Memoria indiana en la Montaña leonesa: el Casino de Cofiñal y su legado

Puede que la historia del progreso rural en la Montaña leonesa no se entienda sin detenerse en las huellas visibles e invisibles dejadas por la emigración a Cuba. Fue precisamente este flujo migratorio el que propició que Cofiñal, un pequeño pueblo leonés, experimentara profundas transformaciones que aún marcan su fisonomía. Como historiador oriundo de este lugar, y bisnieto de uno de aquellos “de Cuba”, abro estas líneas convencido de que cada piedra, cada símbolo decorativo y cada gesto de mecenazgo encierra historias que aún esperan ser contadas.
Infraestructuras y mecenazgo: la huella tangible de los indianos
En la década de 1920 surge la Sociedad de Cofiñal en Cuba, integrada por unas treinta personas originarias del pueblo, cuyo objetivo era mejorar su futuro en Cuba y apoyar a su tierra natal colectivamente. D. Vicente Bayón de Caso, nacido en Cofiñal, llegó a ser presidente del Centro Castellano en La Habana según el Diario de la Marina de 1940. Los leoneses emigrados se agruparon en la Colonia Leonesa de Cuba, parte del Centro Castellano fundado en 1909, que reunía a personas de la Región Leonesa, Castilla la Vieja y Castilla La Nueva. Estas agrupaciones impulsaron la creación de pequeñas sociedades por cada pueblo, reforzando la identidad y la solidaridad entre quienes emigraron y su lugar de origen.

Pero no fue solo la nostalgia y la solidaridad la que motivó a los indianos a agruparse, tambien existía la idea de invertir en su tierra natal. El patrocinio de las obras públicas, como la subvención para la carretera de Isoba a Asturias (LE-331 y AS-112) gestionada por la Sociedad de Cofiñal en Cuba en 1939, demuestra la voluntad de contribuir al desarrollo local y tejer redes de bienestar colectivo (Colonia Leonesa de Cuba. 1939. Pares.). Esta acción, junto con la rehabilitación de un antiguo caserón para convertirlo en Casino —obra culminada en 1924 y documentada en la revista Vida leonesa: revista semanal ilustrada: Año II Número 45 (Biblioteca Virtual Prensa Histórica)—, son apenas la punta del iceberg de un legado mucho más amplio y profundo.

El impacto de los indianos va más allá de lo visible. Sus viviendas, negocios y los pequeños tesoros familiares forman parte de esa herencia intangible que cambió el destino de muchas familias y de todo Cofiñal. Como subrayan investigaciones como Indianos leoneses: memoria de la emigración y el retorno de J. López Álvarez (2012, Universidad de León), la cultura indiana es una trama de referentes materiales y emocionales que sigue viva en la memoria local.
Una mirada al Casino: arte, materiales y evolución estética
La rehabilitación del Casino en 1924 no fue un simple arreglo arquitectónico; supuso una declaración de intenciones. El uso de materiales nobles —sillares en vanos y esquinas, sillarejo o canto rodado en los muros— buscaba dignificar el edificio y convertirlo en un referente social. Sin embargo, la estética de la época prefería ocultar el muro de sillarejo tras enfoscados o enlucidos, un canon que dominó hasta bien entrado el siglo XX. Basta observar fotografías de 1964 para comprobar cómo el salón lucía completamente enjalbegado, alejándose de la imagen actual de piedra vista.

El cambio de mentalidad llegó en los años noventa, coincidiendo con la declaración del Parque Regional de Picos de Europa (Ley 12/1994, de 18 de julio), cuando lo rural y lo auténtico comenzaron a valorarse más que la uniformidad estética. Así, la rehabilitación posterior dejó al descubierto la piedra en la fachada principal, manteniendo el blanco solo en vanos e impostas, mientras el resto de los muros permanecieron enfoscados. Esta decisión de diseño, lejos de ser un mero capricho, responde a la revalorización de lo autóctono y lo identitario en la arquitectura de montaña.

El lenguaje decorativo del Art Decò
Si hay un elemento que distingue al Casino de Cofiñal, ese es sin duda el friso frontal del alero. Sus veintiuna tablillas blancas, adornadas con motivos geométricos —ruedas, palmetas y series de líneas verticales— conforman un idealizado friso clásico de metopas con resonancias modernistas. La influencia proviene directamente del Art Decò de los años veinte, en particular de la escuela de Miami, que a su vez bebe de la célebre Escuela de Chicago.
El Art Decò surgió en el contexto de la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas de París en 1925, y tuvo en Chicago uno de sus focos de experimentación arquitectónica ecléctica y vanguardista (Collins, G. R., The Chicago School of Architecture: A History of Commercial and Public Building in the Chicago Area, 1875-1925) Esta corriente, caracterizada por la combinación de geometría, abstracción y motivos naturales, se reinterpretó en los ambientes latinoamericanos y llegó hasta la Montaña leonesa, donde los indianos trasladaron esas influencias como seña de modernidad y prestigio.
Un relato abierto: historias aún por contar
El Casino de Cofiñal es mucho más que un edificio. Es el testigo de una transformación colectiva, símbolo del regreso y del deseo de mejora de quienes partieron hacia Cuba y regresaron para dejar huella. Sin embargo, este artículo, pese a su afán por integrar bibliografía relevante y referencias internacionales sobre el fenómeno indiano y el Art Decò, solo puede aspirar a ser un esbozo. Quedan innumerables relatos por descubrir sobre los “de Cuba”, sus sueños, fracasos y logros, y sobre el modo en que cambiaron para siempre la vida y el paisaje de Cofiñal.

Alberto Diez Valbuena, autor de este artículo, es historiador del arte de Cofiñal y bisnieto de uno de los “de Cuba”.