Burrieza destaca la acción de las cofradías al recoger la Medalla de Oro de las Cortes
El historiador de la UVa recoge el galardón concedido a la Pasión castellana y leonesa y reivindica el papel “samaritano” de las cofradías por su “atención a los necesitados sin fronteras”
El profesor titular de Historia Moderna de la Universidad de Valladolid, Javier Burrieza, recogió el viernes 28 de febrero la Medalla de Oro de las Cortes concedida a la Semana Santa de Castilla y León, que supone un ejemplo de “conocimiento global” sobre el que llamó a fomentar un “aprecio mutuo” en el conjunto de las nueve provincias de la Comunidad.
Además, Burrieza reivindicó el papel “samaritano” de las cofradías, por su labor de atención “para con los necesitados, sin fronteras”, y su capacidad para “gobernarse desde órganos propios”, en un mensaje que quiso hacer llegar a las Cortes precisamente por representar las hermandades “ejemplos muy propios de las formas de asociarse de las gentes desde, al menos, el siglo XV”.
En su discurso, recogido por Ical, Burrieza afirmó sentirse “como Pilato en el Credo”, por erigirse hoy como “un personaje que poco tiene de sagrado pero que vincula lo sucedido con el tiempo de la historia”, en un papel que, en todo caso, supone “un honor” por “representar a tantas miles de personas que, desde las cofradías penitenciales, hacen posible la celebración solemne de la Pasión de Cristo”.
“La vida me ha permitido nacer en una familia cofrade, abrir desde mi infancia un balcón a una calle procesional y disponer de una profesión, la de historiador, que desde la dimensión docente e investigadora de una universidad pública me ha permitido estudiar y descubrir la gigantesca dimensión de nuestras muchas Semanas Santas”, apuntó Burrieza, significando entonces el “extraordinario patrimonio humano, histórico, artístico, antropológico y musical” de la Pasión castellana y leonesa.
Acción de las cofradías
Destacó además “la acción de las cofradías” y la “singularidad” de disponer en Castilla y León de “instituciones que superan, en muchos casos, los cuatro siglos de antigüedad”, con lo que ello supone por haber sido capaces de abordar “contextos históricos cambiantes y no siempre favorables”.
Asimismo, reivindicó “el enorme mérito de haber contribuido al engrandecimiento del patrimonio histórico y artístico” de Castilla y León y haber definido también “el urbanismo de pueblos y ciudades” a través de una “seña de identidad” de los propios ciudadanos y sus localidades.
Burrieza recordó, en su discurso de ensalzamiento de las cofradías, su papel de prestador social “cuando no existía un Estado”, atendiendo en sus hospitales “a convalecientes, peregrinos o niños abandonados”. Una labor a la que hoy contribuyen todavía con “la atención para con los necesitados, sin fronteras, como auténticos samaritanos”.
Esas distintas procedencias fueron también señaladas por Burrieza por suponer las cofradías un lugar de destino de “hermanos con numerosas procedencias sociales” que constituían hermandades “para gobernarse desde órganos propios”.
También hizo hincapié en la participación de la ciudadanía de a pie en las procesiones que, aunque no se acoge a las cofradías, “acude a participar en lo que conocemos como misterios de la fe”, forjando un público que también “se ve enriquecido por los visitantes que recibimos, que no todo lo comprenden, pero todo les impresiona”.
Museo en la calle
Como representante escogido para recoger la Medalla de Oro de las Cortes a la Semana Santa, Burrieza hizo un alegato de las “históricas imágenes devocionales que han concentrado las miradas y las rogativas de las gentes que han morado Castilla y León durante siglos”, en un “nuevo género de expresión” que se denomina como pasos procesionales pero que recoge “obras importantes de diversos escultores e imagineros que forman parte de la historia del arte internacional”.
“Nuestras procesiones son un Museo en la Calle”, apuntó Burrieza en su discurso, en un ensalzamiento de la Semana Santa que ha pasado de acontecimiento religioso a también ser “histórico, artístico, cultural, antropológico y musical, reflejo también de nuestras pasiones y rivalidades” y, en los últimos tiempos, “turístico de primer orden y hasta con su propia gastronomía”.
Una Semana Santa de Castilla y León que, según Burrieza, “tiene su punto de partida en la misma tierra sustentante, sin uniformidad, con variaciones sobre un mismo tema”, pero que a la vez es “capaz de escribir a su manera y retratar con sus manos la Pasión en sus nueve provincias y once diócesis”, que lleva a los cofrades al deseo de tener “el don de la bilocación” porque la Semana Santa “ocurre en todos los lugares al mismo tiempo”, lo que “impide conocer los grandes momentos celebrados por otros”.
"Un conocimiento global que contribuya a un aprecio mutuo”
Por todo ello, Burrieza concluyó haciendo una “especial llamada a apreciar lo que otras cofradías, en localidades diferentes, realizan”, de manera que se pueda demostrar desde Castilla y León “un conocimiento global que contribuya a un aprecio mutuo”, dado que la historia de la Comunidad “no se puede entender y escribir sin conocer la propia de sus celebraciones de Pasión”.
Además, mostró su esperanza en que el premio concedido por las Cortes sea “recordatorio de lo que colectivamente significa la Semana Santa”, para así contribuir “no solo a su impulso, cuidado y mantenimiento”, sino también a “su vivencia en el presente y en el mañana, cuando nuestros hijos y nietos sepan ponerla en las calles y en el alma de las populosas ciudades y de nuestros más apartados y vaciados pueblos”.