Yoko Ono
Yoko Ono, la hija del océano y defensora incansable de la paz mundial, ha irrumpido en León con fuerza y ruido. A través de gigantescos monolitos, que portan frases sencillas pero cargadas de significado y símbolos, nos invita a reflexionar. Estas piezas no dejan indiferente a quien se detiene a leerlas.
Su exposición, titulada “Insound and Instructure”, nos recibe en el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC), donde se despliegan más de 70 obras que abarcan desde 1961 hasta hoy. Un viaje por décadas de arte conceptual, participativo y performance que desafía los sentidos y la mente.
Al entrar, somos acogidos por un conjunto de fotografías que capturan la calma del mar. La espuma acaricia la orilla con tal precisión que uno casi puede sentir el aroma salino de las olas rompiendo en la arena.
En otro espacio, el “Cut Piece” cobra vida con la participación del público. Aquí, la tarea es imaginar y reconstruir, con creatividad, los fragmentos desprendidos de una taza, embellecidos con pan de oro, según la visión personal de cada visitante.
¿Y si tuvieras un micrófono abierto solo para ti? Para decir, cantar, gritar o susurrar libremente lo que tu alma desee. Eso es justo lo que Yoko nos propone: una libertad total de expresión.
En esta muestra, lo absurdo se convierte en arte, y reliquias sonoras de sus primeros años en cine y performance nos transportan a su juventud rebelde y creativa.
Su defensa apasionada de los derechos de la mujer se hace palpable en varias obras y espacios del museo, recordándonos una lucha constante y necesaria.
Recorrer esta exposición es como adentrarse en un laberinto del país de las maravillas, donde lo real se funde con lo onírico, y la lógica se transforma en misterio.
Es una experiencia que despierta la curiosidad, estimula los sentidos y nos invita a ser, por un momento, los únicos protagonistas de un universo personal y mágico.