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León en llamas

Andrés, brigadista forestal: "La gestión ha sido un desastre con mayúsculas; había unidades paradas cuando hacían falta"

Un veterano brigadista de la BRIF de Tabuyo del Monte denuncia falta de recursos, precariedad laboral y descoordinación en la lucha contra los incendios en León
Un brigadista gana terreno a las llamas durante un incendio de este verano.
Un brigadista gana terreno a las llamas durante un incendio de las últimas semanas.

“Era insultante la cantidad de medios de extinción que faltaban durante estos días”, reflexiona Andrés (nombre figurado a petición del “bombero forestal” para evitar “sufrir represalias”), brigadista forestal de las Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF) con base en Tabuyo del Monte, en la comarca de La Valduerna (León). Desde allí ha participado en la lucha contra las más de 40.000 hectáreas arrasadas en las últimas semanas en la provincia.

También apunta a problemas de coordinación: “Había unidades paradas mientras hacían falta”. A su juicio, el despliegue en Castilla y León está “a años luz” del de otras comunidades autónomas, ya que ni los medios, ni la gestión, ni los mandos “tienen capacidad para afrontar” emergencias de este calibre.

Condiciones extremas y un dispositivo insuficiente

Andrés advierte de que el cambio climático agrava la situación: “Olas de calor muy largas y vientos inestables”, señala, y alerta de que estos escenarios se repetirán en próximos veranos.

Por ello reclama dimensionar los recursos: “El dispositivo está programado para el año más tranquilo y debería de contar con recursos suficientes para los más duros”. Según su experiencia, “se esperaba un incendio grande, lo que no sabíamos era en qué año”.

Precariedad laboral y abandono del medio rural

Con seis años en el oficio, la mitad en subcontratas para la Junta de Castilla y León, Andrés denuncia las duras condiciones laborales: “El sueldo, unos 1.150 euros entonces, no da para vivir. Es un puesto muy duro con condiciones muy malas, donde se acude festivos y fines de semana”.

Critica además que muchos servicios dependan de empresas privadas que recortan en equipos de protección, personal y material: “Intentan tener los máximos beneficios aunque no se cumplan los pliegos”.

Sobre las cuadrillas conocidas como “Romeo”, sostiene que su situación es “de esclavitud, con jornadas muy largas”. Recuerda conversaciones de compañeros agotados: “He escuchado en la emisora a alguien decir: llevo 18 horas en este incendio, creo que deberíamos irnos para casa, ¿pueden sacarnos de aquí?”.

Llamamiento a un operativo público y profesional

La falta de estabilidad provoca, asegura, que muchos jóvenes abandonen tras unas pocas campañas, sin acumular experiencia. “Como es imposible vivir dignamente con lo que te pagan, la gente joven hace un par de campañas y se va. Y los que repiten, malviven”, lamenta.

Por eso pide “un operativo decente, completamente público y profesional, con medios suficientes y formación” y recalca que “la prevención es tan importante como la extinción”. A su juicio, los equipos deberían estar activos todo el año, también en invierno, para labores de vigilancia y limpieza.

Desorganización y descontrol

En los últimos días, Andrés admite haber sentido frustración: “Tras nuestra jornada no había relevo por la falta de organización”, lo que permitía que los frentes se reactivaran por la noche. “Así que después de trabajar toda la noche, volvíamos por la mañana y el foco se había reactivado. Sentías que el trabajo había sido en balde”, confiesa.

Los incendios recientes en La Valduerna y La Valdería, explica, han alcanzado viviendas en localidades como Castrocalbón o Villamontán, algo inédito en la zona. Pese a que los pueblos cuentan con cinturones agrícolas que frenan las llamas, en la montaña el abandono del medio rural y la orografía hacen que los fuegos se propaguen sin control.

“Estos grandes incendios de la comunidad no se paran tan fáciles, avanzaban a 40 kilómetros por hoya”, asegura. “Normalmente, esperas que por la noche baje la temperatura y eso ayude, pero estas semanas hemos tenido mínimas de 20 grados y eso no es normal”, sentencia.