El cierre de Azucarera en La Bañeza es la ruina... y "la crónica de una muerte anunciada"

El cierre de la planta de Azucarera en La Bañeza (León) y el cese de la molturación de remolacha en la de Miranda de Ebro (Burgos) han puesto fin a una etapa histórica para el sector remolachero de Castilla y León, con consecuencias que van más allá de los 193 empleos directos que desaparecerán. Para muchos agricultores y trabajadores, la noticia no ha sido una sorpresa. Es, como ellos mismos lo describen, “la crónica de una muerte anunciada”.
La compañía, filial del grupo británico Associated British Foods (ABF), ha justificado el cierre por el aumento de los costes de producción, la caída de los precios del azúcar, en parte provocada por las exportaciones preferenciales desde Ucrania hacia la UE, y la pérdida de superficie de cultivo de remolacha en las últimas campañas.
Precios ruinosos y abandono del cultivo
La superficie sembrada de remolacha ha caído drásticamente. Desde el sector se señala un motivo evidente: los bajos precios ofertados por Azucarera para las contrataciones de esta campaña. "Si a los agricultores no les salen las cuentas, no van a cultivar", denuncian desde las organizaciones agrarias.
Este descenso no es solo un problema coyuntural. Podría tener implicaciones a medio y largo plazo sobre los 60 millones de euros en ayudas de la Política Agraria Común (PAC) destinadas al cultivo remolachero. Bruselas revisa periódicamente qué sectores estratégicos deben seguir recibiendo ayudas acopladas, y sin actividad industrial que lo respalde, el cultivo de la remolacha podría perder su posición prioritaria.
El desmantelamiento del modelo cooperativo
La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG Castilla y León) recuerda que el sector había sostenido su estabilidad en los llamados Acuerdos Marcos Interprofesionales (AMI), que regulaban las relaciones entre industria y agricultores. Pero según denuncian, la llegada de ABF supuso su desarticulación definitiva.
"Azucarera fulminó los acuerdos interprofesionales para hacer y deshacer lo que considerasen más oportuno para sus intereses, sin la ‘molesta’ participación de las organizaciones agrarias", lamenta COAG. En su lugar, impusieron un sistema de “cultivo compartido”, cuya rentabilidad ha sido más que cuestionada por el sector productor.
Agricultores atrapados por compromisos y costes
Especialmente delicada es la situación de los agricultores que firmaron compromisos agroambientales de cinco años para mantener el cultivo de remolacha a cambio de ayudas públicas. Con el cierre de La Bañeza y Miranda, muchos de ellos no podrán cumplir con esos compromisos si no pueden entregar la remolacha a ACOR o a la planta de Toro, lo que conllevaría más costes logísticos y menor rentabilidad.
Los más perjudicados podrían ser aquellos a quienes Azucarera solo ofrezca la posibilidad de entregar en Toro. "Muchos no podrán asumir ese sobrecoste", advierten desde COAG.
Reindustrialización y futuro del medio rural
COAG ha expresado su solidaridad con los trabajadores afectados por el ERE que afecta a 251 empleados, y pide a Azucarera y a las administraciones públicas que impulsen un plan de reindustrialización en las zonas afectadas, especialmente La Bañeza y Miranda de Ebro.
“El futuro del medio rural pasa por una agroindustria fuerte y comprometida con el territorio”, señalan. Para ello, reclaman inversiones y compromisos firmes que eviten que los apoyos públicos —económicos y normativos— acaben “en saco roto” si no van acompañados de responsabilidad empresarial.
Un cultivo estratégico en riesgo
Más allá de su peso económico, la remolacha es un cultivo estratégico para las rotaciones de regadío, clave para la sostenibilidad de muchas explotaciones en Castilla y León. Su desaparición reduce las opciones agronómicas de cientos de agricultores y amenaza con debilitar aún más la ya frágil estructura del medio rural.
Mientras la planta de La Bañeza echa el cierre, el sector remolachero se enfrenta a un futuro incierto. El modelo que durante décadas sostuvo una cadena equilibrada entre producción e industria parece agotado, y sin un nuevo marco de estabilidad, el cultivo podría pasar de estratégico a residual.