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Val de San Lorenzo, el corazón textil que late entre los montes de la Maragatería

La antigua capital artesanal de la lana reivindica hoy su legado y su identidad cultural a través de telares en activo, museos y un patrimonio arquitectónico que conserva la esencia de la tradición maragata.
 

Entre colinas suaves y caminos empedrados, Val de San Lorenzo, a apenas seis kilómetros de Astorga, mantiene viva una historia tejida con hilo y paciencia. Este enclave de la Maragatería leonesa, antaño epicentro del trabajo textil, ha logrado conservar su espíritu artesanal en pleno siglo XXI.

En un territorio donde la agricultura ofrecía escasas oportunidades, los vecinos encontraron en la Arriería —el transporte de mercancías por caminos y montañas— y en el tejido de lino y lana su modo de vida. Así nació una industria doméstica que convirtió al pueblo en referencia de calidad y creatividad.

Hoy, ese pasado se redescubre entre telares manuales aún en funcionamiento, fábricas reconvertidas en talleres de artesanía y tiendas donde la lana sigue siendo protagonista. La localidad busca ahora recuperar el protagonismo que tuvo en los siglos XIX y XX, cuando sus tejidos maragatos se vendían por toda España.

El museo vivo de la lana

Quien se adentra en Val de San Lorenzo no solo encuentra un pueblo de postal, sino un museo vivo del textil tradicional.

Las calles conducen hasta los Talleres Artesanales, donde aún se elaboran mantas, tapices y prendas siguiendo métodos centenarios. El sonido rítmico de los telares recuerda que la industria nació en los hogares, con mujeres hilando y hombres comercializando el producto a lomos de sus caballerías.

El Museo de la Industria Textil, referente del municipio, muestra máquinas de hilar del siglo XIX, herramientas originales y tejidos históricos que relatan la evolución de este oficio. Junto a él, las fábricas tradicionales de lana siguen abriendo sus puertas al visitante, ofreciendo una experiencia que combina demostración, historia y comercio local.

Patrimonio de piedra y fe

Más allá de los telares, Val de San Lorenzo conserva un patrimonio religioso y arquitectónico de notable valor.

Su Iglesia Parroquial, construida en el siglo XVI, presenta una planta de cruz latina y un ábside de tres paños. En su interior, un retablo mayor de 1689 acoge la imagen de la Virgen de la Carballeda, patrona del pueblo, junto a otras tallas barrocas como la Virgen de las Candelas o San Sebastián. También destaca un cáliz del siglo XV, una custodia del XVI y una cruz parroquial de plata del XVII, testigos del esplendor artístico y devocional de la época.

En el centro urbano, la Ermita de San Antonio, levantada en 1719, añade un toque de historia. Su torre y reloj, incorporados en 1896 por el relojero maragato Antonio Canseco, siguen marcando el tiempo en una localidad que se resiste a olvidar su pasado.

Tradición y hospitalidad maragata

El viaje a Val de San Lorenzo no estaría completo sin una parada gastronómica. En el Mesón Maragato, La Lechería o la Parrillada del Parque, los visitantes pueden saborear el inconfundible cocido maragato, símbolo de la hospitalidad local.

Después, un paseo por sus calles de piedra permite descubrir casas arrieras y campesinas con portalones amplios, patios interiores, pozos y palomares que mantienen la arquitectura típica de la comarca.

Un legado que busca futuro

En tiempos de modernidad acelerada, Val de San Lorenzo reivindica su esencia. Sus vecinos, conscientes del valor cultural y turístico de su herencia textil, apuestan por mantener vivas las técnicas tradicionales y darles un nuevo impulso a través del turismo sostenible y la artesanía contemporánea.

En este rincón de la Maragatería, donde cada hilo cuenta una historia, el pasado no se conserva en vitrinas: se hila, se tiñe y se teje cada día, como un recordatorio de que la identidad de León también se escribe con lana.