La vida se abre paso tras la tragedia
Su color morado resalta ya entre el negro de las cenizas. Las conocidas como 'quitameriendas', flores que cada año brotan con los últimos albores del verano dando cuenta de que los días comienzan a ser más cortos y en las casas la cena se adelanta, se han convertido estos días en todo un símbolo de esperanza después del desolador paisaje que la mayor oleada de incendios forestales de la historia de la provincia ha dejado en montes y campos de todo León.
Las 'quitameriendas' han sabido abrirse paso entre la capa de dolor que cubre la provincia aún cuando algunos de los frentes de llamas todavía no han sido extinguidos del todo y el humo sigue siendo una constante en muchas zonas de León. Las flores, a las que se otorgan algunas propiedades medicinales pero que puedan ser tóxicas, están poblando ya, al menos, buena parte de las zonas calcinadas en el entorno del Parque Nacional de Picos de Europa.
Esperanza en la recuperación
Con la pesadilla de los últimos 24 días todavía presente, el recuerdo de los tres fallecidos en la memoria y un rastro de ruina con más de 110.000 hectáreas quemadas, la aparición de las primeras flores es también en mensaje de esperanza para los vecinos y empresarios locales que han visto como se echaba a perder el final de la temporada de verano. Por ejemplo, la Ruta del Cares, uno de los principales reclamos del Valle de Valdeón, ya ha sido reabierta y espera que poco a poco se pueda ir llenando de senderistas y aficionados a la montaña.
Nadie se atreve a calcular las pérdidas que ha supuesto la crisis de los incendios, no solo en lo económico, también en lo medioambiental, con pérdidas de hábitats críticos para flora y fauna como el oso pardo, el urogallo o el desmán ibérico. También preocupa ahora el destino de las cenizas que pueblan la superficie y su probable arrastre hacia acuíferos que podría tener efectos demoledores por la contaminación del agua.
Todavía es tiempo de hacer balance, y costará tiempo (y recursos) volver a algo parecido a la normalidad en muchas zonas de León, no solo en Picos de Europa, pero la irrupción de esas diminutas manchas de color morado en los campos, son un recuerdo de que la vida siempre se abre paso después de la tragedia.


