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La vida (en la calle) de John

Vende sus cuadros en la calle a la espera de que "los papeles" le permitan volver a trabajar | Especialista en "construcciones industriales y civiles" asegura que le encantaría "quedarme para siempre en León" | "No pido limosna, me gano la vida hasta que pueda volver a trabajar"

A sus 36 años, John Covaks, se gana la vida en las calles de León. Principalmente en Ordoño II. Pinta cuadros a mano. Unos tomando como imágenes escenas cotidianas de la ciudad, o sus monumentos, y otros atendiendo a las peticiones de los peatones.

"El otro día pasó una persona y me dijo que si le pintaba Botines me lo compraba, y aquí lo tengo. Espero que venga pronto", asegura.

La historia de John no es muy diferente a la de otros muchos migrantes que han aterrizado en España. En su caso, desde Rumanía. "Primero estuve en la zona de Valencia. Allí aprendí el idioma y comencé a trabajar en la construcción. Me fue muy bien, la verdad, hasta que me tocó renovar los papeles y todo se complicó", asegura.

Él, especialista en "construcciones industriales y civiles", lamenta que "la burocracia no nos deje trabajar. Tengo que renovar la documentación pero el proceso está bloqueado. La embajada me dice que tengo que esperar, pero yo tengo que vivir. Espero que me lo resuelvan pronto. Otra posibilidad es ir a mi país, pero nadie te garantiza que allí lo puedas resolver rápido".

Así que a la espera de una respuesta administrativa optó "por vivir de la calle". Me gano la vida así. Voy recorriendo lugares y viviendo en albergues. He estado en el País Vasco, Asturias, Galicia y ahora en León. Me gusta esta ciudad, sinceramente".

"Quiero vivir de mi trabajo"

Y asegura que si los papeles llegaran "me quedaría aquí. Soy bueno en la construcción y tengo compatriotas que me dicen para quedarme en mataderos de pollos que hay aquí. No me importa, León es un buen sitio y me gusta, pero el problema son mis papeles".

A la espera de solución vive "de mi trabajo, de verdad que yo no quiero limosna. Pago once euros en un hostal en Puente Castro y así voy tirando".

Mientras habla una mujer se acerca y le deja un euro.

- "Gracias señora, que tenga un buen día".

- "Son cuadros muy bonitos", le responde.

"Solo pinto cosas bonitas"

Y él vuelve a sentarse mientras pone sombras sobre la cartulina.

- "Espera, te voy a enseñar una exposición de cuadros que hice en mi país".

Muestra el móvil, con orgullo, mientras enseña los cuadras que formaban aquella muestra en Rumanía.

- "Me gusta pintar, pero solo cosas bonitas. Las cosas tristes no las dibujo".