El poeta José Luis Puerto cose con 'Hebras de sílabas' sus reflexiones vitales
El autor salmantino afincado en León publica un nuevo poemario fruto de cinco años de proceso creativo
El etnógrafo, poeta, narrador, profesor e investigador José Luis Puerto (La Alberca, Salamanca, 1953) afincado en León acaba de publicar en la editorial Reino de Cordelia el poemario ‘Hebras de sílabas’, fruto de cinco años de proceso creativo que el autor describe como atravesado por dos claves fundamentales: la luz, como símbolo o apelación simbólica a la vida plena en un momento vital en el que la enfermedad y la vejez van apareciendo y la fraternidad, como invocación continua a los valores más altos y más humanizadores del ser humano, en un mundo lleno de individualismos, egoísmos e intereses propios.
También, explica Puerto, atiende a lo pequeño, a todo aquello que pasa desapercibido. “De alguna manera, su pequeña huella está revelando siempre una belleza a la que no estamos atentos y también está ahí siempre la presencia de los seres próximos, de los seres queridos, ya que mediante ellos participamos de la experiencia del amor, que es para mí la experiencia humana más alta y más hermosa”, detalla.
La obra, de 182 páginas, no deja de lado la naturaleza, habitual en los poemas del Premio Castilla y León de las Letras, como fuente de revelación y también el tiempo es aludido de forma constante a través de los ciclos anuales, del tiempo lineal, el tiempo cíclico.
Trascender la realidad
‘Hebras de sílabas”, comenta, aspira -como toda su obra poética- a transfigurar la realidad, a trascenderla. “Nace siempre la poesía a partir de lo percibido, de lo vivido, de lo contemplado, de lo sentido. Y esa realidad que verbalizo poéticamente pretendo siempre trascenderla, transfigurarla, universalizarla, porque de alguna manera es una realidad que todos vivimos y que encierra claves que explican lo que somos”, comenta.
José Luis Puerto busca en sus poemas “un decir luminoso, claro, sobrio”, en un hacer “marcado por la brevedad y por la levedad, que huyen siempre de lo altisonante, de la palabrería, de ese ruido verbal que aturde de continuo”.
Su proceso de creación poética es continuo. “Actúa cuando escribes, cuando se verbaliza el poema, pero cuando no se verbaliza, cuando vives, ahí también está funcionando lo poético en mí. Por eso nunca pongo puntos finales a los poemas, ni un título en mayúsculas, lo pongo entre paréntesis, minúsculas, en letra cursiva, al principio de cada poema y un poco para hacer ver que es ese continuo del que hablo. Poetizar es un modo de estar en el mundo, en la realidad” afirma y concluye que “la tarea del poeta es crear y la tarea del lector es recrear, que haya una resonancia en su ser una vez que lee el poema”.