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'Se alquila': 'Artesa' busca artesano

La gran referencia gourmet de la ciudad cierra a la espera de un nuevo artesano que quiera continuar con una saga con 70 años de historia | "La vida me lleva a otros caminos", reconoce su actual titular, Luis Miguel Díez

Si nadie lo remedia, Artesa, la gran firma gourmet de León, cerrará sus puertas el próximo 1 de julio. Siete décadas de historia, una clientela fiel y el mejor escaparate de productos selectos de la ciudad se despedirán ese día.

“Es la vida y sus circunstancias”, dice con calma Luis Miguel Díez Llamas, el corazón, el alma y el motor de este comercio tradicional ubicado en la céntrica Avenida de Ordoño II. Lo cuenta sin dramatismos, pero con la emoción contenida de quien sabe que cierra un capítulo muy especial.

Todo comenzó en 1954, cuando su familia abrió en ese mismo local Embutidos Campelo. En 1994, él tomó el relevo y transformó aquella tienda en un rincón gastronómico de referencia bajo el nombre de Artesa. Una evolución que convirtió el establecimiento en un templo del sabor, cuidado al detalle.

"El cliente siempre ha sido lo primero"

Durante tres décadas, Luis Miguel ha sido incansable. “Hemos hecho todo lo mejor pensando siempre en el cliente”, explica. Su dedicación ha sido constante, convirtiendo cada venta en una experiencia personalizada y cada producto en un hallazgo.

Ahora, dice, ha llegado el momento de tomar otro rumbo: “La vida me lleva por otros caminos. No me he planteado un traspaso ni nada parecido. Este es un buen negocio. Si viene otra persona que lo quiere explotar, aquí estamos. Yo sí tengo claro que es un momento vital en el que debo caminar en otra dirección”.

No quiere despedidas grandilocuentes. Fiel a su forma de ser, Luis se marcha con discreción, con la serenidad de quien ha hecho bien las cosas. “Es el momento, hay que hacerlo”, repite como si fuera un mantra.

Todo, y todo lo mejor

Tras el mostrador de Artesa han pasado los mejores vinos, patés, cervezas, embutidos, dulces, chocolates, aceites, conservas, mermeladas, quesos, infusiones, salsas, confituras, champán, foie y un sinfín de productos únicos que conforman una exquisita carta de sabores.

“Queda todo lo que hemos hecho y, lo más importante, queda la satisfacción de haber intentado hacer felices a nuestros clientes”, resume.

Besitos Conrado 15
Luis, embajador de León y amante de los productos de calidad, asegura que ha llegado el momento "de tomar otro camino".

Un templo del producto artesanal

Artesa no ha sido una tienda cualquiera. Ha sido un espacio donde se celebraba lo auténtico, lo hecho con mimo y tradición. Una boutique de sabores donde cada producto contaba una historia y cada referencia respondía a una búsqueda exigente: lo singular, lo delicioso, lo emocional. Su lema ha sido siempre ofrecer lo mejor de aquí y de allá, pero siempre desde el compromiso con lo artesano.

El proyecto se cimentó en una filosofía clara: descubrir lo excepcional entre lo aparentemente cotidiano, conectar al cliente con esos productos que despiertan recuerdos y emociones. "Buscamos lo que emociona al probarlo", decían desde Artesa. No se trataba solo de vender alimentos, sino de generar experiencias con identidad.

Artesanía con alma leonesa

Desde su origen, Artesa apostó por destacar el valor del producto agroalimentario local, poniendo en primer plano tesoros de la tierra leonesa como el botillo, la cecina o el queso de Valdeón. Productos con Denominación de Origen y sello de autenticidad que convivían en sus estanterías con delicias llegadas de pequeños productores de otras partes de España o del mundo.

En un mercado cada vez más uniforme, Artesa se convirtió en un refugio de autenticidad. "No encontrarás aquí productos fabricados en masa", defendían con orgullo. La tienda era, además, un escaparate de las raíces rurales y la cultura gastronómica de los pueblos. Un espacio que contribuía, sin hacer ruido, a mantener viva la tradición.

Una oportunidad en espera

Ahora, con el cartel de "se alquila" colgado en el escaparate, el local queda a la espera de que otro artesano tome el relevo. “Este es un buen negocio”, repite Luis Miguel, consciente de que la clave no está solo en el lugar o en la clientela consolidada, sino en el amor por el producto y en la sensibilidad con la que se construyó el proyecto.

Quien recoja el testigo encontrará algo más que un punto de venta: una historia, una clientela fiel, un legado de excelencia y una identidad reconocida. Porque aunque Artesa cierre sus puertas, su esencia sigue viva en cada sabor descubierto y en cada cliente que supo valorar lo auténtico.