Jugar a la rana, reconstruir la tierra

En medio del humo y del desastre, también brotan las ideas que unen.
Este 24 de septiembre, León no sólo se vestirá de fútbol por una buena causa con un encuentro solidario en beneficio de las zonas arrasadas por los incendios: León, Ponferrada, Zamora y Ourense, sino también de tradición.
Dos jóvenes de la Peña de La Madreña han decidido que los juegos de siempre, también pueden ser luz ante el desastre.
Será a través de uno de los juegos tradicionales más queridos en toda la Región Leonesa, el juego de la rana, un clásico en los bares de pueblo jugado por gente de todas las edades.
La rana se instalará en la fila 0 a partir de las 17:30h, cada participación tendrá un coste simbólico de dos euros y todo lo recaudado irá destinado íntegramente a los afectados por los incendios.
Además, quienes consigan buena puntuación recibirán premios donados por colaboradores de la zona. Una iniciativa sencilla y humilde, pero cargada de sentido.
La peña de La Madreña no es nueva en reivindicar lo local. En sus actividades apuestan por ensalzar el mundo rural y el folclore leonés, ese al que tantos dan la espalda pero que sigue siendo el corazón de nuestra tierra.
“Estamos orgullosos de lo que son y fueron nuestros abuelos”, me cuentan con entusiasmo, mientras yo pienso que, si no fuera por iniciativas como esta, nuestro legado cultural correría el riesgo de desparecer.
Y es este sentido humano el que caracteriza a esta peña y quiere llamar a la participación ciudadana. Muchos de los socios han pedido el día en el trabajo para poder colaborar en este acto benéfico, incluso se plantearon trasladarse a cualquiera de las ciudades afectadas si finalmente el partido no se disputaba en León.
Piensan que si los incendios hubieran asolado Madrid, no habría tanta dejadez institucional, y quiero recordar que hace apenas unos días ha habido un nuevo fallecimiento a causa de los incendios.
Para mí, esto es un ejemplo rotundo de lo que significa la solidaridad real. La que no necesita cámaras ni discursos. Es más, me entero de esta iniciativa donde tantas cosas ocurren en León: en un bar.
Porque en esta tierra, tengo la sensación de que las ideas y las pequeñas grandes gestas muchas veces nacen entre cañas y cafés, en la barra o en una mesa compartida.
Esto es un recordatorio de que la solidaridad no necesita corbata ni escaño y que cuando los de arriba miran hacia otro lado, los de abajo construyen comunidad. Ojalá estos gestos inspiren. Y ojalá, algún día, quienes gobiernan estén a la altura de quienes, sin gobernar, ya están cambiando las cosas.