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50 años de caboverdianos en Laciana

El 20 de junio se cumplieron cinco décadas de la llegada del segundo grupo de trabajadores caboverdianos a Villablino, un vínculo humano y laboral que transformó el valle y dejó una huella imborrable

Caboverdianos en Laciana, una historia de lucha y dignidad.
Caboverdianos en Laciana, una historia de lucha y dignidad.

Corría el año 1974 cuando, desde un pequeño archipiélago africano, un grupo de jóvenes caboverdianos aterrizó en el corazón de la montaña leonesa. Venían a Laciana con un propósito claro: buscar una vida digna trabajando en las minas del carbón, arañando las profundidades de la tierra para enviar esperanza a casa. 

Aquel 20 de junio, hace ya 50 años, se producía la llegada del segundo grupo de trabajadores procedentes de Cabo Verde, consolidando una migración histórica que marcaría para siempre la identidad de Villablino y su comarca.

La historia de estos trabajadores no fue solo la de un esfuerzo físico titánico, sino la de una profunda integración cultural, humana y social. No solo trajeron manos endurecidas por el trabajo, sino también música, alegría y una manera de estar en el mundo que enriqueció a la comunidad.

Cuatro grupos, una misma meta: dignidad

Desde 1973, y a lo largo de varios años, llegaron a Laciana cuatro grupos de caboverdianos. Fue parte de un fenómeno migratorio que se extendió por diferentes cuencas mineras del norte de España, como las de León, Asturias o Palencia. Procedentes de islas como Santiago, São Vicente o Santo Antão, muchos apenas contaban con veinte años. Venían en busca de un futuro mejor, empujados por la pobreza, la sequía y la falta de oportunidades en su país.

Sus historias personales y colectivas han sido recogidas y reivindicadas en espacios como la exposición “Kabu Verdi, Hora Di Bai”, celebrada en 2022 en el Museo Nacional de Antropología. Aquella muestra recordó la migración caboverdiana como una consecuencia directa de los flujos económicos coloniales y laborales, marcando una línea histórica desde los tiempos de la primera circunnavegación hasta su llegada a la España del carbón.

Alcides Almeida: “Aún siento ese cariño por Laciana”

Uno de aquellos jóvenes migrantes fue Alcides Almeida, quien hoy preside la Asociación Caboverdiana en Torrevieja. Llegó a Villablino con solo 17 años, precisamente un 20 de junio, y su voz aún se llena de emoción al recordar aquellos años en el valle: “Laciana fue mi primera casa en España, el lugar donde me hice adulto. La gente nos acogió con respeto, y muchos de nosotros formamos allí una segunda familia”.

Alcides ha querido enviar un mensaje especial al valle con motivo del aniversario, un audio que será próximamente publicado en YouTube como testimonio vivo de esta historia compartida. Sus palabras dan fe de una época en la que la minería, pese a la dureza, fue un puente entre culturas.

Actos de homenaje y memoria compartida

Con motivo del 50º aniversario de aquella segunda llegada, Villablino prepara una serie de actos conmemorativos en homenaje a la comunidad caboverdiana. Aunque los detalles aún se ultiman, se prevén actividades culturales, charlas y encuentros intergeneracionales que pondrán en valor este legado común. Será una oportunidad para que las nuevas generaciones conozcan cómo el sudor y la nostalgia de unos jóvenes africanos ayudaron a construir una parte esencial del Laciana actual.

Una herencia que perdura

Hoy, aunque muchos de aquellos mineros se trasladaron con el tiempo a otros puntos del país, como Alcides en Torrevieja, la comunidad caboverdiana sigue muy presente en la memoria colectiva de Villablino. Quienes permanecieron aquí formaron familias, trajeron nuevas generaciones, y dejaron huellas en el tejido social, cultural y económico del valle.

Este aniversario no es solo una efeméride, sino una oportunidad para reconocer la historia oculta de la minería: la que también se escribió en criollo, en mornas y coladeras, y en el profundo amor a una tierra nueva que los hizo suyos.

Laciana y Cabo Verde están unidas por algo más que el carbón. Están unidas por la dignidad compartida, el esfuerzo silencioso y el respeto mutuo. Medio siglo después, esa hermandad sigue viva.