El 30% de los españoles presenta bajos niveles de bienestar emocional, según Cruz Roja
El aislamiento social, la violencia y las condiciones socioeconómicas desfavorables son los factores más críticos en el bienestar emocional, junto a la salud mental, que se revela como factor transversal | El 16% de la población se siente sola o poco acompañada y la Soledad No Deseada aparece como uno de los condicionantes destacados del bienestar emocional
Tres de cada diez personas (30%) en España afirma tener un estado de “bienestar emocional negativo”. Este indicador mejora con la edad —la generación del ‘Baby Boom’ es la que muestra mayor satisfacción— y empeora en los niveles socioeconómicos medio-bajo y bajo, donde la falta de ingresos y seguridad material generan un mayor malestar.
Este es uno de los hallazgos del informe ‘Bienestar Emocional y Vulnerabilidad’, que la Fundación Cruz Roja Española ha dado a conocer esta semana, y que identifica tres tendencias sobre este asunto: el bienestar emocional como un desafío estructural del siglo XXI, la tecnología como elemento de doble filo, y la importancia de la cohesión social y la convivencia en una sociedad diversa.
“El bienestar emocional es uno de los grandes retos de nuestro tiempo y es un indicador clave del progreso de una sociedad. Hoy ese bienestar se ve condicionado por factores como la soledad no deseada, las brechas tecnológicas o la situación de precariedad. El bienestar no es un asunto individual, sino que se trata de una cuestión profundamente social que requiere de miradas integrales y un compromiso compartido por toda la sociedad”, afirma María del Mar Pageo Giménez, presidenta de la Fundación Cruz Roja Española y de Cruz Roja Española.
Bienestar emocional: un reto urgente
El informe de la Fundación Cruz Roja Española muestra que el bienestar emocional disminuye sensiblemente cuando coinciden tres o más factores de vulnerabilidad. Los más críticos son el aislamiento social, la violencia y las condiciones socioeconómicas desfavorables.
La salud mental, por su parte, aparece como un factor transversal al resto de situaciones, sobre todo entre menores de 50 años. En España, el 34% de la población experimenta algún problema de salud mental: la ansiedad, los trastornos de sueño y la depresión son los principales motivos de consulta.
En algunos casos, las largas listas de espera provocan la ‘medicalización de la pobreza’: para aliviar la espera, se recurre a una solución rápida, los fármacos, que producen alivio inmediato, pero no atajan las causas estructurales.
Además, se da la llamada ‘transmisión intergeneracional de la pobreza’, dada la fuerte asociación entre las condiciones de vida de los progenitores con la de sus hijos e hijas. El malestar se agrava, también, por género, edad, origen o discapacidad: las mujeres jóvenes, por ejemplo, duplican la probabilidad de padecer ansiedad, o las personas migrantes de enfrentar aislamiento social o discriminación.
El empleo, señalado habitualmente como una de las palancas de transformación, puede ser también una causa de pérdida de bienestar emocional: el estrés, la temporalidad y los bajos salarios afectan a toda la unidad familiar y condicionan las trayectorias futuras.
El impacto de la soledad no deseada en el bienestar emocional
La soledad no deseada es uno de los factores, también, que influyen negativamente en el bienestar emocional: en España, el 16% de la población se siente sola o poco acompañada y el 17% está “poco o nada integrado” en la comunidad, en un país cuya demografía es cada vez más plural y diversa.
La soledad no deseada afecta especialmente a personas que viven solas (36-65 años), hogares monoparentales y personas jóvenes que comparten piso. Además, se agrava al experimentar dificultades de salud mental y se produce una retroalimentación entre aislamiento y malestar emocional.
Las crisis vitales como las rupturas de pareja, pérdida de familiares, aparición de enfermedades o pérdida del empleo, entre otras, también disparan el sentimiento de soledad no deseada, a lo que se suma el estigma y la vergüenza como principales barreras a la hora de pedir ayuda.
Las redes comunitarias y los espacios grupales, así como el acompañamiento profesional, se revelan cruciales frente a la soledad no deseada. Desde iniciativas micro, como huertos urbanos o radios locales, que muestran reducciones significativas de este sentimiento, hasta espacios de encuentro que generan un “efecto espejo”: al ver a otras personas en la misma situación, las personas se sienten comprendidas y aliviadas.
Otras vulnerabilidades emergentes
Además del estado del bienestar emocional y el impacto de la soledad no deseada, el estudio de la Fundación Cruz Roja Española señala otras cuestiones, como la exclusión que sufren las personas migrantes, que agravan su situación de vulnerabilidad: dificultades para encontrar un alojamiento estable, sin posibilidad de trabajar por encontrarse en situación irregular, tener que recurrir a empleos precarios y sin derechos laborales garantizados, la complejidad de los trámites administrativos o el aislamiento por no conocer el idioma y las situaciones de discriminación que enfrentan.
Además, el informe señala a las “narrativas mediáticas extremistas y ciertos discursos de odio” que sitúan el problema en personas y colectivos especialmente vulnerables, desviando así el foco de la precariedad estructural que puede afectar a cualquier persona.
Por otro lado, las personas jóvenes atraviesan situaciones de ‘soledad no percibida’, debido a la hiperconexión, que genera ilusión de control, pero acentúa la ansiedad cuando la red falla.
Además, la ansiedad afecta especialmente a menores de 30 años. Sin embargo, son las personas jóvenes quienes menos dificultades tienen a la hora de pedir ayuda. Esta situación puede deberse a la mayor conciencia y menor estigma sobre esta cuestión.
Una hoja de ruta para la mejora del bienestar emocional
El estudio de la Fundación Cruz Roja Española concluye con una serie de recomendaciones que, de aplicarse, permitirían mejorar sustancialmente la situación de bienestar emocional y la crisis de salud mental.
Entre otras, la creación de currículos obligatorias de “alfabetización emocional” a lo largo de todo el ciclo vital; reforzar urgentemente la atención a la salud mental en el sistema público de salud, apostar por el deporte, la cultura o el voluntariado como ‘recetas sociales’, entender las políticas de protección económica como intervenciones de salud pública; mejorar el acceso universal a la Sanidad; o realizar campañas contra la aporofobia y los discursos de odio.
Estos resultados, del ‘Informe de Hallazgos: Bienestar Emocional y Vulnerabilidad’ de la Fundación Cruz Roja Española, se han conseguido tras combinar una fase cuantitativa basada en 1.000 entrevistas representativas a población de todo el territorio nacional de 18 a 75 años, con una fase cualitativa que incorpora sesiones de observación participante y células de conversación con personas expertas y participantes de programas de Cruz Roja. Una triangulación que permite contrastar datos, testimonios y enfoques profesionales, aportando una visión estructural y humana del bienestar emocional en España.