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Reportaje

El día que el 'Tío Pepe' saludó a sus ovejas

Más de un millar de ovejas merinas y cabras guisanderas tomaron el fin de semana el corazón de Madrid en la XXXII Fiesta de la Trashumancia, una jornada que devolvió a la capital su alma rural y recordó que los caminos del ganado unen desde hace siglos la sierra andaluza con las montañas leonesas.
Imagen del rebaño recorriendo el centro de Madrid este fin de semana.
Imagen del rebaño recorriendo el centro de Madrid este fin de semana.

Ni turistas ni coches: este domingo, el centro de Madrid se convirtió en una gran cañada real. Desde primera hora de la mañana, 1.300 animales —1.100 ovejas merinas y 200 cabras guisanderas— avanzaron por el asfalto madrileño escoltados por sus pastores, abriendo un recorrido que comenzó en la Casa de Campo y concluyó al mediodía entre aplausos en la Plaza de Cibeles.

En su XXXII edición, la Fiesta de la Trashumancia 2025 volvió a reivindicar el papel de la ganadería extensiva como herramienta contra el cambio climático y garante de la biodiversidad. “Este día nos recuerda que Madrid también tiene alma rural, que el campo y la ciudad están más unidos de lo que parece”, destacó Jesús Garzón, presidente de la Fundación Trashumancia y Naturaleza, impulsora del evento.

De Gredos a Cibeles, paso a paso

El rebaño, que partió de la Sierra de Gredos (Ávila) hace semanas, llegó al corazón de la capital guiado por cañadas históricas que desde la Edad Media conectan el sur peninsular con las montañas de León. “Es la misma ruta que hacían nuestros abuelos, aunque ahora el paisaje haya cambiado”, relataba el pastor Miguel Hernández, mientras las ovejas cruzaban la Puerta del Sol bajo la atenta mirada del luminoso de ‘Tío Pepe’, convertido por unas horas en testigo de la tradición.

Los animales recorrieron un itinerario que incluyó el Paseo del Prado, la calle Alcalá y la Plaza de Cibeles, donde se celebró el acto simbólico de pago de los “50 maravedís al millar”, la tarifa medieval que autorizaba el paso del ganado por la villa. También se leyó la Concordia de 1418 entre la Mesta y el Concejo de Madrid, recordando una costumbre de más de seis siglos.

Una fiesta con música, trajes y memoria

El desfile se llenó de color con la presencia de grupos folclóricos, dulzaineros, gaiteros y danzantes que acompañaron a los pastores vestidos con trajes típicos de la Sierra de Ávila, Extremadura y León. Familias y visitantes se agolparon en las aceras para fotografiar la escena: ovejas junto a autobuses, cabras entre neones, y pastores agradecidos por mantener viva una tradición que “habla de esfuerzo, de cultura y de respeto a la tierra”, en palabras de Garzón.

El delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, destacó que la fiesta permite “volver a poner en valor la actividad ganadera y la recuperación de las vías pecuarias, auténticos corredores ecológicos que contribuyen a la conectividad entre ecosistemas y a la prevención de incendios”.

Rumbo al invierno

Tras su paso por la capital, el rebaño continuará su viaje hasta Aranjuez, donde pasará el invierno antes de regresar a las montañas del norte cuando llegue la primavera. La marcha trashumante, reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial, sigue marcando el ritmo de una España que, pese al progreso, no olvida sus raíces.

“Llevamos siglos caminando, y mientras haya caminos, habrá trashumancia”, afirmaba con orgullo Pedro Marcos, uno de los pastores veteranos, mientras sus ovejas dejaban atrás los edificios de cristal.

Por unas horas, Madrid volvió a oler a campo, y el ‘Tío Pepe’ de Sol, entre luces y rascacielos, saludó a las ovejas como quien se reencuentra con una vieja costumbre que sigue viva en el corazón de quienes la recuerdan.