'Exvotos leoneses. La colección del santuario de Nuestra Señora de Castrotierra'. José Luis de las Heras Alija
La colección Xeira/Yera de la Cátedra de Estudios Leoneses publica ‘Exvotos leoneses. La colección de Nuestra Señora de Catrotierra’ en la que José Luis de las Heras Alija recupera la memoria de un patrimonio cultural prácticamente extinto

Hay palabras que deben ser explicadas. La de exvoto, por ejemplo. Porque lo fácil es que la mayoría de los jóvenes (no me voy a arriesgar a poner edad a la juventud) la desconozca. A no ser que hayan sido excelentes estudiantes de latín y en algún momento hayan aprendido cosas como que la palabra ‘boda’ debería escribirse en castellano como en gallego: con la letra uve (que en latín era la letra u) de ‘votum’. También podría ser que, estando como está de reciente la elección del nuevo Papa, alguien recordase que los cardenales usan el verbo ‘voveo’ en la fórmula de juramento que precede al cónclave.

En fin, un voto no es más que una promesa. Y un exvoto es hoy, simplemente, un regalo o un don que se entrega a una imagen religiosa en cumplimiento de una promesa. Es, por tanto, una expresión de religiosidad popular cuyos orígenes probablemente se pierden en los albores de los tiempos y han ido apareciendo a lo largo de la historia de la mayoría de las culturas conocidas: figurillas de sexo masculino o femenino de piedra, terracota, bronce o arcilla de las más diversas formas; aras votivas; relieves, discos de bronce, representaciones fálicas, tablillas, mosaicos… Todos los museos del mundo atesoran piezas que pueden calificarse de exvotos (entre ellos nuestro fabuloso Museo de León) y la mayoría de los grandes yacimientos arqueológicos también.
El cristianismo inventó poco, pero, en cambio, se dio un arte especial en apropiarse con elegancia de lo existente incorporando como novedoso lo que nada tenía de nuevo. Y así es como cualquiera de nosotros puede ver un relieve en terracota de una pierna aparecido en el santuario de la isla griega de Milos en agradecimiento a Asclepio y una pierna semejante de cera ofrecida a la Virgen en, pongamos por caso, el santuario de Nuestra Señora da Barca (La Coruña). Probablemente este es el momento en que, cada cual, recuerda haber visto una pierna semejante en nuestra provincia: en Valbueno, Corporales, Pozos, Gete, Felechares de la Valdería… De eso se trata: de hacer memoria. Y de eso trata precisamente este libro de José Luis de las Heras Alija titulado ‘Exvotos leoneses. La colección del santuario de Nuestra Señora de Castrotierra’.
La colección de Castrotierra
El libro comienza con una introducción de carácter general en la que el autor recorre ejemplos de exvotos existentes en numerosos templos de la provincia. Son una pequeña muestra de la importancia que debieron tener como expresiones de religiosidad popular hasta incluso mediados del siglo XX. Y a su vez, son la prueba del drástico cambio en las creencias y formas de vida de las gentes que se ha producido desde entonces. Tanto, que habrá quien descubra en este libro los que existen en su propio lugar de origen. La despoblación de las aldeas donde se encontraban las iglesias parroquiales que cobijaban estos exvotos y la ruina de muchas ermitas que dejaron de tener devotos en sus pueblos o se vieron afectadas por los conflictos sobre su propiedad, han tenido el nefasto resultado de la pérdida de lo que hoy se considera un patrimonio cultural de gran valor: un conjunto que puede ser analizado desde numerosos puntos de vista que incluyen no solamente el religioso, sino también el etnográfico o el artístico.
Hay, como no podía ser de otra manera, unas páginas específicamente referidas a las Tierras Bañezanas, en las que se encuentra el santuario del Castro, que el autor recorre de manera más exhaustiva (Castrocontrigo, Castrocalbón, Jiménez de Jamuz, Santiagomillas, Tabuyo, Quintana del Marco, Priaranza de la Valduerna, Felechares de la Valdería…) apoyándose no solamente en lo conservado sino en la memoria de los exvotos que puede rastrearse en la documentación antigua o en publicaciones referentes a los mismos en escritores bien conocidos del entorno: Marcos de Segovia, Nicolás Benavides, Fernández Nuñez... Porque resulta una evidencia que el hecho de que en algunos lugares se hayan perdido no implica que no existieran.
Miguel Ángel González García explica en sus palabras preliminares la llegada de esta colección de exvotos procedente del santuario de Nuestra Señora de Castrotierra al Archivo Diocesano de Astorga del que es director. Y la suerte que ha sido la disposición de José Luis de Las Heras Alija (Quintana del Marco, 2000) a catalogar un fondo tan desatendido como desconocido. Está formado casi íntegramente por fotografías (signo del cambio de costumbres de los tiempos) y menos de una decena de retratos al óleo sobre lienzo o en papel. De cada uno de ellos se ofrece una imagen y su correspondiente descripción: autor y fecha, materiales y técnicas, dimensiones y texto tanto del anverso como del reverso, en su caso. Solamente uno, si no me equivoco, no es un retrato. Es precisamente el último y consiste en una trenza de pelo natural enmarcada en un cristal. Con respecto a su clasificación, José Luis de las Heras realiza una interesante reflexión y, dada la dificultad que supone elegir un criterio, opta por mostrarnos los exvotos como las gentes las verían en Castrotierra: sin orden alguno. Cada oferente depositaría su exvoto allí donde hubiera sitio para ello en un momento determinado. Es exactamente lo que ocurre en la actualidad en lugares donde los exvotos siguen siendo muestra de viva religiosidad popular. Recientemente he tenido oportunidad de comprobarlo en el santuario de María Auxiliadora de Brezje (Eslovenia), donde hay exvotos de todo tipo y condición, incluidas medallas olímpicas.
Sin embargo, el autor no olvida ponernos sobre la pista del modo en que debemos considerar esos exvotos. Por que en ellos se pueden rastrear guerras (de la tercera Guerra Carlista a la Guerra Civil con todas las que ocurrieron en su largo intermedio), vestimentas populares y burguesas y su evolución, la realidad de la emigración, los fotógrafos de las comarcas y sus maneras de trabajar y, en fin, incluso aquellos pintores rurales que plasmaban escenas sencillas y populares como Antonio Sastre, de Mansilla del Páramo. Añado yo de mi cosecha que hasta los marcos de las fotografías tienen su interés. Y por supuesto los acontecimientos que generan los ofrecimientos y exvotos.
Finalmente, y como apéndice, José Luis de las Heras incorpora una colección de 15 exvotos pertenecientes a la ermita de la Virgen de la Merced de Priaranza de la Valduerna cuya importancia justifica en la diversidad social de los oferentes, su antigüedad y el hecho de haberse conservado en su emplazamiento original.
Termino como empecé: hay palabras que deben que ser explicadas. Por ejemplo, la palabra leonesa ‘xeira’, con sus dobletes ‘yera’ y también ‘yiera’, que da nombre a esta colección de la Cátedra de Estudios Leoneses. Significa jornada de trabajo o la labor de arada que puede realizarse en un día. En el ‘Léxico del leonés actual’ de Janick Le Men la encontrarán. Tiene versión digital (https://lla.unileon.es/), de forma que no hay excusa.
José Luis de las Heras Alija
Universidad de León. Cátedra de Estudios Leoneses. Colección Xeira/Yera, 6. León, 2025
272 páginas