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CRÓNICA

Julián Hernández: "Con la prosa estoy cómodo y me lo paso bomba... salvo que venga el gato a tocar los cojones"

Nos encontramos con Julián Hernández, líder de Sinistro Total, en la noche del 20-N en San Feliz para charlar de su última novela 'Han de caer del todo' y repasar una trayectoria de 50 años basada en "molestar y pasarlo bien"

La situación es la siguiente. Tarde del 20 de noviembre, la primera nevada de la temporada está comenzando a cubrir de blanco la montaña, los pasillos de la villa y corte andan revueltos por casi todo en general y por el histórico fallo (sin sentencia) contra Fiscal General en particular, en León capital un puñado de franquistas ya se agolpan (son muy de eso) en Santa Marina la Real para lanzar loas al cadáver de un dictador con el beneplácito de la iglesia y la aquiescencia de la subdelegación del Gobierno, y en una vetusta casona de un pequeño pueblo junto a la denostada línea de Feve hace acto de presencia un tipo altote, con botas y gafas de miope con un libro debajo del brazo.

"Hola. Me llamo Umberto Giordano Bruno Walter Benjamin Franklin D. Roosevelt Sykes, pero pueden llamarme Sykes a secas. Nunca supe a qué venía la D., como tampoco tengo ni idea de dónde demonios salió tal retahíla de nombres. Nada que me importe, desde luego. Vaya por delante que no vengo a contarles mi vida, más bien hablaré de la muerte de otros. Baste decir que nací en algún lugar de la Europa devastada de 1945, una civilización degenerada en sifilización (Tu quoque, Syphilis meum!)".

Bueno, quizá no fue así del todo. Lo primero sí paso. Lo segundo es, en realidad, la presentación del protagonista de 'Han de caer del todo', el libro del tipo altote, que no es otro que Julián Hernández, histórico líder de Siniestro Total, quien, alejado desde hace unos años de los escenarios, ha decidido ocupar sus desvelos en juntar letras y escribir novelas. "Me siento cómodo escribiendo... salvo que venga el gato a tocar los cojones". En realidad, es lo que ha hecho siempre: de su puño y letra han salido algunos de los mayores himnos del rock patrio, pero ahora ha cambiado de formato. "Escribiendo en prosa me lo paso bomba, no hay que estar pendiente de que rime nada", asegura.

Portada de 'Han de caer del todo' (Trama).
Portada de 'Han de caer del todo' (Trama).

La noche del 20-N

Aunque pudiera parecer un accidente, la presencia del ahora escritor en una fecha tan señalada no es casual y esa conjunción de astros hay que agradecérsela a Héctor Escobar, incombustible editor y también músico, que ha tenido el detalle hacer este inverosímil encuentro posible. La obra que presenta Hernández en León el 20N cuenta una historia que se desarrolla entre la Europa de la posguerra y la España franquista de 1975, y en la que aparecen cuestiones como el espionaje, la memoria histórica y el absurdo de muchos de los grandes relatos ideológicos. "La publicación de este libro de Julián Hernández es un contrapunto fresco y diferente en el marco de la conmemoración 'España en libertad, 50 años'", dice la solapa del libro.

No es Julián un tipo que esquive los problemas, aunque haya logrado conformar una de las carreras más brillantes e irreverentes del rock durante más de 40 años sin pisar la Audiencia Nacional, así que no tarda en empezar a disparar su legendaria 'verborragia' en una conversación a veces intensa, a veces desestructurada, pero siempre tendente a la carcajada. Advierte: "Me gustaría estar a sueldo de Moncloa, pero no". Así que al lío: "Empecé el libro hace 10 años", cuenta. "Escribía muchísimo, quería una cosa tocha, El Quijote se me quedaba pequeño. Acabe haciéndome un lío. Había animales que hablaban… Tuve que aplicar una crueldad tremenda. Los propios personajes me decían, tronco no me hagas hacer esto". La cosa promete.

"Todo empezó con un álbum de Tintín". 'Objetivo la Luna', para ser más precisos, en el que se narra "una intromisión en territorio hostil... luego pasan cosas". ¿Qué cosas? Pues el que esto escribe no lo sabe aún pero Hernández deja caer alguna pista sin entrar en el spoiler: "En 1966 los testigos de Jehová anunciaron el fin del mundo para el otoño del 75, en realidad el Armagedón llegó pero solo para algunos que fusilaron y para el general". Sí, va a ser lisérgico, como todo en la banda más famosa de Vigo, esa ciudad otrora referente punky en la que ahora "en Navidad joden a todos los vecinos".

Un cameo de La Bella Durmiente

Julián sobrevuela el contexto de su obra. "Cuando iba a morir Franco tenía párkinson y ya no hablaba. Un doctor que vino de Estados Unidos se encontró en El Pardo un ambiente raro. Escribió un libro en el que cuenta que la hija de Franco entró en la habitación con una hoja para que redactar el testamento. Fue lo que luego Arias Navarro presentó en la televisión, tenía una caligrafía perfecta. Ese papel nunca más volvió a aparecer. Si no lo escribió él y tampoco lo pudo dictar...". Habrá que leer el libro para saber más. Personalmente, lo único que me quedó claro es que hay un cameo de La Bella Durmiente. Yo-qué-sé. Eso sí, que quede claro que "Franco las pasó putas" en esas últimas horas, "lo de que murió plácidamente en la cama es mentira".

La conversación salta a otros derroteros tangenciales a la dictadura. Un tema clásico que algunos mangurrianes se empeñan en poner en cuestión desde grandes platós de televisión: la libertad de expresión. ¿Se puede decir ahora menos que antes? O, llevándolo al terrero ST, ¿sería posible lanzar hoy canciones como Ayatollah o Más vale ser punkie que maricón de playas? "Se está estableciendo un cliché de que no se puede decir nada ahora... es mentira". Rotundidad absoluta. "Con la letra de 'Matar hippies en las Cíes' nos proyectábamos para el Nobel".

Censura y libertad

Ahora en serio: "Cuando nosotros sacamos Ayatollah no pasó nada, pero un años después Las Vulpes sacaron 'Me gusta ser una zorra' y les cayó la del pulpo. El problema de (el rapero) Pablo Hassel sí es grave: está en el trullo y el emérito en un palacio en 'casacristo'. España no es un país fácil para muchas cosas, se pierde mucho tiempo en los juzgados como pasa con los de (la revista) Mongolia, que les denuncian todos los días", afirma. "Lo que sí que hoy sería imposible es sacar una portada como la del Cuándo se come aquí", asevera con razón: es una ilustración de los hermanos Dalton de Lucky Luke tomada sin permiso. "Muchos niños convencieron a sus padres de comprar el disco por la portada, pero luego la canciones eran otra cosa".

En realidad, Julián desliza que nunca ha estado demasiado preocupado por estos temas, ha creado en libertad toda su vida basándose en dos ideas fuerza "Tocar los cojones y hacer lo que nos divertía". "La rebeldía no fue porque Janette nos lo dijera con su vocecita --a Albert Plá le queda mucho mejor-- era molestar y pasarlo bien. Lo que jode es que de todo eso hayan pasado 50 años. Tengo ese espíritu pero estoy atrapado en un cuerpo de un hombre de 65 años. La vida está mal diseñada", suspira, toma aire y dispara de nuevo: "Siempre pedimos que nos prohibieran canciones. La censura es lo mejor que puede pasar: la prohibición fomenta la curiosidad".  

Pasado y futuro

La conversación va llegando a la hora. Por el camino quedan referencias al desaparecido Germán Coppini (primer cantante de ST y luego líder de Golpes Bajos), un tipo "muy raro" que en el escenario "se convertía en una bestia asesina" con el que siempre tuvo buena relación pese a su distanciamiento "lógico": "Compaginar los dos grupos no tenía sentido"; o recuerdos aquel concierto del 92 en el viejo Amilivia un par de días antes de que lo hiciera Julio Iglesias. 

¿Y el futuro? "No sé si sigo componiendo. Empecé a tocar más la guitarra cuando dejamos el grupo. Pero no se me pasa por la cabeza acabar una canción". Así que habrá que leer 'Han de caer del todo'... y lo que venga. Sí, aún queda vida inteligente en el rock and roll.