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La Azucarera de La Bañeza: historia de un motor industrial que transformó una comarca

Nacida en los años 30 como solución a la crisis agrícola y laboral, la fábrica impulsó el desarrollo social y económico de la ciudad, aunque también arrastró conflictos laborales y desigualdades
La actividad de la Azucarera se ha convertido en motor de desarrollo de La Bañeza.
La actividad de la Azucarera se ha convertido en motor de desarrollo de La Bañeza.

La instalación de la Azucarera de La Bañeza en 1930 respondió a la sobreproducción azucarera en España tras la pérdida de Cuba y la necesidad de regular un sector saturado. Fruto de la fusión de varias compañías, la factoría se construyó en tan solo diez meses e inició su primera molienda en la campaña 1931-1932.

Su construcción fue posible gracias al respaldo del Ayuntamiento, vecinos y organizaciones agrarias locales, que facilitaron terrenos, agua y recursos sin comprometer el crédito municipal. Estas acciones impulsaron la llegada de población de otras regiones, favoreciendo un notable crecimiento urbanístico, demográfico y económico.

Motor de desarrollo y conflicto social

El asentamiento de la Azucarera trajo prosperidad: empleo invernal, mejora de jornales, dinamización del comercio y servicios en La Bañeza. Surgieron talleres, transportes y hostelería, duplicando la población local en pocos años.

Sin embargo, la planta también generó tensiones sociales. La contratación de personal foráneo para los mejores puestos y la temporalidad de los empleos locales derivaron en huelgas y conflictos laborales. Se denunciaron condiciones laborales precarias, falta de seguridad, y abusos de poder por parte de la dirección.

Una historia con luces y sombras

Dirigida durante décadas con mano férrea por el ingeniero Julio Hernández Ortega, la Azucarera fue testigo de huelgas y protestas obreras por mejoras salariales y contratación local. Algunas prácticas empresariales, como la falta de cotización a la Seguridad Social, agravaron la situación de los trabajadores.

A pesar de los avances, la factoría reflejaba también las desigualdades del modelo industrial de la época: precariedad laboral, exclusión social y jerarquías autoritarias en la gestión.

Un símbolo en riesgo de desaparecer

Hoy, de las 91 azucareras que existieron entre 1882 y 1960 en España, apenas una docena permanece activa. La de La Bañeza, uno de esos últimos bastiones, encara ahora su ocaso. Este martes se ha anunciado oficialmente su cierre, poniendo fin a casi un siglo de historia industrial que marcó el devenir de toda una comarca.