El tiempo
365 leoneses | Mario de la Riva, logista

"Mi vida ha sido de todo menos aburrida: minas, obras, túneles y hasta camarero en el Calandre"

A Mario de la Riva Rodríguez le llevó la vida de León a Londres y ahora a Noruega, donde pasa dos semanas antes de volver otras dos a León, pero ni el frío ni los túneles le impiden seguir sintiéndose de Manzaneda, de Llombera... y de la Cultural
Imagen de Mario de la Riva.
Imagen de Mario de la Riva en Madrid.

Hay un rincón en el corazón de Noruega que late al ritmo del norte de España. Allí, entre grandes piezas de maquinaria, túneles sin fin y amaneceres que nunca llegan, trabaja Mario de la Riva Rodríguez, leonés de pura cepa, nacido el 14 de abril de 1975. No hay más que hablar con él un rato para darse cuenta de que el frío escandinavo no ha congelado sus raíces: su acento, sus recuerdos, su amor por La Cultural y Deportiva Leonesa… siguen tan intactos como cuando en los 90 atendía clientes en El Corte Inglés de León.

Porque sí, Mario es leonés, pero también es hijo de dos tierras con nombre propio: Manzaneda, en la Ribera del Torío, de donde desciende su padre, Lino, y Llombera de Gordón, de donde viene su madre, Mari Luz. Creció junto a sus dos hermanos, José e Ismael, y hoy, es padre de dos hijos, Marcos y Laura, quienes, junto con Ana, su compañera de vida, son su mayor motivación.

De los almacenes al movimiento de tierras

Mario comenzó en 1994 en el recién inaugurado Corte Inglés de León. Durante una década trabajó entre estanterías y atención al cliente, hasta que en el año 2000 decidió dar un giro radical a su vida profesional: se formó en informática y topografía en el Centro María Auxiliadora. Las minas —como la de Santa Lucía— fueron su primera toma de contacto con el mundo del cálculo de cubicajes y movimientos de tierras.

Tras varios proyectos en distintas explotaciones mineras por España, llegó la experiencia en el aeropuerto de Torrejón. “Demasiada presión, no me vi y decidí dejar la topografía”.

Hijoscar: una escuela en la obra

Entonces llegó Hijoscar, y con ella, otra forma de trabajar. Empezó como peón, pero pronto ascendió a encargado. "Me pusieron al frente de una promoción en la calle Posada Aldonza, 126 viviendas”, recuerda. Más tarde, siguió con la empresa en otras promociones en Villaobispo. Aunque no acabó aquella última obra, sí fue una etapa decisiva.

“Estar de encargado me ayudó muchísimo. Conoces materiales, aprendes a organizar trabajos, equipos… Esa experiencia, aunque fuera otro mundo, me ha servido ahora en Noruega”. Aunque su trabajo actual en logística no tenga que ver directamente con la obra tradicional, la base organizativa la asentó en León.

Del parón a Londres, y de Londres al norte

La crisis del ladrillo lo llevó a Cataluña y luego, como a tantos, al paro. Fue entonces cuando una antigua jefa lo llamó para ofrecerle un puesto en Londres. Allí, en la línea Elizabeth —que une el centro de la capital británica con el aeropuerto de Gatwick— aprendió inglés “por necesidad”, y a vivir solo lejos de sus hijos.

De esa etapa en Reino Unido surgió la oportunidad de cruzar otra frontera: Noruega. Hoy, Mario trabaja en la logística de una tuneladora en un gran proyecto internacional. Se encarga de que el engranaje no se pare: repuestos, motores, materiales… “Organizo todo para que llegue justo cuando tiene que llegar”.

Un campamento en la nieve y un corazón en León

Mario vive a caballo entre Noruega y León. "Cada dos semanas cojo un avión", asegura. Su vida en Noruega es metódica: jornadas de 12 horas, turnos continuos, alojamiento en un campamento con habitaciones individuales. “Te levantas a las 4 de la mañana, y a las 8 ya estás en la cama. Es duro, pero lo prefiero a la incertidumbre de aquí”.

mario de la riva
Mario de la Riva en Noruega. 

Lo que más echa de menos, sin duda, es la luz. “Los inviernos son oscuros, muy largos. Es lo que peor llevo”. A cambio, valora la cultura laboral: respeto, horarios cumplidos, buen trato. “Allí nadie te levanta la voz. Nos sacan años de ventaja en eso”, reconoce. 

Culturalista hasta en el círculo polar

Pese a los kilómetros y el clima, Mario nunca ha dejado de mirar al Reino desde la distancia. “Aquí hay muchos compañeros de fuera, pero también varios leoneses. Siempre da gusto encontrarte con uno. Y aunque esté lejos, sigo a la Cultural siempre que puedo. El corazón, al final, no cambia de equipo”.

Mario de la Riva en el derbi de este fin de semana entre la Ponferradina y la Cultural.
Mario de la Riva (d) en el derbi de este fin de semana entre la Ponferradina y la Cultural.

Y entre túnel y túnel… moda y barra

Y aunque su trayectoria profesional ha estado ligada a la construcción y la logística, Mario también ha tenido tiempo para experiencias más curiosas: “También hice mis 'pinitos' en el mundo de la moda y de camarero en el famoso Calandre de la Plaza Mayor. En fin, una vida muy divertida”, dice. Porque si algo tiene claro Mario, es que en cada etapa ha sabido encontrar una anécdota que contar.