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365 leoneses | Pedro López, tuno

"Debuté en Segunda con la Cultu con 16 años y acabé cantando con Rocío Jurado y Lola Flores"

Pedro López ha forjado una vida marcada por el fútbol, la música y los viajes. Desde sus primeros goles en la Cultural hasta recorrer países con la tuna, ha compartido escenario con artistas míticos y ha descubierto nuevas culturas, siempre con León como punto de partida y motor de su historia

Pedro López
Pedro López en una comida junto a sus compañeros de la tuna.

La vida de Pedro López no se entiende sin una guitarra al hombro ni su juventud sin el recuerdo de un balón en sus pies. A sus 61 años, lleva el itinerario vital de quien ha cambiado de roles sin cambiar de esencia. Lo primero que tuvo delante no fue un escenario en Miami o en Tokio, sino un vestuario: el de la Cultural y Deportiva Leonesa. El club competía en Segunda, eran los 80, y el estadio aún llevaba el nombre de Antonio Amilivia. Era el campo viejo, de barro, gradas de hormigón y bufandas heredadas. Allí debutó con apenas 16 años, en una época en la que los chavales llegaban por insistencia y talento.

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Plantilla de la Cultural temporada 79-80.

Ganó dos veces el trofeo al mejor jugador revelación de Castilla y León y compartió césped con nombres que marcaron una época en el club, como Gerardo, Ríos o Buli. Sin embargo, su paso por la Cultural tuvo fecha de caducidad prematura. “Lo dejé joven, por diferencias con la directiva, y me centré en estudiar. Ahí empecé a ver que había vida más allá del deporte”, rememora. Lo que no sabía entonces es que su siguiente vestuario iba a llenarse de cintas, capas, guitarras y pasodobles.

La tuna y la música como camino

El cambio decisivo lo propició su hermano Álvaro. Carismático, afinado y televisivo, ganó el concurso Gente Joven y se metió de lleno en la tuna. Pedro lo vio marcharse de gira cuando viajar no era costumbre sino privilegio. “Él ganó el concurso, cantaba muy bien, y se metió en la tuna. Yo lo vi viajar y pensé: oye, esto no es sólo pandereta y serenata… es una manera de estar en el mundo.” No tardó en seguirle el paso. Primero se integró en la Tuna de Derecho de León, más tarde en la de la Universidad, y terminó encontrando ahí una segunda familia. “Somos como hermanos. Si tienes un problema, lo dices en el grupo y te responden todos. Eso no lo encuentras en muchos sitios”, sentencia.

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Los primeros años de Pedro en la Tuna de Derecho.

Viajes, artistas y escenarios

Lo que empezó como una forma de viajar barato acabó convirtiéndose en su biografía paralela. La guitarra y el cuatro venezolano le dieron entrada a una vida itinerante, desordenada y sorprendente. Recorrió medio planeta con la tuna: Japón, China, México, Miami, Colombia, Portugal... No sólo cantaban en plazas o restaurantes. A veces eran contratos cerrados, con alojamiento, comidas y algo más para moverse. “Era como un trabajo, pero con canciones”, resume.

Y luego están los momentos que él cuenta sin alardes, pero que cualquiera traduciría como anécdotas imposibles. “He estado con Rocío Jurado, con Lola Flores, con el Puma, con Carmen Sevilla… Y hace poco conocimos a Gloria Estefan", afirma. Entre festivales, viajes y certámenes llegaron incluso a ser teloneros de Willy Chirino.

Oposiciones y estabilidad

Mientras viajaba y cantaba, aprobó tres oposiciones en un mismo año: Policía, Guardia Civil e Instituciones Penitenciarias. Eligió la última. Durante años alternó el uniforme con las giras musicales, hasta que un motín en su centro de trabajo le dejó fuera de servicio y le trajo la jubilación con solo 40 años. El golpe fue duro, pero no terminal. “Los primeros años fueron complicados, pero me centré en cuidarme, en viajar y en recuperar el ánimo. La tuna me sostuvo mucho sin saberlo.”

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Pedro junto a su mejor amigo.

Hoy sigue vinculado a varias tunas —la de la Universidad de León, la de Derecho y alguna más allá de la provincia— y siempre tiene una capa y una guitarra listas por si toca salir a cantar a Úbeda, Castellón, Calanda o Lisboa. Muchas veces viaja junto a su hermano Álvaro, otras con amigos de décadas. Incluso ha montado un pequeño grupo en León para tocar en bares y fiestas de pueblos.

Familia, mochilas y mundo

Su manera de estar en el mundo ha contagiado a sus hijas, de 25 y 22 años, que han estudiado dos carreras cada una en Estados Unidos: Medicina, Bellas Artes, Nutrición y Farmacia. Él las sigue sin pensárselo demasiado. “Probablemente este año se vayan no sé dónde, pero yo aprovecho y viajo”, dice.

Su mapa personal incluye San Francisco, Hawái, Dubái, Jordania, Roma, Colombia, Japón, entre muchos otros,  y una cantidad ingente de 'hostels' en los que ha dormido por 42 dólares noche y ha hecho más amigos que en cualquier hotel de lujo. “Lo bonito no es el lujo. En ese tipo de alojamientos haces más amigos que en un hotel de cinco estrellas. Lo importante es moverte”, asegura.

De los remates en el área pequeña del Reino a la música en cualquier parte del mundo, Pedro ha ido enlazando vidas sin separarlas. No presume, no dramatiza y no se arrepiente. “Yo no soy millonario, pero vivo muy bien. Lo único que no vuelve es el tiempo, así que mejor gastarlo en historias,” concluye.