Sangre minera, pasión minera en La Robla (y en Santa Bárbara)
La Robla se emocionó este miércoles como hacia tiempo no sentía. Al caer la tarde, cuando el frío comenzaba a apretar y el cielo se teñía de un azul profundo, la localidad leonesa celebró su primera procesión minera nocturna en honor a Santa Bárbara, patrona de los mineros.
Una iniciativa promovida por el colectivo Sangre Minera, con el apoyo del Centro Integral de Formación Profesional Virgen del Buen Suceso y la Junta Vecinal, que buscó revivir la emoción y el espíritu de aquellas celebraciones que durante décadas forjaron la identidad de la Montaña Leonesa.
La luz en los cascos, el paso firme de la memoria
La Mina Escuela fue el punto de partida. Allí comenzó a formarse la comitiva: mineros veteranos enfundados en sus monos de trabajo, mujeres con la tradicional vestimenta minera, jóvenes que heredaron la memoria de un oficio que ya casi ha desaparecido.
Uno a uno fueron encendiendo las luces de sus cascos, creando un río de pequeñas llamas blancas que avanzaba lentamente, cosiendo la oscuridad de la noche roblesa.
Al frente, la imagen de Santa Bárbara, alzada sobre unas andas que avanzaban al paso de los mineros que la “pujaban” con la solemnidad de quien empuja también los recuerdos.
Cada movimiento parecía cargar con décadas de trabajo bajo tierra, con los silencios, los sustos, los compañeros perdidos y la camaradería que solo nace en la profundidad de una galería.
“Santa Bárbara bendita…”: el canto que volvió a unir a un pueblo
El silencio solo se rompía para dejar paso al canto. Las voces de la procesión entonaron las tradicionales canciones dedicadas a Santa Bárbara, letras que cualquier minero reconoce de memoria y que, en La Robla, resonaron con una fuerza casi ritual.
Familias enteras acompañaron el recorrido, haciendo de las calles una especie de túnel al aire libre donde la emoción vibraba con cada estrofa.
Los más mayores, algunos de ellos con la mina aún marcada en las manos, caminaban con la mirada brillante. Los jóvenes escuchaban, aprendían, y muchos grababan con sus teléfonos una escena que nunca habían visto, pero que sabían que les pertenecía.
Una tradición que renace
El recorrido culminó en la iglesia parroquial, donde la imagen quedó a la espera de la festividad del 4 de diciembre. Con este gesto, La Robla se suma de nuevo a una tradición que aún resiste en otros pueblos mineros, como Santa Lucía de Gordón, que celebrará este jueves su misa y procesión en honor a la patrona.
La cita dejó un brillo especial: la fuerza de una comunidad que, aunque la mina ya no retumbe bajo sus pies, se resiste a dejar que su identidad se apague. Y en esta noche, con las luces de los cascos marcando el camino, los mineros —los de ayer, los de hoy y los de mañana— iluminaron algo más que las calles: iluminaron la memoria de todo un territorio.