El brillo de Carmen París: un homenaje al alma de la música en su actuación en León
La noche de este jueves, la capital leonesa vivió una de las actuaciones más conmovedoras.
Carmen París, una de las artistas más relevantes del panorama musical español, subió al escenario de La Casona de Puerta Castillo en el marco del Ciclo Clásicas & Contemporáneas, un evento que ha acercado a León lo mejor de las artes escénicas, con un foco especial en la figura femenina.
Y lo hizo en un formato que realza su autenticidad: ‘La tierra al piano’, un espectáculo único donde la música y la emoción se fundieron en una noche de pura magia.
Raíces que se entrelazan: Jota y Jazz al unísono
Carmen París, quien ha logrado llevar la jota más allá de nuestras fronteras, se presentó en un escenario reducido, sin artificios, acompañada solo de su piano. En esta actuación, más que un simple concierto, ofreció a los asistentes una confesión musical, una conversación a solas con el público, una oportunidad para conocer de cerca la magia que destila su música.
La artista aragonesa es una de las pocas que puede decir que ha logrado fusionar la jota con otros géneros musicales, en especial el jazz, creando un sonido único que tiene tanto de tierra aragonesa como de sonoridades lejanas. En su repertorio, Carmen desgranó piezas emblemáticas que se han asentado con el paso del tiempo, como algunas de sus composiciones más conocidas, pero también ofreció una pincelada de frescura, con canciones recientes que siguen conservando la chispa de la creación espontánea.
Un viaje a través del alma de la música
Lo que ocurrió en La Casona fue algo más que un recital. Carmen, como pocas, sabe conectar con su público de una forma visceral. Cada acorde que tocaba en su piano, cada nota que salía de su garganta, se sentía profundamente. Sin duda, su habilidad para transmitir emociones a través de la música es lo que la convierte en una artista tan especial.
“La tierra al piano” es un espectáculo que va más allá de la interpretación musical; es una declaración de amor al arte en su forma más pura. Carmen no solo cantó, sino que compartió con el público una parte de su alma. Con su piano como único acompañante, la artista dejó caer su voz en un espacio cargado de historia y tradición, pero al mismo tiempo cargado de innovación y audacia.
La fuerza de una mujer con raíces profundas
Con su estilo único, Carmen París se ha convertido en una de las figuras más destacadas de la música española contemporánea. En su actuación en León, no solo se percibió la maestría técnica de la artista, sino también la profundidad emocional que pone en cada interpretación. La manera en que mezcla jota y jazz, fusionando lo más puro de la tradición con sonidos modernos, es algo que la ha convertido en referente en el panorama internacional.
Para muchos de los asistentes, la actuación fue un momento de revelación, de descubrimiento de una artista que no teme ser ella misma, que no guarda nada y ofrece todo en cada interpretación. La sencillez de la puesta en escena, sin florituras ni distracciones, permitió que el alma de su música brillara con fuerza, envolviendo a los presentes en una atmósfera de conexión directa y pura.
La velada finalizó con una actuación a la que se sumó un grupo formado por una treintena de pandereteras de León.
La otra crónica
'A la entrada de León' en la voz de Carmen París, un privilegio histórico
En la fría noche leonesa, algo extraordinario ocurrió. Bajo la programación del Ciclo Clásicas y Contemporáneas, impulsado por el Colectivo de Mujeres Creadoras de CyL, más de treinta mujeres de toda la provincia de León se dieron cita para participar en un canto junto a Carmen París, premio nacional de música en un evento que será recordado como un hito de encuentro, fusión y reconocimiento de la tradición oral femenina.
La interpretación de Carmen París junto a las 30 pandereteras leonesas elevó de emoción cada rincón del público, que respondió en pie, con lágrimas en los ojos y la voz alzada.
La escena fue un acto de justicia poética: desde las jóvenes pandereteras de Llamas de la Ribera, hasta las mujeres sabias informantes de la tradición oral de pueblos como Armellada, pasando por las escuelas del hogar de Trobajo y San Isidoro, el grupo Trébole, el grupo Tenada, y tantas otras guardianas de la memoria que acudieron con su canto, su cuerpo y su saber heredado.
El evento fue tejido con la delicadeza y la fuerza del reclamo de la voz de Cristina Izquierdo, que sirvió como guía a la llamada de "¡Levantaros, mujeres, guardianas de la tradición, con la frente bien alta, con el paso bien firme con los pies sobre la tierra que os vio nacer "en una velada donde la palabra se hizo raíz, y la música se convirtió en puente entre lo aragonés y lo leonés, entre lo antiguo y lo nuevo, entre lo íntimo y lo colectivo.
Uno de los momentos más conmovedores fue la interpretación de los titos del Torío por las hermanas Raquel y Sonia Ordóñez, en una mezcla de dulzaina y caja, acompañadas al piano por la propia Carmen París. La dulzaina y el piano se dieron la mano, como si siglos de historia se entendieran y se abrazaran en una misma melodía.
En el centro de todo, una idea: honrar a las mujeres que han sostenido el alma del pueblo a través de la música, la palabra y la raíz. Mujeres que no solo cantan, sino que narran el mundo; que no solo tocan, sino que enraízan. Que no solo recuerdan, sino que siembran futuro.
Y cuando sonó "A la entrada de León", ya no fue una canción: fue un símbolo. El frío no pudo con el fuego del alma. El público se puso en pie, y por un instante, todo León cantó junto a ellas. La ciudad escuchó su propia historia desde la voz de una mujer que vino a unir culturas. No fue un evento más. Fue un umbral abierto hacia una memoria compartida, un homenaje a las mujeres que han bordado desinteresadamente con sus manos y sus voces la identidad de los pueblos. Un acto de amor, de arte y de verdad.