El tiempo
Mi Semana Santa, Carmen Fernández

"Pujar con mi padre, quien me enseñó a vivir la Semana Santa con esta pasión, es increíble"

Para Carmen Fernández, papona desde hace 20 años, la Semana Santa es una sentimiento compartido con su padre desde su nacimiento, y poder pujar juntos el paso de 'San Juan' desde hace dos años ha hecho que este acontecimiento tenga un significado mucho más especial para ambos
Carmen Fernández nos muestra dos imágenes de su paso por la Semana Santa de León.
Carmen Fernández nos muestra dos imágenes de su paso por la Semana Santa de León.

Desde que nació, Carmen Fernández estuvo destinada a formar parte de la Semana Santa de León. Su historia no es solo la de una tradición heredada, sino la de un lazo familiar inquebrantable, una pasión transmitida de generación en generación. Su padre, con el orgullo de quien siente cada procesión en el alma, la inscribió en la cofradía de 'Nuestra Señora de las Angustias y Soledad' apenas llegó al mundo. Desde entonces, su vida ha estado ligada a los sonidos de los tambores y al murmullo expectante de las calles.

Desde pequeña, Carmen acompañaba a su padre en las procesiones. Cuando él pujaba los Viernes Santos en los años pares, ella se aferraba a su cíngulo con la ilusión de sentirse parte de algo grande. Los Lunes y Martes Santos, caminaba a su lado en filas, con su pequeña cruz en la mano, con una ilusión que reflejaba el sentimiento de su padre. En otras ocasiones, cuando era aún más pequeña, iba en sus brazos o como fuera necesario para no perderse ni un instante de ese momento tan especial.

Un paso muy especial: 'San Juan'

Con los años, su papel evolucionó, y a los 18 años tuvo el honor de pujar junto a él en el paso de 'San Juan'. "Pujar con la persona que me ha enseñado a vivir la Semana Santa con esta pasión y entrega es increíble. Es un orgullo", confiesa. Cada procesión no es solo un recorrido por las calles de León, es un viaje por su propia historia, una conexión con su infancia, con su familia y con los recuerdos que va tejiendo paso a paso.

Pero su compromiso va más allá de esta cofradía. Hace cinco años, decidió unirse también a la cofradía de 'María del Dulce Nombre', donde puja el paso de 'María del Dulce Nombre y San Juan Evangelista'. Además, desde los 16 años, se viste de manola en la 'Procesión de la Redención' y el Viernes Santo por la mañana acompaña a la 'Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno' en el paso de 'la Exaltación'. Para ella, la Semana Santa es un torbellino de emociones que se condensan en apenas diez días, un tiempo en el que la ciudad entera vibra al unísono. "Es conseguir que en diez días los corazones de la gente latan por una misma pasión", dice.

Un recuerdo imborrable 

Ser manola, además, es un tributo a su historia familiar. Desde pequeña, quedó fascinada por la imagen de las mujeres con la peineta y la mantilla, pero lo que realmente le dio sentido a esta tradición fue su bisabuela. "Siempre quiso verme vestida así, y pudo hacerlo. En ese momento supe que era algo que llevaría conmigo siempre". Desde entonces, Carmen no solo viste de mantilla, sino que lleva consigo el rosario de su bisabuela, un pequeño objeto que encierra su recuerdo, su amor y su presencia.

Para Carmen, la Semana Santa no es solo una celebración. Es un lazo que le une a su padre, a su bisabuela y a su ciudad. Es una forma de estar presente en la historia que su familia ha construido con esfuerzo y devoción. Cada paso que puja y cada procesión en la que participa, es una muestra de amor, de compromiso y de la certeza de que, más allá de la religión, hay tradiciones que se sienten en la piel y en el corazón.