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La condenación de la deuda

Estuvo atinada la presidenta Ayuso llamando a poner "pie en pared" contra el Gobierno de Sánchez antes de que "arruine" al país, y señalando...

Estuvo atinada la presidenta Ayuso llamando a poner "pie en pared" contra el Gobierno de Sánchez antes de que "arruine" al país, y señalando que la quita de la deuda, con la que esta semana nos amenazan "no es una condonación, es una condena"; una auténtica “condenación” añado yo, que recae sobre cada una de nuestras espaldas sin comerlo ni beberlo y, por supuesto, sin preguntarnos. ¿Para qué nos va a preguntar la ministra Montero si nos está haciendo un gran favor a todos los españoles aumentando el déficit y disparando los intereses que se pesan sobre la deuda estatal que se engrosa con el despilfarro catalán?   

Un favor más grande que el que este Gobierno ya ha hecho a España con la amnistía, con tener un Fiscal General del Estado a un paso de estar imputado, con arremeter a diario contra el poder judicial o con no tener presupuestos que el clima político no está para muchas juergas...  

Argumenta la ministra que esta “condenación” es un llamamiento a la debida solidaridad con quienes están atacando constantemente nuestro Estado de derecho, y al que se han propuesto minar desde su raíz hasta que salte por los aires. Sin duda, no merecen menos que nuestra solidaridad y que en cualquier reparto salgan muy, pero que muy, beneficiados.   

Porque esta condonación es un favor y de los gordos, con el que nos implican a todos los españoles y nos condenan a pagar una deuda que no hemos generado, en algunos casos, como el de Castilla y León, por responsabilidad y por entender que el dinero público no se dilapida y que, por lealtad institucional con el Estado, con las restantes comunidades y con los propios ciudadanos, no se debe generar un endeudamiento inasumible e inaudito.  

Cataluña, la más endeudada

En contra de este planteamiento, Cataluña es en estos momentos la comunidad autónoma más endeudada  y una de la que más déficit genera cada año, razón por la que no encuentra financiación en los mercados debiendo ser el Estado el que, desde hace más de una década, a través del Fondo de Liquidez Autonómica (el famoso FLA) le ha estado financiando ese excesivo desfase entre ingresos y gastos que, por cierto, en ningún momento ha dicho que esté dispuesta a corregir- ni tampoco se le ha puesto condición alguna al respecto. Y si no lo hace la condonación- esta condenación que se nos viene encima- no valdrá para nada. 
    
Por si no lo han pensado, con el dinero público que Cataluña solicitó al FLA y  que ahora  pretende no devolver  ha hecho cosas que los demás territorios no hemos podido hacer,  ya que con esas mismas cantidades- y hasta con bastante menos- las restantes comunidades autónomas podríamos  haber mejorado nuestras infraestructuras, nuestra  sanidad,  nuestra  educación o nuestros servicios sociales  necesitados  siempre de mayores inversiones y mejoras;   y si no se han acometido ha sido, precisamente, por la responsabilidad inherente a no incrementar excesivamente el déficit público autonómico con préstamos que, en condiciones normales, deberían devolverse y  que, sobre todo, pesan sobre las espaldas de todos ciudadanos.  
 
Y ahora resulta que este Gobierno, proclive a comprar por esta vía, o cualquiera otra, los votos que necesita para seguir en la Moncloa, propone perdonar la deuda a Cataluña y para que los demás callemos, perdonárnosla también a los restantes Territorios.  Así, en los simplistas planteamientos de la ministra, tabula rasa y todos contentos.  Y más vale, porque si alguien muestra su desacuerdo con este plan- como lo hicieron recientemente la mayoría de las Comunidades autónomas en el Consejo de Política Fiscal y Financiera-según la ministra Montero, en una de las intervenciones más histriónicas que le he visto, se está cometiendo un acto de deslealtad y de cobardía por parte de la mayoría de nuestras Regiones a las que acusó de “falta de sentido de estado” por hurtarle el merecidísimo aplauso por esta nueva ocurrencia de los independentistas que ella ha asumido sin sonrojo. 
  
Claro que igual, si las restantes Comunidades autónomas hubiéramos sabido que nos iban a condonar la deuda hubiéramos gastado más –o al menos lo mismo que Cataluña- porque, desde luego, en el Estado de derecho en el que vivimos no somos menos que los catalanes, ni tampoco tenemos menos derechos que ellos.   

No sé qué solidaridad es esa. En mi lenguaje es santificar los privilegios y las desigualdades en favor siempre de los mismos, dinamitando con ello el necesario equilibrio que supone un sistema de financiación con idénticas oportunidades para todos que no nos obliga a soportar lo que con muchísima razón el presidente Mañueco ha calificado de “atraco”.   

El sistema

Y es que, si en el sistema de financiación se olvidan los principios de igualdad, autonomía, coordinación, solidaridad y responsabilidad, llegamos a esta condonación incondicionada y sin justificación de las deudas autonómicas en la que lo que se está primando descaradamente es la nefasta gestión de lo público que ha realizado Cataluña.  

Y lo peor es que esto es solo un aperitivo de lo que pretende suponer el dichoso “cupo catalán” que, ayuno de cobertura legal y con el único apoyo de que quienes lo impulsan se han vuelto en actores imprescindibles para que el actual Ejecutivo siga en la Moncloa, pretende modificar las reglas de juego de la actual financiación autonómica, diseñándola al gusto de las “matracas” independentistas con consecuencias irremediables para todos.  

 Son demasiadas  las señales de preocupación: esta condonación- o mejor  “condenación”-incondicional, injustificada e injusta de la deuda autonómica, la pretendida fragmentación de la Agencia Tributaria que acaban de denunciar con razón los Inspectores de Hacienda e,  incluso-  que ha pasado casi inadvertido-  el reparto que se ha hecho de la recaudación del impuesto bancario  primando a las Comunidades autónomas más ricas- entre las que, qué curioso, está Cataluña- parecen  el claro   preludio de que sigue avanzando en el  denominado  modelo catalán que,  de llevarse a cabo, se convertirá en  la peor modificación  que se ha llevado a cabo de nuestro sistema fiscal autonómico y, desde luego, la más injusta, desde los inicios de la democracia. Me alegra saber que desde nuestra Comunidad autónoma estamos decididos a combatirlo con todos los medios políticos y judiciales posibles (por tierra, mar y aire, y será poco).