La cerveza no engorda (pese a lo que digan)
El eterno debate sobre si la cerveza engorda o no vuelve a llenar titulares. Dos posturas, y una a cada lado de la balanza. Un grupo de especialistas del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) asegura que esta bebida milenaria no tiene por qué incrementar el peso corporal si se consume dentro de los límites recomendados y en el contexto de una alimentación saludable.
Según el informe elaborado por el Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos y Nutrición (ICTAN-CSIC), la cantidad aconsejada equivale a 700 mililitros diarios para los hombres (aproximadamente dos latas de 33 cl) y 400 mililitros en el caso de las mujeres. “No es la cerveza la que engorda, sino el exceso calórico total y los hábitos de vida que acompañan su consumo”, explican.
Una bebida con más virtudes que culpas
Los científicos del CSIC destacan que la cerveza es una bebida rica en agua, vitaminas del grupo B, antioxidantes naturales y ácido fólico, además de contener minerales como el silicio, que favorece la salud ósea.
Diversos estudios internacionales coinciden en que el consumo moderado puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y de diabetes tipo 2, además de mejorar la densidad mineral ósea.
“El mito de la barriga cervecera se sustenta más en el estilo de vida sedentario y en los aperitivos grasos que suelen acompañar la bebida, no en la cerveza en sí”, aclara Martín.
El contrapunto de la bióloga Pinillas
No todos los expertos comparten este punto de vista. La bióloga leonesa Laura Pinillas, divulgadora científica con miles de seguidores en redes sociales, sostiene que la cerveza sí puede contribuir al aumento de peso debido a su contenido en maltosa y alcohol, dos fuentes energéticas que, si no se queman, el cuerpo transforma en grasa.
“Entre el alcohol, el picoteo y el sedentarismo, es fácil que cada caña se convierta en un pequeño ladrillo para tu barriga”, advierte Pinillas. Según su análisis, la maltosa —un tipo de azúcar derivado de la cebada— puede favorecer la acumulación de grasa visceral, especialmente en los hombres, donde la testosterona potencia este almacenamiento en la zona abdominal.
Hábitos, más que bebida
Ambos enfoques, el del CSIC y el de Pinillas, coinciden en un punto esencial: el problema no está en la cerveza por sí misma, sino en los hábitos que la acompañan.
Un estudio reciente del Centro de Información Cerveza y Salud (CICS) y el Hospital Clínic de Barcelona respalda esta idea, al no encontrar una relación directa entre el consumo moderado de cerveza y un aumento significativo del peso o del perímetro abdominal.
Conclusión: ni demonio ni panacea
La cerveza no es la culpable de la barriga, pero tampoco un pasaporte a la salud. Como resumen la doctora Martín, del CSIC: “Tomar una cerveza con moderación puede formar parte de un estilo de vida saludable. Lo que engorda no es la cerveza, sino los excesos”.
Mientras tanto, Pinillas insiste: “La clave está en la moderación y en moverse. Si bebes y no te mueves, el mito de la barriga cervecera deja de serlo”.
Así, el debate sigue abierto, aunque parece que la ciencia, con la evidencia en la mano, invita a brindar —con moderación— por una cerveza que, lejos de engordar, puede ser parte de una vida equilibrada.