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365 leoneses | María Martínez, matrona

"Me encanta poder ayudar a las mujeres en uno de los momentos más importantes de su vida, su parto"

María Martínez es una matrona enamorada de su trabajo | Desde niña, lo tenía claro, y con el paso de los años, los estudios y el esfuerzo han dado sus frutos y se encuentra, actualmente, trabajando como matrona en el servicio de paritorio y maternidad del Hospital de León
María Martínez es una matrona apasionada y en constante formación.
María Martínez es una matrona apasionada y en constante formación.

Con tan solo cuatro añitos, María Martínez ya había tomado, sin darse cuenta, una de las decisiones más importantes de su vida, quería ser matrona. Por aquel entonces aún no sabía todo lo que implicaría esta decisión, todo el esfuerzo que iba a suponer y los cambios en su vida que esto conllevaría. Pero a día de hoy, 27 años después, María se siente profundamente agradecida con su trabajo, con el que acompaña a mujeres en uno de los momentos más trascendentales de su vida, el ser madre. Echando la vista atrás, también da las gracias a aquella pequeña niña que la llevó a convertirse en la mujer que es hoy en día, una matrona con vocación, pasión por su trabajo y en constante lucha, por ser mejor y por conseguir que el servicio en el que trabaja también mejore.

Originaria de Mansilla de las Mulas, aunque residente en León, María tiene en su pueblo su refugio, "tengo allí a toda mi gente, mi familia y en el momento que tengo un huequito siempre voy para el pueblo porque me tira muchísimo", comienza.

Pero la vida de María empezó antes incluso de esta relevante decisión. Nació en Mansilla de las Mulas, en el año 1994, donde sus padres se conocieron. “Mis abuelos maternos se fueron para Mansilla y allí, mis padres comenzaron a trabajar juntos y, posteriormente, montaron allí su negocio en común, que a día de hoy sigue en activo”, comienza relatando María.

Infancia y adolescencia en Agustinos

Comenzó a la escuela en el pueblo, pero en segundo de primaria, sus padres decidieron que continuaría sus estudios en Agustinos, en León. “Al principio me costó mucho el cambio, porque me separaban de mis amigos de toda la vida, pero realmente lo pasé mal la primera hora en el cole nuevo, luego ya rápidamente estuve muy feliz”, recuerda María y destaca que fue “una decisión que a día de hoy agradezco muchísimo a mis padres por muchos motivos”.

Y es que, Agustinos no solo fue para María su lugar de estudio, “mi vida siempre ha estado bastante ligada a los Agustinos, tanto de León como de Valencia de Don Juan, donde iba de campamento, primero de cursillista y más tarde de monitora, una época muy importante de mi vida que me marcó mucho”, asegura.

Cuando tuvo que decidir, en tercero de la ESO, la rama por la que quería tirar, María no dudó, tenía claro que quería ir por ciencias de la salud, para poder estudiar enfermería y acabar, finalmente, siendo matrona. “Sabía cuál era el camino y lo que tenía que coger para llegar allí”, afirma María.

Enfermería, el primer paso para cumplir su sueño

Al terminar bachillerato, María comenzó sus estudios de enfermería en Ávila en el año 2012, donde recuerda haber pasado dos años maravillosos, “empezó mi primer contacto con la enfermería, lo que para mí fueron dos años muy importantes para enamorarme cada día más de la profesión”, recuerda.

Pero a pesar de los buenos momentos en Ávila y la buena gente que había conocido en el camino, María tenía claro que quería regresar a ‘su’ León. Y así lo hizo, “mi objetivo era volverme a casa a estudiar, para estar cerca de mi familia y mis amigos y para aprovechar la universidad tan buena que tenemos en León”, cuenta María al Heraldo de León.

Terminó sus estudios en la ciudad en el año 2017, sabiendo que su época como estudiante estaba aún lejos de concluir. Y es que, “en España, para poder a la especialidad de matrona, tienes que examinarte del examen de especialidades para ser enfermero interno residente, EIR, a nivel nacional. Actualmente, en el país, es la única vía para poder sacar la especialidad y tenía muy claro que era lo que quería”, detalla María.

EIR y primeros pasos como enfermera

“Tuve la suerte de acabar la carrera en unos años en los que laboralmente hablando éramos bastante afortunados por tener trabajo al salir de la carrera, aunque las condiciones que nos encontrábamos no eran las mejores. Pero lo cierto es que, según terminé enfermería, me pude poner a trabajar, a la vez que me preparaba el examen del EIR”, continúa María, “la vida quiso que acabara en Salamanca, junto a mi pareja, que sacó su plaza allí como médico interno residente. Tomamos la decisión de manera conjunta de embarcarnos e ir a Salamanca y fue totalmente acertada”.

En Salamanca, María estuvo tres años trabajando como enfermera, sobre todo en cuidados críticos e intensivos. “Disfruté muchísimo de la profesión y del ambiente laboral de aquella ciudad. Siempre será nuestra segunda casa”, asegura.
Pero María no perdía su foco, quería ser matrona. A lo largo de los años en Salamanca, continuaba preparándose la especialidad, con los únicos descansos que la academia de preparación estipulaba. Llegó el Covid y María estuvo trabajando en la UCI durante uno de los momentos más críticos de la pandemia, “y el año que pensé que menos iba a sacar la especialidad, con todo el estrés que conllevó la pandemia, finalmente en 2021 conseguí mi ansiada plaza”. Pero María no solo había conseguido, por fin, su gran sueño de ser matrona, sino que además logró una plaza en León.

María durante un congreso de matronas.
María durante un congreso de matronas.

Sueño de ser matrona conseguido, por fin

“En ese momento había dos plazas solo en León para poder coger, entonces no contaba prácticamente con ello. Y tuve la inmensa suerte de que la plaza la plaza de León me esperó porque cogí yo la primera y no me lo podía creer”, recuerda María, y continúa, “no solo quería venir al paritorio de León porque es mi ciudad, sino porque también, como alumna de enfermería en prácticas, pasé por allí y quedé totalmente enamorada de la calidad humana y profesional que hay en ese paritorio. Quería volver y no solo a trabajar, sino a formarme con ellos y lo conseguí. En ese momento, recordé todas las veces que me convocaron a escoger plaza y lo rechacé, porque sabía que con el número que sacaba no me iba a dar para el puesto de matrona, ya que es de las primeras especialidades que se acaban y que yo tenía claro que tenía que luchar por ello y qué hice bien esperando mi plaza de matrona porque además me dio la nota para poder volver a mi ciudad”.

A la vez que María hacía la residencia, también estuvo cursando un máster de investigación en la Universidad de León. “Fueron años muy duros, de muchísimo trabajo y de muchísimo esfuerzo, pero en los que cada día sabía que había escogido la profesión más bonita de este mundo, que es ayudar a las mujeres a traer vida”, afirma. Además, “mi familia siempre me inculcó el espíritu de sacrificio y el esfuerzo para que luchara por lo que yo quería, que en este caso era ser matrona y que, tanto mi familia, mis padres y mi hermana, como mi pareja, siempre me acompañaron durante el proceso y me han apoyado hasta que lo he conseguido, estuvieron conmigo y nunca dudaron de mí. También coincidí preparando la especialidad con mi novio, algo muy bonito, porque hemos luchado juntos por lograr nuestros sueños y, finalmente, lo hemos conseguido, juntos, estamos los dos trabajando de lo que nos apasiona y encima en León, nuestra ciudad”. 

Matrona reivindicativa en León

Después de finalizar la especialidad como matrona en el Hospital Universitario de León, en 2023, María destaca haber tenido la suerte de poder quedarse aquí a trabajar, “actualmente estoy en el servicio de paritorios y maternidad. Sigo formándome, aprendiendo todos los días y luchando de manera constante. Desde nuestra profesión, nos mantenemos en constante lucha por los derechos de la mujer, en uno de los momentos más importantes, y a la vez más vulnerables, de la vida. Pero no solo trabajamos con mujeres embarazadas y en el momento de dar a luz, sino que nuestra labor abarca mucho más, acompañamos a las niñas, desde que empieza su cambio, a los 14 años, hasta el fin de sus días. Y en todo ese transcurso, necesitan mucho de nosotras como matronas, no solo a nivel laboral, sino a nivel humano. Una de las mayores reivindicaciones de nuestro sector es que, desde que la profesión ha llegado a la medicina, ha evolucionado muchísimo, algo muy positivo, ya que se ha reducido la mortalidad en los paritorios, pero a la par, al convertirse en un algo medicalizado, el parto ha llegado a considerarse, en muchas ocasiones, un proceso patológico y a las mujeres se les trata como meros pacientes, y queremos luchar porque tienen voz y voto y tienen derecho a decidir cómo quieren que nazcan sus hijos. Y nosotras, las matronas, estamos siempre luchando por ello”, reivindica María y recalca, “siempre que el parto sea un proceso fisiológico, siempre que no haya patologías maternas, es importante que no se intervenga innecesariamente, respetando la naturaleza del proceso. No podemos tratar algo tan fisiológico como nacer y convertirlo en algo patológico constantemente, porque con eso se está privando a las mujeres de su derecho a parir y a ser atendidas con libertad de decisión”.

Una pasión de cuna y de sangre

A través de las palabras de María se puede entender perfectamente su pasión por su trabajo, que, como nos adelantaba al principio, le viene prácticamente de cuna. Recuerda la primera vez que pensó que quería ser matrona, “como mis padres eran autónomos, un rato por las tardes nos cuidaba, a mi hermana y a mí, una mujer del pueblo. Por aquel entonces, estaba embarazada y, como yo era muy inquieta, la única manera que ella encontraba para tenerme quieta y entretenida era explicarme que dentro de ella había un bebé que se movía, que me escuchaba y que me sentía. Recuerdo, con tan solo cuatro añitos, de estar fascinada con aquella barriga y me parecía increíble que dentro hubiera un bebé. Ya en aquel momento, empecé a decir que me gustaba eso y que, de mayor, quería ser matrona”.

Pero la historia es aún más fascinante y es que, María lleva su profesión en la sangre, “con siete u ocho años, en una conversación con mi abuela materna, le conté que quería ser matrona, a lo que ella me respondió que lo sacaría de mi bisabuela Ernestina, su madre, que era la partera del pueblo y se encargaba de traer a la vida a todos los niños de la zona de Mansilla Mayor y alrededores”.

El sueño de una niña que se convirtió en una realidad maravillosa. Y es que, en muchas ocasiones, cuando se logra cumplir un objetivo, después de años y años de espera, hay veces que este no cumple las expectativas que tantas veces se habían imaginado. Pero este no es el caso de María, “mi profesión me tiene enamorada, me siento muy afortunada de poder tener un trabajo que está intrínsecamente ligado a la mujer. Me encanta ser mujer y poder ayudar a las mujeres. Y no solo en uno de los momentos más importantes de su vida, como es traer a sus hijos al mundo, sino también en todos los ámbitos de la salud femenina, tanto en primaria como en especializada, desde la lactancia, la recuperación en el posparto o los grupos de climaterio, hasta la menopausia, cuidados del recién nacido y la asistencia en cualquier patología”.

María recalca que, a pesar de tener un montón de funciones, “aún falta para que estemos muchísimo más representadas y tener más autonomía. En España tenemos una formación de seis años, cuatro de enfermería y dos de especialidad, algo muy superior a otros países y queremos que se reconozca”.

Pero a pesar de las reivindicaciones, María recalca sentirse muy feliz con su trabajo, “me considero súper afortunada y sigo aprendiendo todos los días. Mi trabajo me da momentos maravillosos, porque la gente nunca se olvida de la cara y del nombre de las personas que le acompañaron en el nacimiento de sus hijos o hijas y que las mujeres agradezcan tanto mi labor, es algo que me llena el corazón”, finaliza.

La pasión de María por su trabajo es algo que se palpa con tan solo hablar con ella. Una profesional preparada, pero aún más importante, que le gusta lo que hace y que trata cada caso con delicadeza y humanidad. Una gran mujer que acompaña a otras mujeres a lo largo de toda su vida y que tienen la suerte de tener a María como matrona.