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365 leoneses | Daniel García, bailarín

"Bailar en el campeonato del mundo en Los Ángeles, representando a España, fue un sueño cumplido"

Desde su primer grupo de baile en su pueblo, Villa de Soto, hasta representar a España en Los Ángeles, Daniel ha convertido la danza en su forma de vida y en su apuesta de futuro
 

A Daniel García Fernández le costaría decir cuándo empezó a bailar. Su madre asegura que fue antes incluso de caminar. Él solo recuerda que, desde siempre, algo dentro de él se encendía con la música. Hoy, con 24 años, este leonés de Villa de Soto dedica unas 10 horas semanales a la danza, y está decidido a hacer del baile no solo su pasión, sino su forma de vida.

Su historia comenzó como la de tantos: en el grupo de jotas del pueblo, con apenas tres años. Su madre, su hermano y otros familiares también formaban parte, y ese entorno familiar fue su primera toma de contacto con su gran pasión. Más tarde probaría el ballet, aunque no acabó de encontrar su sitio en aquel momento. La búsqueda continuó en su adolescencia, cuando se inscribió en una academia y descubrió la danza urbana. Fue un punto de inflexión. Allí, entre coreografías vibrantes y ritmos modernos, comenzó a sentirse cómodo, a reconocerse.

Con los años, llegó a formar parte de un grupo de competición con el que participó en certámenes tanto nacionales como internacionales. A la par, se formó en estilos diversos: contemporáneo, flamenco, bailes latinos… Y con todo ese bagaje, lleva ya entre tres y cuatro años enseñando. "Me encanta poder transmitir mi forma de ver la danza a niñas y niños pequeños, darles esa ilusión de crear, interpretar, jugar con las emociones", dice.

El significado de la danza

La danza, para Daniel, es una forma de comunicarse sin palabras. “Una mirada, un gesto, un paso… todo puede contar algo”. Y fue justo eso lo que le atrapó del flamenco, un estilo que conocía pero al que se acercó de lleno hace unos cinco años. Entró casi por casualidad en una clase con Rocío Duarte, con ropa ancha de urbano y sin saber del todo lo que le esperaba. “Pensé que no volvería y me enamoré”, recuerda. Rocío se convirtió en una figura clave en su camino y el flamenco, en un nuevo hogar artístico.

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Hoy, Daniel se siente especialmente orgulloso de bailar con bata de cola y mantón, algo poco común entre hombres, especialmente en León. "Quizás soy el único chico que lo hace aquí", dice.

El escenario del World of Dance

Su trayectoria también le ha llevado a representar a España en el escenario del World of Dance, el campeonato mundial de danza urbana celebrado en Los Ángeles. Fue en verano del año pasado, con un grupo en su mayoría leonés. “Verme allí, en ese campeonato que tantas veces vi por YouTube, fue un sueño cumplido”, confiesa.

A esta experiencia internacional suma otras más locales pero igualmente valiosas, como sus años trabajando en una orquesta, donde llegó a ser coreógrafo. Aquella etapa, aunque dura por los viajes y los horarios, le enseñó a confiar más en sí mismo. “Nunca hay que menospreciarse. Uno tiene que saber lo que vale y no dejar que nadie te diga lo contrario”.

Dudas en el camino

En su camino no todo han sido luces de escenario. También ha habido momentos de duda, de querer dejar de bailar. “Eso nos pasa a todos los artistas", reflexiona. "Lo importante es mantener la cabeza firme y no rendirse”, añade. Porque para él, la danza lo es todo: le ha moldeado como bailarín y como persona.

Madrid: la puerta a su futuro

El próximo paso lo llevará fuera de León. Su destino es Madrid, donde espera abrirse camino en el competitivo mundo del espectáculo. La decisión no fue fácil, pero tuvo el empujón más importante: el de su madre. “Es mi mayor apoyo. Siempre ha estado ahí, dejándome volar, apostando por mí incluso cuando yo dudaba. La quiero con locura”.

También guarda especial gratitud a Natalia, la directora de la academia en la que da clase actualmente. “Me ha apoyado desde el primer minuto. Se ha convertido en familia”. Y aunque ha trabajado también en el sector de la estética y en una tienda de animales, su vocación está clara: "Lo mío es el baile".

Daniel lo tiene claro: la danza no entiende de edades. Ni de géneros. Solo de pasión. Y él la tiene de sobra.