, un tipo de clase noble, alta cuna y que contó con el beneplácito y buena crítica de las mejores plumas internacionales de la época con las que se codeaba. Sus obras más reconocidas son una suerte de Episodios Nacionales “a lo Galdós” y algún que otro cuento historicista, como el que narra las crueldades de la Condesa Bathory, una suerte de vampira chalada perdida de la que se dice que sacrificó a unas seiscientas doncellas para bañarse en su sangre y conseguir la eterna juventud. La Europa Central y del Este es pródiga en historias horripilantes, son gente bastante brava y dura, con tendencia al sablazo y tentetieso, más que este Sur que habitamos gentes más indolentes. Los grandes conflictos europeos, y sobre todo los enquistados, nos han venido y vienen de ahí. Habrá que gastarlos como son.
El caso es que Leopold sacó los pies del plato del costumbrismo y las buenas formas en su novela “La Venus de las Pieles”, donde se narran las miserias de un tipo que la gozaba dejándose vejar, azotar, humillar y “de todo” por una “dueña y ama” metida en carnes y forrada de pieles. He de confesar que la empecé, regalo de un grupo de amigos de adolescencia, pero se me hizo “bola” muy rápidamente por lo exhaustivo de las descripciones y lo morboso del contexto. Si se quieren esperar a la película, también la hay, pero no puedo recomendar su visionado porque Polanski después de “El Pianista” ya no me ha vuelto a llevar al cine, y la “peli” en cuestión es de 2013. Sale, cómo no, su señora, Emmanuelle Seigner, a la que recuerdo bella, pero desasosegante, en “Lunas de Hiel”, con el tartaja de Hugh Grant, un Peter Coyote de poco fiar pero magnífico, y esa absoluta diosa, “noli me tangere”, que es Kristin Scott Thomas, debilidades tiene uno.
Estaría bien que Alicia Gallego se levantase todos los días tocándole la lira a Mañueco a la cabecera de la cama, “loor al príncipe elegido, ungido por la urna, ejemplo que verán los siglos transidos de emoción por su buen gobierno y acierto para con los leoneses”...
Endilgado el habitual rollo que me sirve de percha, esta vez al hilo de las declaraciones de Eduardo Diego en publicación hermana. Las he leído de cabo a rabo, sin fruición ni apasionamiento, y no por masoquismo, que no he gozado en absoluto. Antes bien por curiosidad y porque alabo al compañero en labores periodísticas al escoger el titular: ”Echo en falta algún reconocimiento de UPL al trabajo de la Junta en León”. Afearle la conducta al contrario por falta de reconocimiento de mérito propio es como decirle a tu pareja de mus que mucho guiñar el ojo, pero que nunca me dices lo guapo que soy. Es que no toca, que hemos venido a jugar. Estaría bien que Alicia Gallego se levantase todos los días tocándole la lira a Mañueco a la cabecera de la cama, “loor al príncipe elegido, ungido por la urna, ejemplo que verán los siglos transidos de emoción por su buen gobierno y acierto para con los leoneses”, en mi bemol sostenido, piano “ma nón troppo”, cuando lo que merece es una zurra y tono “staccato”, que valiente tropa nos gobierna y nos hunde en la miseria de la despoblación, la pobreza y la insignificancia.
El resto de la entrevista se lo pasa lamentándose de lo mal que comunica la propia Junta sus logros a los leoneses. Curioso el aserto viniendo de un periodista que ha estado en labores de comunicación. Es probable que lo que quiera contarnos y no acabamos de tragar sea una colosal rueda de molino, o más de una. Porque basar el futuro de león en dos polígonos industriales como Villadangos y El Bayo, y decir que los leoneses tenemos a nuestro servicio a 18000 funcionarios es pecar de soberbia, o creer que los leoneses estamos en la inopia. La provincia de Valladolid tiene más de 25000 funcionarios, pero dedicados a labores homólogas a los de León tiene número parecido. El resto, hasta casi 8000, son altos funcionarios, con sueldos brutos entre 50.000 y 100.000 euros. Si eso no es un motor económico en sí mismo, que venga Sacher-Masoch y lo vea. De los polígonos no vamos a hablar, por más que nos digan que Villadangos es, o acabará siendo, el más grande de la “autonomíaborto”. En comparación a lo que tienen Valladolid, Burgos o Palencia de industria transformadora y sector primario, León es una maqueta.
Es indefendible la postura de un gobierno autónomo que está desertizando la provincia y haciendo desaparecer a sus pobladores. El año 2050, horizonte no tan lejano en realidad, y León tendrá 300.000 habitantes. Habremos perdido en el período autonómico, si no se revierte la situación territorial, el 40% de la población. Un lujo que no nos podemos permitir.
Y por ahí un partido que quiere expulsar a todos los que no demuestren pureza de sangre generacional hasta vaya usted a saber cuándo. En León nos vamos a tener que dedicar a la importación de población y mano de obra, porque la alternativa de tirar de fondos propios ya parece poco viable. Poco fructífera la coyunda, aunque sea de corte masoquista, cuando la media de edad será superior a los cincuenta años. Contando con que haya ganas.
Así que, don Eduardo, no le extrañe que ni la UPL ni casi cualquier leonés, quitando los alquilados por la sigla, le alabe la labor. Más que nada por inexistente, o torpe, o malintencionada, o meramente propagandística. No hacer ni el huevo, en castizo, no tiene premio.
Lo que sí debe tener premio y máxima audiencia en el marco de las Fiestas del Barrio de Santa Marina es la teatralización histórica de la obra “Un trono para una mujer leonesa: Urraca I”, que se representará en el Claustro de la Real Basílica de San Isidoro este próximo sábado 19 tras el majestuoso desfile de figurantes y protagonistas que se iniciará a la 20:15 en la Plaza Puerta Castillo.
Cita ineludible de la mano de El Trovador Leonés. Artífice de la misma Hermenegildo López, autor de la obra, reconocido hombre de letras y autoridad en Historia Leonesa. Magnífico el vestuario elaborado por Mari Luz Santos, fallecida esposa de López y primorosa en la sastrería y documentación del sinnúmero de trajes de época utilizados.
Se acerca el noningentésimo (900 para los amigos) aniversario del fallecimiento de Urraca I de León, Reina y Emperatriz por decisión de su padre Alfonso VI ante la muerte de su hijo Sancho en Uclés. Urraca fue víctima de presiones insufribles para que se desposara antes de acceder al trono, lo que provocó también serias rivalidades entre nobles candidatos al desposorio. La obra de Hermenegildo López narra las circunstancias que se dieron en la Curia Regia de Toledo, donde, reunidos el propio rey Alfonso, su hija, obispos al menos de León y Toledo, y representantes de la nobleza y aspirantes a cónyuge de la princesa, se decidía el matrimonio con Alfonso “El Batallador” de Aragón, no del gusto de Urraca ni de casi nadie. Aguantó Urraca aquel primer envite y no se casó con el aragonés sino hasta dos meses después de la muerte de su padre. Y no negoció mal su desposorio aquella mujer de carácter. Leonesa al fin, que de eso sí podemos presumir.
Y hablando de mujeres y carácter, hoy un recuerdo para mi adorada Marianne Faithfull, la de la voz de ceniza y rasgada, fallecida a primeros de año. Tataranieta de Sacher-Masoch. Lo que es la vida.