León, ante la mayor tragedia medioambiental de su historia: 3 muertos, 20 incendios "explosivos" simultáneos, 55.000 hectáreas quemadas y miles de evacuados
La provincia de León está sumida desde hace 10 días en la que ya se puede considerar la mayor tragedia medioambiental de su historia. Los datos, algunos todavía preliminares dado que muchos frentes siguen avanzando, son demoledores. Tres fallecidos y varios heridos en estado crítico por quemaduras. Más de veinte incendios forestales simultáneos, siete de ellos en nivel 2 de gravedad (Fasgar, Anllares del Sil, Llamas de la Cabrera, Yeres, Paradiña, Canalejas y Gestoso) y otros cuatro en nivel 1 (Orallo, Castrocalbón, La Uña y Caín de Valdeón). Más de 55.000 hectáreas arrasadas, solo hasta el domingo. Cuatro Reservas de la Biosfera ardiendo a la vez y el primer parque nacional de España, Picos de Europa, en llamas.
Más. El Patrimonio de la Humanidad de la Unesco de las Médulas hecho cenizas, al igual que parajes como el Valle del Silencio o los Montes Aquilanos en el este, la Cabrera y la Valdería (con la maragatería amenazada desde ayer) al sur, Almaza y sus infinitos pinares en el este, y muchas joyas la montaña central y oriental, al norte. Más de 10.000 personas afectadas entre aquellos que han sido evacuados y los que han sido confinados en más de 70 localidades repartidas por toda la geografía provincial y subiendo que han sido o están siendo atendidos por uno de los mayores operativos de la Cruz Roja en León y agasajados con la hospitalidad de sus vecinos.
Decenas de carreteras cortadas así como la histórica y maltratada línea de Feve. Pueblos enteros, como Palacios de Jamuz, convertidos en escombros. Una boina de humo y ceniza de cubriendo el cielo que hace que respirar en varios puntos de León sea el equivalente a fumar nueve cigarrillos al día y cuya sombra se proyecta ya sobre las Islas Baleares. Este lunes hay muchos helicópteros que no pueden volar por falta de visibilidad.
Un operativo desbordado
Una situación apocalíptica que ha desbordado por completo el insuficiente operativo de la Junta de Castilla y León, la administración que ostenta las competencias para la prevención y extinción de incendios forestales, entre quejas y reclamaciones de brigadistas y bomberos forestales por las "vergonzosas" condiciones en las que se ven obligados a jugarse la vida. Un consejero de Medio Ambiente, el leonés Juan Carlos Suárez-Quiñones ("Tenemos la mala costumbre de comer", dixit), señalado y desaparecido hace días.
Tampoco el apoyo de centenares de efectivos de la Unidad Militar de Emergencias, con refuerzos del Ejército de Tierra, y las Brigadas de Refuerzo para Incendios Forestales (Brif) llegadas de toda España está siendo suficiente, ni siquiera tras la aparición de medios internacionales como los aviones Canadair italianos y otros que se están incorporando de socios europeos. Bomberos de todos los parques provinciales del Sepeis, así como de los principales ayuntamientos de la provincia, volcados hace días. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, visitó este domingo Orallo, en Villablino y, pisando tierra quemada, comprometió más ayuda, que ya no llegará a tiempo a frenar la ruina que asoma en la provincia. Nadie se atreve a cuantificar las pérdidas económicas en una tierra tan olvidada como desindustrializada.
Vecinos arriesgando su vida ante la falta de medios
Ante esta situación, cientos de vecinos de zonas afectadas como el Valle de Valdeón, Almaza, Villablino o El Bierzo, se están organizando para defender sus pueblos y sus montes, negándose a ser evacuados mientras no lleguen medios profesionales y poniendo sus vida en riesgo para improvisar contrafuegos con tractores y refrescando los campos con las mangueras de las huertas.
"Solo me apetece llorar", decía este lunes la alcaldesa de Murias de Paredes. Cientos de paisanos y paisanas de la diáspora leonesa tratando igualmente de regresar a sus casas, a sus tierras, a sus raíces, para echar una mano ante la impotencia generalizada y el cabrero por una absurda disputa política que solo está entorpeciendo la coordinación de las labores de extinción.
El otro frente: el social
Otro frente, el social, que también ha prendido. El sábado Ponferrada salió espontáneamente a la calle acorralado por las llamas para lanzar un SOS. El domingo, más de 200 personas hicieron lo propio en Astorga. Este lunes hay convocada una concentración en la capital leonesa. En todas las protestas, un mismo lamento, "nos han dejado solos", y una exigencia, la de activar el nivel 3 de Emergencias, que de momento cae en saco roto ante la negativa de la Junta a ceder competencias y la parálisis del Ejecutivo central a la hora de asumirlas. Ya habrá tiempo de pasar la factura política, ahora urge apagar el fuego.
Fuegos "explosivos"
10 días en los que en la provincia de León ha dejado de amanecer, al igual que en todo el noroeste peninsular, ante el avance descontrolado de fuegos "explosivos", que los expertos llaman de "sexta generación" porque interactúan con la atmósfera para multiplicar su potencia destructora por todos los rincones de la provincia. El perímetro del incendio de Yeres, el que arrasó las Médulas, por ejemplo, era este domingo de 120 kilómetros.
Llamas por toda la provincia que nadie puede frenar, que no entienden de límites provinciales ni autonómicos, y que han encontrado en montes abandonados por las administraciones, primero, y por la despoblación y la desaparición de las labores ganaderas, después, el combustible perfecto para correr y multiplicarse impulsados por vientos de hasta 50 kilómetros hora (en Canalejas hoy), que crean 'tornados de fuego' (en Llamas de la Cabrera, ayer) y aupados por una ola de calor asfixiante tras un invierno con récord de lluvias que ha puesto la alfombra roja al fuego. Y todavía hay hoy voces que el cambio climático es una "ideología" y no el mayor consenso científico de la historia moderna.
"Se veía venir"
Y lo peor, tras el lamento por la pérdida de los dos voluntarios leoneses, Abel y Jaime, primos que salieron al campo a enfrentar el fuego y se vieron atrapados por una lengua de fuego que les devoró, y del bombero forestal llegado de Soria para ayudar y despeñado con la autobomba que conducía en Orallo, es que prácticamente todos los vecinos afectados a los que se les pregunta dicen, sin pestañear, lo mismo: "se veía venir".