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La última cosecha: La Bañeza se despide de un siglo de azúcar

El cierre de la planta azucarera en León deja 251 empleos en el aire y pone fin a una era que marcó el pulso económico y social del campo leonés
Maquinaria retirando la cosecha de remolacha.
Maquinaria retirando la cosecha de remolacha.

Durante décadas, la provincia de León fue uno de los motores de la industria azucarera en España. El cultivo de la remolacha supuso mucho más que una actividad agrícola: articuló comarcas enteras, creó empleo estable y moldeó una identidad rural ligada al trabajo colectivo y al esfuerzo del campo. "La remolacha llegó a ser un cultivo social donde con pocas hectáreas vivía una familia", recuerda Aurelio González, secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) de Castilla y León, en declaraciones a rtve.es.

El propio González, hijo de agricultores zamoranos, relata cómo de joven conducía el tractor en las campañas de molturación, proceso que transforma la planta en jugo azucarado. “Fue lo primero que hice al sacarme el carné de conducir”, dice. Aquel paisaje de colas interminables de tractores a la entrada de las fábricas es ya una imagen del pasado.

Un ERE que amenaza con desmantelar el sector

La reciente decisión de Azucarera —filial de la multinacional British Sugar— de cesar la molturación en su planta de La Bañeza ha encendido todas las alarmas. El expediente de regulación de empleo (ERE) anunciado afectará a 251 trabajadores de los diferentes centros de la compañía, lo que supone el 26,6% de una plantilla de 946 personas.

El impacto más duro se concentrará en León, con unos 150 despidos directos y la amenaza de perder más de 1.000 empleos indirectos. “Habrá muchos dramas personales”, advierte Benigno Pérez, secretario general de la Sección Sindical Estatal de UGT-FICA y presidente del Comité de Empresa. Y añade: “Hay jóvenes con hipotecas, padres de familia, y otros que vinieron con contrato de relevo buscando un futuro mejor. Ahora están en la calle”.

Las tierras vacías y el futuro sin siembra

Más allá de los despidos, lo que está en juego es la propia supervivencia del cultivo. Según datos de la Junta de Castilla y León, en la pasada campaña León fue la provincia con mayor superficie cultivada de remolacha: 10.400 hectáreas, una tercera parte del total autonómico. Solo en La Bañeza, se concentran unas 6.000 hectáreas.

"Si las fábricas dejan de funcionar, los agricultores acabarán por no sembrar", alerta Pérez. La situación podría desembocar en el abandono del cultivo, lo que supondría el derrumbe de una actividad con más de un siglo de tradición.

Donaciano Dujo, presidente de Asaja Castilla y León, critica abiertamente la gestión empresarial: “León fue el año pasado la primera provincia en siembra de remolacha de España y lo hubiese seguido siendo si Azucarera hubiese puesto unas normas de contratación dignas, que no lo ha hecho”.

Reestructuración y desafección del territorio

Azucarera justifica su decisión como parte de un plan para "garantizar la sostenibilidad del negocio a largo plazo", en palabras de su consejero delegado, Juan Luis Rivero. La reestructuración dejará como únicos centros de molturación activos los de Toro (Zamora) y Jerez de la Frontera (Cádiz). La planta de Miranda de Ebro se mantendrá como refinería, utilizando azúcar importado.

En cambio, desde los sindicatos se acusa a la empresa de haber perdido el vínculo con el campo. “Lo que nos tememos es que solo le interesa el refino”, denuncia Benigno Pérez. Una estrategia que implica mayor rentabilidad a corto plazo, pero que —según los trabajadores— destruye el tejido rural.

Aurelio González, de UPA, va más allá: “Esta empresa lleva diez años intentando desmantelar el cultivo de remolacha, poniendo bajos precios, echando a profesionales, haciendo cultivos en nuevas parcelas sin producción... Lo han hecho mal para que la gente deje de producir porque su interés es refinar y vender azúcar”.

La respuesta institucional, “tardía” y a medias

La Junta de Castilla y León ha mostrado su “firme oposición” al cierre y ha solicitado a Azucarera que explore otras fórmulas industriales para evitar la pérdida de actividad. “Nos darán respuesta en los próximos días”, afirmó recientemente el presidente autonómico, Alfonso Fernández Mañueco.

Sin embargo, para Miguel Santos Rodríguez, secretario del Comité de Empresa en La Bañeza, estas declaraciones "han llegado tarde". Reclama “más presión” y medidas concretas.

Desde ASAJA y UPA también se exige al Gobierno autonómico que recupere las ayudas públicas otorgadas a Azucarera, una inversión que —según denuncian— podría haberse destinado “a otros sectores también en riesgo, pero con mayor compromiso con el territorio”.

La España vaciada, más allá del eslogan

“Nosotros no nos damos por vencidos”, asegura Benigno Pérez. “Vamos a seguir peleando para que no haya cierre y queremos implicar a todas las administraciones, al Gobierno central y a la Junta de Castilla y León. Que dejen de tirarse los trastos y se pongan manos a la obra, porque la España vaciada está muy bien en campaña electoral, pero tienen que demostrar que se preocupan por ella”.

Así, mientras la última temporada de remolacha agoniza en las tierras leonesas, agricultores, sindicatos y vecinos esperan que la política no deje en barbecho un legado que durante generaciones ha endulzado no solo los campos, sino también la vida en los pueblos.