La doble tragedia de Anilson: su hermanó murió en la mina
El cuerpo del caboverdiano Anilson Soares, residente en Villablino, fue recuperado por los equipos de rescate pasadas las 23.30 horas de este viernes.
Su muerte vuelve a teñir de luto a una familia que ya había sufrido otro golpe irreparable. En 2007, su hermano menor, Adolfo, falleció en un derrumbe en la mina La Escondida, en Caboalles de Arriba.
Aquella tragedia marcó para siempre a los Soares y convirtió la minería en una herida abierta que ahora, casi veinte años después, vuelve a sangrar.
El derrumbe
La explotación minera de Vega de Rengos, en Cangas del Narcea, se transformó en escenario del desastre a las 16.58 horas, cuando un trabajador alertó al 112 del hundimiento que había dejado incomunicados a dos compañeros en el segundo nivel, a 1,5 kilómetros de la entrada. Las primeras informaciones activaron la alarma por un posible tercer atrapado, aunque posteriormente se confirmó que logró ponerse a salvo.
El colapso afectó a la rampa que une varias galerías, bloqueando cualquier comunicación inmediata con los mineros atrapados y desatando una carrera contrarreloj.
El rescate
Pasadas las 19.45 horas, los efectivos de la Brigada de Salvamento Minero, desplazados en helicóptero, consiguieron abrirse paso entre el material desprendido. Allí hallaron al primero de los trabajadores, ya fallecido. Una médica del SAMU certificó la muerte antes de informar a la familia, que aguardaba a las puertas de la mina entre escenas de enorme dolor.
Poco después, los rescatadores alcanzaron el punto donde se encontraba el segundo minero atrapado: Anilson Soares. Las primeras señales ya apuntaban a lo peor y, finalmente, se confirmó su fallecimiento en el interior de la galerÍa.
Luto
Entre los fallecidos se encuentra otro trabajador natural de Villablino, lo que ha provocado una profunda conmoción en Laciana, comarca marcada por décadas de actividad minera y por la larga lista de tragedias asociadas a ella.
La muerte de Anilson, además, resuena con especial crudeza en una comunidad que aún recuerda la pérdida de su hermano Adolfo. Una doble desgracia que evidencia, una vez más, el alto precio que muchas familias han pagado en las entrañas de la tierra.



